FICHA TÉCNICA



Título obra El padre

Autoría August Strindberg

Dirección Salvador Flores

Elenco Héctor Téllez, Marta Aura, Dolores Beristáin, José María Negri

Escenografía Gabriel Pascal

Espacios teatrales Teatro Orientación




Cómo citar Rabell, Malkah. "El padre de Augusto Strindberg". El Día, 1992. Reseña Histórica del Teatro en México 2.0-2.1. Sistema de información de la crítica teatral, <criticateatral2021.org>



TRANSCRIPCIÓN CON FORMATO

imagen facsimilar

El Día

Columna Se alza el telón

El padre de Augusto Strindberg

Malkah Rabell

Dicen que más vale tarde que nunca. Y heme aquí analizando una obra y un espectáculo que hace muchos meses alzo el telón. Se trata de ese El padre que tal vez sea la mejor obra del máximo dramaturgo de la nórdica Suecia donde hasta la mitad del siglo XIX se carecía de dramaturgos importantes, y donde de repente apareció ese genio nacido en 1849 y fallecido en 1912: August Strindberg.

Su padre se casó con una criada, lo que parece haber pesado sobre toda la existencia de ese joven demasiado sensitivo y demasiado débil, que permanentemente cambiaba de ideas y de actitudes. Fue pietista, luego darwinista, evolucionista, materialista, determinista enemigo del orden social, anarquista y siempre rebelde, y nunca halló la paz ni en el amor ni en el arte o en las ideas.

Toda su obra resulta un reflejo autobiográfico; donde quizá mejor reproduce su propio drama es en la obra dramática: La señorita Julia, donde cambia los sexos de los protagonistas, representando bajo la máscara de la aristocrática hija de familia rica, Julia, a su propio padre. Ya que la aristócrata se entrega a un sirviente de la casa. En cambio donde más reproduce su propio carácter y sus problemas psicológicos, es en El padre, donde la misoginia que tanto dolor le ha causado en la vida, ese hace más clara y persistente, esclavizándolo bajo la férula de la mujer, su esposa, enemiga del hombre, ya como madre, ya como compañera de su vida, mujer que no vacila en destrozarlo por los medios más indignos y violentos.

No siempre en el transcurso del drama se puede reprochar su conducta a la esposa, Laura. El capitán, el "Padre", ese militar demasiado acostumbrado a dominar a sus soldados, peca demasiado de un espíritu dictatorial para conquistar la simpatía del público. Como protagonista de ese papel difícil y complejo, un actor poco conocido Héctor Téllez, resulta bastante convincente desde el punto de vista artístico. He tenido la oportunidad de presenciar en mi vida la interpretación del papel del Padre a unos cuatro o cinco actores, de no pocos quilates en distintas ciudades y en distintos países, y no he encontrado demasiada lejanía ni diferencia entre sus actuaciones y la de Téllez. El protagonista de la obra de Strindberg no se presta mucho a despertar el entusiasmo del público. Pero el conjunto del drama strindberguiano es de tal fuerza que mantiene al auditorio en suspenso. Ni siquiera Laura, la esposa, de un cinismo poco común logra desmoralizar al público que no se mueve de sus asientos y presta toda su atención al desarrollo de la obra.

En el papel de Laura encontramos a una excelente actriz ya bien conocida, Marta Aura, a quien le sucede como a la mayoría de los personajes de Strinberg: el público no logra tomarles cariño. Ni siquiera la nodriza, interpretada por Dolores Berinstáin, el único personaje que se supone más humano y simpático, logra el milagro de sacudir al público. Da demasiado la impresión de ser ambivalente, con el corazón tal vez al lado del "Padre" pero con la mente y todos los intereses femeninos del lado de la esposa. También se nos antoja que la señora Berinstáin se mantiene demasiado joven y bien parecida para su personaje. Tal vez estemos demasiado acostumbrados a las "nanas" rusas, tan tiernas y abnegadas. Para mi gusto personal, fue José María Negri, en el reducido papel del Pastor, quien más natural y adaptado a su papel me pareció.

Tal vez la dirección de Salvador Flores es demasiado fría, probablemente con la intención de no caer en el melodramatismo, lo que me parece loable. Pero en general se puede decir que el ritmo del espectáculo es correcto y gusta a la mayoría de los espectadores. La escenografía de Gabriel Pascal es indudablemente interesante, aunque algunos efectos dramáticos se pierden por la profundidad del escenario. Este joven escenógrafo se impone cada vez más en su arte, porque al fin de cuentas la escenografía es un arte plástico, no muy alejada de las demás artes pláticas.

En esta época nuestra, cuando el mundo entero parece carecer de fuerzas geniales en el campo del arte y de la literatura, así como de la dramaturgia, asistir a una puesta en escena de un drama strindberguiano resulta un placer poco común, por el cual hemos de agradecer tanto al conjunto de los actores con su director y colaboradores como a los productores, el ISSSTE; el Consejo para la Cultura y las Artes; el Instituto Nacional de Bellas Artes; y Cuatro Estaciones.