Tiempo Libre   |  

Columna Teatro

Ira
Montaje atractivo

El nombre de la obra es significativo, porque une en sí dos expresiones que aquí se vuelven complementarias: por un lado hace referencia al enojo, a la rabia, a la ira en su sentido en español, y por el otro recuerda la sigla histórica del Irish Republican Army (Ejército Republicano Irlandés), que protagonizara tanta violencia durante la lucha por la liberación de su tierra hasta su final desaparición (o más o menos) en 2008. El texto es de Javier Malpica y la dirección de David Psalmon.

Malpica, cuyo teatro generalmente muestra claras preocupaciones sociales, toma aquí dos situaciones anecdóticas que se vuelven un tanto especulares y las confronta, vinculándolas apenas, a la manera de un teatro didáctico, un tipo de aproximación escénica que a su vez suele seducir a David Psalmon. En ellas, una tiene una raíz histórica y trae al presente a un terrorista que intentó matar a Margaret Thatcher, fracasando en ello pero habiendo causado en el acto una serie de muertes "colaterales", entre ellas el padre de una mujer que buscará al asesino durante veinte años. Enfrentado a eso se muestra a una familia común y las relaciones de intolerancia de la madre y de incapacidad de reacción del padre frente a la homosexualidad del hijo.

Aquí Malpica, con habilidad, invierte el lugar común y si el primero de los casos parece mucho más grave que el segundo, será allí donde instale el perdón y la comprensión mientras que el tema moral sexual se verá como un obstáculo posiblemente insuperable dentro de esa estructura de clase media.

El concepto espacial, de Aura Gómez y Ana Patricia Yáñez apela a la ilustración, y así tanto las diversas pantallas que complementan la narración como los muebles diversos que pueblan el pequeño escenario de El Granero, se muestran destruidos por el fuego, quebrados, con fragmentos dispersos por el piso, mientras que los que los usan se mueven entre ellos como si fueran usuales y cotidianos. Resulta extraño, porque Psalmón es un director creativo que suele evitar este tipo de simplificaciones conceptuales.

Los actores son Norma Angélica, Hernán Mendoza y Víctor Sánchez Maraña, como la familia, y David Hevia, Beatriz Luna y Sergio Ramos en el área de la cárcel y el terrorismo. Un trabajo irregular donde por ejemplo a Norma Angélica se la ve forzada, casi bordeando un semi-expresionismo, mientras que a su "marido" e "hijo" se los lleva por un camino mucho más naturalista. Lo mismo pasa con la otra pareja, donde el activista en la celda parece un alucinado Van Gogh, desfasándose del personaje a su salida. Como dos técnicas coexistentes no siempre congruentes entre sí.

En definitiva, un texto interesante, un planteo sobre la violencia desde un punto de vista que intenta evitar lo convencional, un montaje atractivo donde se ve la mano de un director experto como Psalmón, un acercamiento a lo que por elevación hace parte de nuestra cotidianidad, con algunos puntos si no débiles, al menos polémicos, tanto en la forma de llevar el tema a niveles de autoría como en la estructura formal, sin embargo fuerte y comprometida. Aprovecho finalmente para recordar –como lo hacen los actores al final del trabajo– que allí debió estar actuando Carlos Cobos, uno de nuestros grandes intérpretes recientemente fallecido. Descanse en paz.

Ira: suave lluvia para heraldos negros, de Javier Malpica. Dir. David Psalmon. Con Hernán Mendoza, Norma Angélica, David Hevia, Beatriz Luna y Sergio RaMos. Teatro El Granero, Centro Cultural del Bosque, Paseo de la Reforma y Campo Marte (Metro Auditorio), 5280-7844. Jueves y viernes, 20:00; sábado, 19:00; domingo, 18:00 horas. Loc. $150. Ticketmaster, 5325-9000. Adolescentes y adultos. (Centro)>

Notas