FICHA TÉCNICA



Título obra Alma criolla, El gran cocorocó

Autoría Rafael Hernández

Espacios teatrales Teatro de Bellas Artes

Eventos Temporada de Ópera Nacional

Notas Comentarios del autor sobre las óperas mexicanas Zulema y El rey poeta de principios del siglo XX con motivo del estreno de las óperas Alma criolla y El gran cocorocó




Elenco Margot Tarraza

Notas Semblanza de Margot Tarraza, nueva tiple de zarzuela




Elenco Alfonso Carone

Espacios teatrales Teatro Virginia Fábregas

Notas Semblanza de Alfonso Carone tenor debutante en teatro




Cómo citar Maria y Campos, Armando de. "Recuerdo de dos óperas mexicanas. Debut y presentación de dos cantantes, mexicano uno, cubana la otra". Novedades, 1946. Reseña Histórica del Teatro en México 2.0-2.1. Sistema de información de la crítica teatral, <criticateatral2021.org>



TRANSCRIPCIÓN CON FORMATO

Novedades

Columna El Teatro

Recuerdo de dos óperas mexicanas. Debut y presentación de dos cantantes, mexicano uno, cubana la otra

Armando de Maria y Campos

La nueva temporada de Opera Nacional que acaba de iniciarse en el Bellas Artes a base de cantantes de primo cartello y con obras de repertorio italiano y francés, anunciada a todo trapo, coincide con una información modesta, arrinconada en una plana interior del gran diario: el compositor borinqueño Rafael Hernández se dispone a estrenar dos óperas de que es autor, Alma criolla y El gran cocorocó, gracias a que el músico jibarito logró una subvención de su gobierno, el de Puerto Rico.

El maestro Hernández empieza a recorrer el viacrucis de todos los compositores americanos que escriben primero y para estrenar después precisan de la inevitable subvención oficial. Así ha ocurrido con casi todos los mexicanos que han escrito óperas, llámense Gustavo E. Campa o Ernesto Elorduy, los dos maestros compatriotas que a principios del siglo –años de 1901 y 1902– estrenaron sus óperas El rey poeta y Zulema, en las tristes condiciones que verá el lector.

El año inicial del siglo XX fue pródigo en sucesos operísticos, abundando los estrenos. El 12 de marzo se estrenó Lakmé, de Delibes, cantándola la Montbazón, soprano, el tenor Jerome y el bajo Bonxman; dos días después Sansón y Dalila, de Saint-Saens, por la Bonheur-Chais y el señor Chastan; el 17 del mismo mes La Navarraise, de Massenet, por Nina Pack, y el 16 de abril La vivandera, de Godart, por la Bouxmann en el rol de la Belafre, once días después de que había ocurrido el estreno de Herodías, de Massenet, que cantaron la Chais y la Bouxmann, Chastan y la Talexis en el papel principal. A la Compañía de Opera francesa que actuó en el Renacimiento y que estrenó las óperas citadas, sustituyó en el gusto operático del público mexicano una compañía de ópera italiana que ocupó el Arbeu y que estrenó el 27 de julio Tosca, de Puccini, con A. Torconi Bruni, en el rol de Tosca y Vinci y Rambaldi en Scarpia y Cavaradossi, respectivamente. Otra compañía de ópera italiana ocupó el Principal y estrenó el 2 de octubre El maestro de capilla, de Paer, con el señor Bellati y la bella Esperanza Clasentti. Dos semanas después –el 15 de octubre– la misma compañía estrenó La bohemia... de Leoncavallo, cantando la Mimí la Clasentti, la Musseta, Margarita Juliá, Rodolfo, Francesco Cigada y Marcelo, Manuel Izquierdo, representándose 11 veces.

El éxito que el género operático alcanzaba en México y el favor que le dispensaba el público que podía sostener tres temporadas extranjeras un mismo año, ilusionó a los compositores mexicanos a probar suerte con sus óperas escritas casi sin esperanzas de ser cantadas. El maestro Gustavo E. Campa probó fortuna –y desengaño– estrenando su ópera El rey poeta, un acto, letra de Alberto Michel sobre un episodio de la vida de Netzahualcóyotl, en el teatro Principal, la noche del 9 de noviembre de 1901. La cantaron aficionados mexicanos: Margarita Juliá –que formaba parte de la Compañía que actuaba en ese mismo teatro–, José Torres Ovando, Manuel Izquierdo, Alfonso Mariani y el italiano Vicenzo Berardo. Se dio una sola noche, ¡siendo de invitación la entrada! Dirigió la orquesta el maestro Miguel Meneses. ¡Triste efemérides del teatro mexicano que vale más no comentar!

Antes de que concluyera el año 1901 debió haberse estrenado la ópera Zulema de Ernesto Elorduy, pero dificultades de última hora pospusieron su estreno para el 22 de enero del año siguiente, en el teatro del Conservatorio y ¡también de invitación!... La crónica de la época estimó este suceso como un acontecimiento musical, y a Elorduy se le comparó con Wagner. Pero... la ópera mexicana fue cantanda –dice un cronista de la época– por un grupo de personas que sin ser artistas poseen buenas facultades para el canto... Las principales: Guadalupe Roig y Jenaro Aristi. Dirigió la orquesta el maestro español Pantaleón Arzos, e instrumentó la obra el gran músico y compositor también mexicano Ricardo Castro. El libreto de Zulema es, como se sabe, del poeta Rubén M. Campos. Se puede hacer nuestro el comentario del cronista de aquellos años, porque encierra el mismo anhelo: "¡Ojalá y mañana, muy pronto, escuchemos la delicada Zulema en un teatro profesional, con buenas decoraciones y vestuario propio, y sobre todo, que la oigamos cantada por verdaderos cantantes!"

Margot Tarraza.– Nueva tiple de zarzuela, que el teatro gana a la radio ante cuyos micrófonos venía actuando desde hace ocho años, nació en la provincia de Santa Clara, Cuba, en 1920. Debutó en la radio, en La Habana, en 1938, cantando composiciones de Lecuona, de otros compositores cubanos, inclusive su hermano, Bruno Tarraza. Vino a México contratada como variedad, y actuó en el Follies ocho o diez meses, cantando ante el micrófono; luego actuó en el Arbeu, en la temporada acéfala de dirección que tuvo por estrella a la tiple cubana Rosita Fornés. Antonio Palacios descubrió en ella ¡una tiple cantante!, y la ha hecho cantar la Rosa de Los gavilanes, de Guerrero. Después, La viejecita, al lado de María Badia. En Margot Tarraza, que tiene una bella voz y que posee juventud, hay una gran tiple en potencia.

Alfonso Carone.– Nació en Tajimaroa, de Michoacán, hace 35 años. Estudió canto con Manuel Bernal Jiménez, en Morelia y con José Pierson en México, unos ocho años. Cantaba en una misa de bodas en el templo de La Enseñanza, hace unas semanas, cuando lo oyó cantar el maestro mexicano Antonio Rosado. Se acercó a él y le invitó a que actuara como cantante profesional, pues poseía una gran voz de tenor. Alfonso Carone ha oído el consejo y acaba de debutar, sin ningún antecedente teatral, cantando en el Fábregas, una noche de esta semana, la parte de tenor de Los gavilanes. Con un gran éxito, porque tiene voz de timbre delicadísimo, que maneja con dulzura y gusto. Sabe cantar. Es una bella realidad de cantante de porvenir.