diorama teatral
moctezuma II
por mara reyes |
Así dice
la nota al programa de la representación de Moctezuma II de
Sergio Magaña que se realiza
en la Sala Villaurrutia de
la Escuela de Arte Teatral. Nada mejor
para una escuela, en efecto, que la
realización práctica de lo
que se aprende en las aulas, es la única manera
de formar adecuadamente a los
futuros actores.
Con mirada benévola, dado que
se trata de estudiantes, puede
decirse que la puesta en escena es más
que plausible. De todos
los actores emana esa
sinceridad espontánea que es flor preciosa para cualquier
intérprete y que muchos actores
profesionales han dejado
marchitar quizá por
el hábito de estar cada noche
frente a frente con el público.
Sobresalen por sus dotes peculiares:
Agustín Monsreal que
se mueve con
aplomo y matiza sus parlamentos en forma
correctísima, además de que posee la
capacidad de hacer aflorar
las emociones más profundas de
una manera sutil,
proyectándolas hacía el público hasta
lograr que éste se sienta
penetrado por ellas.
También se destaca Jeannette
Brito, una joven actriz que demuestra un
gran dominio en el difícil manejo del matiz. Habla con naturalidad, su discurso tiene siempre una lógica, va conduciendo al público por el camino que ella
va trazando. Es éste el gran paso,
después del cual, todos
los posteriores resultan menos
arduos. (Esperemos que pronto
renuncie a esa forma de
pronunciar la ye y la elle, a la manera argentina,
pequeño defecto fácil de
corregir, del que también adolece Rut Abrego, sólo
que esta última debe revisar
toda su pronunciación, pues se “come” silabas, especialmente
las de final de frase). |
las frases, como por ejemplo, da preponderancia al articulo en lugar de al sustantivo (dice: UNA invasión, en vez de: una invaSIÓN); León Chávez, con el afán de dar mayor intención a sus parlamentos, arrastra las palabras; otros golpean demasiado algunas palabras. En fin, si señalo esto que podrían parecer minucias, es porque se trata de actores en formación que están a tiempo de corregir esas pequeñas dificultades y que lo único que se precisa es que se den cuenta de ellas. Evidentemente el papel más difícil de la obra es el de Moctezuma II, que encarna Fernando Cuéllar. Se trata de un personaje cuyo movimiento es interior, no exterior. La acción tiene que verse a través de una conducta ajena a todo exhibicionismo, es decir, íntima. El director de la obra, Salvador Carrillo, tuvo otra concepción de este personaje, concepción que siguió Fernando Cuéllar y que lo llevó a presentar a su personaje no como un ser que por propia convicción se rebela contra la condición sanguinaria de su pueblo, sino más como un hombre neurótico.
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exaltado consecuencia de su inestabilidad y su impotencia. El grito es emitido por Fernando Cuéllar con excesiva frecuencia, sus movimientos son demasiado bruscos y sus transiciones un tanto ingenuas. Todo lo que Salvador Carrillo le quitó a Moctezuma de profundidad, se lo añadió de superficialidad. En lugar de un hombre introvertido, nos mostró a un extrovertido, por lo que muchas de las situaciones resultan incompatibles con la presunta personalidad de Moctezuma. Hay cierta incongruencia entre la palabra y la acción de Moctezuma. |