FICHA TÉCNICA



Título obra Cuerpos

Dirección Sasha Waltz

Grupos y Compañías Schaubühne de Berlín

Eventos XXX Festival Internacional Cervantino




Cómo citar Obregón, Rodolfo. "Cuerpos". Proceso, 2002. Reseña Histórica del Teatro en México 2.0-2.1. Sistema de información de la crítica teatral, <criticateatral2021.org>



TRANSCRIPCIÓN CON FORMATO

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Proceso

Columna Teatro

Cuerpos

Rodolfo Obregón

“Yo creo que se necesita reaprender a bailar o que se necesita aprender alguna otra cosa para inmediatamente después –quizá– volver a bailar”. Con esas palabras, Pina Bausch definía hace algunos años el abismo ante el que el tanztheater había colocado al arte de la danza.

El fenómeno surgido de los “teatros de danza” alemanes, que –en mi opinión– equivale al advenimiento de la puesta en escena teatral, enfrentó a públicos y creadores con los límites de un lenguaje artístico liberado de sus ancestrales convenciones y técnicas.

En efecto, los espectáculos del Wuppertal Tanztheater y de otras célebres compañías, como el Volkswang Tanzstudio, parecían haber abandonado definitivamente el lenguaje dancístico, denigrarlo hasta su propia parodia, denunciar su agotamiento.

Pero, como dijera el poeta Octavio Paz, “la historia del arte es la historia de sus resurrecciones”, y la presencia de la cara dancística de la Schaubühne de Berlín, en el XXX FIC, ha venido a confirmarlo. Cuerpos de Sasha Waltz es un estremecedor testimonio de un arte resurrecto.

Tal parecería pues que el tema central de un espectáculo perfecto (el cuerpo) adquiere así un sentido metafórico que lo libra de la obviedad, si la profundidad y brillantez de su tratamiento, en términos formales y conceptuales, no fueran suficientes.

Ecléctico en la elección de sus lenguajes, Cuerpos saca partido de la apertura gestual del teatro-danza y su incorporación de nuevos códigos significantes, así como de su técnica de ensamblaje subjetivo o collage que catapulta las imágenes hacia formas inclasificables de representación. La sucesiva alternancia de gestos mínimos y grandes estallidos de acción, de quietud y caótica violencia, como la alucinante secuencia en que un esquiador desciende del telar de Bellas Artes para concluir con el impresionante derrumbe del muro, remiten a los momentos más altos del tanztheater.

Y, sin embargo, el lenguaje y la técnica dancística (release y contact) han resucitado y se presentan aquí articulando el discurso, dando contexto a unas imágenes (el mercado de órganos, las columnas vertebrales hechas con platos, los monstruos que resultan de dos cuerpos superpuestos) que de otro modo serían ingenuas, otorgando a la coreografía su conmovedora pureza visual.

Pese a ello, los cuerpos de Cuerpos jamás “bailan”, salvo en un tardío instante en que el extraordinario discurso sonoro (una mezcla de sonidos que remiten tanto al misterioso rugido de las entrañas como a los procesos de industrialización) deja oír un aire lejano de bandoneón. Los cuerpos entonces bailan como reflejo de un instinto arcaico: una reminiscencia de humanidad.

En efecto, las técnicas empleadas por los prodigiosos bailarines de la Schaubühne, cuyas inmensas diferencias fenotípicas son una evidente herencia del rechazo al cuerpo ideal presente en el tanztheater, no buscan jamás restablecer al movimiento como amo y tiránico señor de la danza, sino dan cuenta de los procesos de deshumanización, del sometimiento del individuo a los procesos científicos e industriales, de la imposibilidad del sujeto para volver a nombrar las partes que lo constituyen, del atroz apilamiento de estructuras anatómicas, de huesos, músculos, fluidos y vísceras, en que el hombre convirtió su propia historia.

Confirmando la extraordinaria paradoja del efecto estético, la capacidad de convertir en goce una materia dolorosa, Cuerpos es un espectáculo que hace vibrar en la butaca, que desata un apetito voraz, una furiosa necesidad de mantenerse vivo. ¡Aleluya!