FICHA TÉCNICA



Título obra Así en la tierra como en el cielo

Notas de Título Un experimento sagrado (título original)

Autoría Fritz Hochwälder

Notas de autoría Miguel Flurscheim Tomer

Dirección Fernando Wagner

Elenco Luis Beristáin, Julio Monterde, Fernando Mendoza, Carlos Fernández

Espacios teatrales Teatro Virginia Fábregas

Productores Luis G. Basurto / empresario




Cómo citar Maria y Campos, Armando de. "Así en la tierra como en el cielo en el teatro Fábregas". Novedades, 1959. Reseña Histórica del Teatro en México 2.0-2.1. Sistema de información de la crítica teatral, <criticateatral2021.org>



TRANSCRIPCIÓN CON FORMATO

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Columna El Teatro

Así en la tierra como en el cielo en el teatro Fábregas

Armando de Maria y Campos

Obra dramática importante es la que con el título de Así en la tierra como en el cielo, de Fritz Hochwaelder –en traducción directa del alemán, de Miguel Flurscheim Tromer–, inauguró la temporada teatral de Pascua (antes se decía el año cómico, que concluía hasta el siguiente en vísperas de los carnavales), en el teatro Fábregas, el Sábado de Gloria. También se registró otro estreno, el de la pieza Arpas blancas... conejos dorados, de la autora Luisa Josefina Hernández, mexicana, pero este suceso es más bien doméstico. La pieza de Hochwaelder se titula originalmente Un experimento sagrado, y ya había sido representada en México, propiamente en privado, en el colegio México, por los misioneros de Guadalupe, hace un par de meses o más. No tuve, entonces, ocasión de verla.

Ahora, montada con propiedad, vestida con lujo –aunque con trajes de guardarropía que no corresponden a la época de la nación–, ensayada con celo y actuada por profesionales de la escena, se la presenta comercialmente y se espera, con razón, que el público acuda a conocer esta importante obra y a sostenerla, como es natural, con los ingresos de la taquilla, siempre refractaria a este índole de experimentos teatrales. Por todo esto, nuestros parabienes al empresario Luis G. Basurto, que no han vacilado en darle vuelta a la "tortilla", según la expresión española, para seguir contando con el interés del público. Una cara de la "tortilla" sería Cada quien su vida; la otra ésta, Así en la tierra como en el cielo.

El tema que con el título de Experimento llevó al teatro el autor alemán Hochwaelder evoca la tentativa de la Compañía de Jesús de crear un estado ideal en Paraguay, allá al sur de este continente entonces a media descubrir, y aún más, a medio dominar, y cómo fue frustrado éste por los directores de los misioneros que lo habían intentado, y a medias logrado, ante el temor de que su éxito –el triunfo verdadero jamás se ha perdonado sobre la Tierra– se volviera contra ellos mismos. Además, el autor alemán aprovechó con habilidad y acierto el tema del "experimento" para hacer la apología de la disciplina, de la obediencia y de la conveniencia cuando ésta favorece a la mayoría, aun en perjuicio de la minoría que tienen razón de los jesuitas. Porque se trata de un tema inspirado en las misiones que la Compañía de Jesús regó por la América semisalvaje y bárbaramente dominada por los españoles, desde que pudo hacerlo.

Tema apasionante éste de la política de los jesuitas para quien debe su poca ilustración a ellos. Pero quédese éste para otra ocasión, pues se saldría del cauce natural por el que deben correr mansas, tranquilas, transparentes y cargadas de justicia estas crónicas teatrales con vagas aspiraciones de crítica de la materia. Está bien visto y teatralizado el carácter indómito, orgulloso y a la vez humilde y obediente del sacerdote jesuita, y bien aprovechado, como efecto de indudable eficacia teatral, su habilísima política para que la Compañía se salve siempre aun cuando caigan algunos de sus mejores hijos...

Limitemos pues este comentario a los estrictamente escénico o teatral. Así en la tierra como en el cielo es una buena obra de teatro, no obstante su ausencia de motivos –otros llamarían recursos– para mantener suspenso al público en el desarrollo de una acción que el espectador medianamente culto conoce o prevé. Pero está bien construida arquitectónicamente y se pasa de una escena a otra escena sin tener que cruzar esos pasillos forzados que son los ripios del teatros, tan frecuentes en obras de exposición histórica. La ausencia total de mujeres –como es natural– hace que la acción sea a un mismo tiempo apasionante y fría. Los alegatos, acusaciones, defensa y declaraciones, son vivos y en algunos momentos de gran intensidad dramática, y al final de la obra el público se encuentra al otro lado de la corriente, de la que se ha dejado llevar sin fatiga y con interés. Esto es bastante para considerar la importancia de esta pieza que no pertenece al teatro religioso, ni mucho menos al católico, sencillamente porque no es confesional ni el tema histórico en ella tratado, puede suponerse como inspirado en un afán de propaganda o de proselitismo.

La interpretación es, digámoslo usando de un término audaz, cabrilleante. La ilumina la clara luz de la acción de la pieza, pero tiene matices luminosos y obscuros. Creo que el mejor intérprete es Luis Beristáin, como el padre provincial, salvo el uso de recursos melodramáticos a la hora de su fallecimiento; le sigue en este orden, Julio Monterde, como el padre militar, que dijo su papel con mucho brío y muy bien preparado sobre la escena, que es como se es, buen actor. Fernando Mendoza, en el visitador Pedro de Miura, está "retocado". Es decir, recalcado, en una palabra, redicho. Cuidó tanto de su personaje, que le quitó humanidad, volviendo a lo artificial. A Carlos Fernández le falta aliento para darle más énfasis a su personaje.