FICHA TÉCNICA



Título obra Moctezuma II

Autoría Sergio Magaña

Dirección Salvador Carrillo

Grupos y Compañías Alumnos de la Escuela de Arte Teatral del INBA

Elenco Agustín Monsreal, Jeannette Brito, Rut Abrego, G. Alejandra Zital, León Chávez, Fernando Cuéllar, Manuel Novelo

Notas de escenografía Francisco Guzmán, Eduardo Vázquez, Samuel Fuentes, Mariano León, Jorge López Aguado, Félida Medina, Juanita Ramos y Albina Miranda / realización

Vestuario Francisco Guzmán, Eduardo Vázquez, Samuel Fuentes, Mariano León, Jorge López Aguado, Félida Medina, Juanita Ramos y Albina Miranda / realización

Espacios teatrales Sala Xavier Villaurrutia




Cómo citar Reyes, Mara (seudónimo de Marcela del Río). "Moctezuma II". Diorama de la Cultura, 1965. Reseña Histórica del Teatro en México 2.0-2.1. Sistema de información de la crítica teatral, <criticateatral2021.org>



TRANSCRIPCIÓN CON FORMATO

imagen facsimilar

Diorama de la Cultura, Excélsior

Columna Diorama Teatral

Moctezuma II

Mara Reyes

“Complementario a la preparación docente está el entrenamiento escénico de los grupos de estudiantes de la Escuela (de Arte Teatral del INBA). Su trabajo desde el escenario les proporciona la experiencia viva de comunicarse con el público, ya que conducidos por sus maestros o por sus compañeros de dirección, tienen oportunidad, con los primeros, de aplicar las enseñanzas recogidas en clase, y con los segundos, de establecer los lazos humanos que caracterizan al teatro entendido como esfuerzo colectivo”.

Así dice la nota al programa de la representación de Moctezuma II de Sergio Magaña que se realiza en la Sala Villaurrutia de la Escuela de Arte Teatral. Nada mejor para una escuela, en efecto, que la realización práctica de lo que se aprende en las aulas, es la única manera de formar adecuadamente a los futuros actores.

Con mirada benévola, dado que se trata de estudiantes, puede decirse que la puesta en escena es más que plausible. De todos los actores emana esa sinceridad espontánea que es flor preciosa para cualquier intérprete y que muchos actores profesionales han dejado marchitar quizá por el hábito de estar cada noche frente a frente con el público.

Sobresalen por sus dotes peculiares: Agustín Monsreal que se mueve con aplomo y matiza sus parlamentos en forma correctísima, además de que posee la capacidad de hacer aflorar las emociones más profundas de una manera sutil, proyectándolas hacía el público hasta lograr que éste se sienta penetrado por ellas. También se destaca Jeannette Brito, una joven actriz que demuestra un gran dominio en el difícil manejo del matiz. Habla con naturalidad, su discurso tiene siempre una lógica, va conduciendo al público por el camino que ella va trazando. Es éste el gran paso, después del cual, todos los posteriores resultan menos arduos. (Esperemos que pronto renuncie a esa forma de pronunciar la ye y la elle, a la manera argentina, pequeño defecto fácil de corregir, del que también adolece Rut Abrego, sólo que esta última debe revisar toda su pronunciación, pues se “come” silabas, especialmente las de final de frase).

Por otra parte es comprensible que muchos delos jóvenes actores tengan todavía defectos de pronunciación, pues el dominio de esto se lleva muchas veces años de práctica continua. G. Alejandra Zital, por ejemplo, acentúa indebidamente las frases, como por ejemplo, da preponderancia al artículo en lugar de al sustantivo (dice: UNA invasión, en vez de: una invasión); León Chávez, con el afán de dar mayor intención a sus parlamentos, arrastra las palabras; otros golpean demasiado algunas palabras. En fin, si señalo esto que podrían parecer minucias, es porque se trata de actores en formación que están a tiempo de corregir esas pequeñas dificultades y que lo único que se precisa es que se den cuenta de ellas.

Evidentemente el papel más difícil de la obra es el de Moctezuma II, que encarna Fernando Cuéllar. Se trata de un personaje cuyo movimiento es interior, no exterior. La acción tiene que verse a través de una conducta ajena a todo exhibicionismo, es decir, íntima. El director de la obra, Salvador Carrillo, tuvo otra concepción de este personaje, concepción que siguió Fernando Cuéllar y que lo llevó a presentar a su personaje no como un ser que por propia convicción se rebela contra la condición sanguinaria de su pueblo, sino más como un hombre neurótico, exaltado consecuencia de su inestabilidad y su impotencia. El grito es emitido por Fernando Cuéllar con excesiva frecuencia, sus movimientos son demasiado bruscos y sus transiciones un tanto ingenuas. Todo lo que Salvador Carrillo le quitó a Moctezuma de profundidad, se lo añadió de superficialidad. En lugar de un hombre introvertido, nos mostró a un extrovertido, por lo que muchas de las situaciones resultan incompatibles con la presunta personalidad de Moctezuma. Hay cierta incongruencia entre la palabra y la acción de Moctezuma.

No obstante la representación tiene muchos aciertos, como las escenas entre Manuel Novelo y Rut Abrego, o las ya citadas de Agustín Monsreal, y muchas otras.

La escenografía y el vestuario cumplen excelentemente con su cometido. Fueron realizados en el taller de escenografía de la Escuela de Arte Teatral por Francisco Guzmán, Eduardo Vázquez, Samuel Fuentes, Mariano León, Jorge López Aguado, Félida Medina, Juanita Ramos y Albina Miranda.