Tiempo Libre

Columna Teatro

El cuarto azul
Pequeños conflictos entre insignificantes individuos

Bruno Bert

El proyecto Xola, que ha tenido en temporada ya dos productos anteriores, estrena ahora en el teatro Julio Prieto El cuarto azul, de David Hare, sobre un material de Arthur Schnitzler, bajo la dirección de Mauricio García Lozano.

La obra está estructurada como un sinfín en diez sketches, siempre de dos personajes cada uno, del estilo AB-BC-CD- .etcétera, cuyo tema son las relaciones sexuales –en escena– de los intérpretes. Al leer esto tal vez podría pensarse en una obra didáctica al estilo del Kamasutra, marcando las posiciones más atractivas o placenteramente más eficientes. Pero no, son como pequeños conflictos entre insignificantes individuos de todas las clases sociales, que terminan apareándose (iba a decir "en la cama del otro", pero no todas se dan allí) mientras se mienten, imponen, confiesan, alardean y demás cosas por el estilo.

Me pregunto cuál es el interés en montar semejante material, porque no sólo es machacoso e insistente, sino que no dispone ni de imágenes ni de textos que realmente sean atractivos. Parece más bien un producto light, de ésos con cierto "gancho" intelectual, para un público amplio y de cualquier extracción. No está nada mal aspirar a captar a ese sector de espectadores, pero no creo que el camino pase por un híbrido incapaz de desarrollarse hacia ninguna dirección. Más se podría llegar a definirlo por sus ausencias que por lo que lo caracterice positivamente. Y esto a pesar de los nombres interesantes que tiene en su autor y director, siendo este último un creador generalmente con buenas ideas y una probada habilidad escénica, que aquí se esfuma, cayendo en una rutina bastante forzada, posiblemente por ausencia de sustancia en los textos. El programa de mano habla de "agudeza" y de una "brillante meditación". Francamente no sé dónde se apoya para hacerlo.

El espacio, una especie de tiovivo o carrusel sobre tonos de azul, está creado por Eloise Kazan, y resulta atractivo, pero también éste, necesariamente se repite en cuanto recurso diez veces seguidas sin variar en lo esencial, por lo que va desgastando su eficacia al paso de los minutos. Y en lo que hace a los actores –Patricia Llaca y Plutarco Haza– que deben asumir cinco roles distintos cada uno en cuestión de segundos, se les ve más hábiles y entrenados que dúctiles y seductores. Hay como una clara convención superficial en sus interpretaciones, en un lenguaje que no tanto hace a la comedia teatral como a las exigencias de la televisión y sus derivados. Dentro de ese limitado espectro, saben cómo hacer las cosas y las desarrollan con solvencia. Pero no más.

En lo que hace a la "sustancia sexual", si como mirones nos proponemos y no como espectadores, no es mucho lo que se obtiene: desenfado, sí, cierta libertad de acciones y movirnientos... y nada más, afortunadamente. Allí, tanto los actores como el director, rondan el deseo morbosito del espectador, pero no se vuelven servidores incondicionales del mismo. Lo que por supuesto alabo, ya que de lo contrario deberíamos sumar a los débitos el mal gusto y la chabacanería, cosa que casi siempre está profesionalmente evitada.

En fin, creo que se trata de un producto muy menor que en lugar de tener virtudes para muchos, más bien carece de un público definido y de formas de captarlo. El tema de cómo conquistar al espectador es tan viejo como el teatro, y creo que tal vez valga la pena dejar que aquél se acerque a partir del olor de la fruta y ocuparnos mejor de que ésta sea madura y sustanciosa y no sólo brillosa y de plástico.

EL CUARTO AZUL, de David Hare. Dir. Mauricio García Lozano. Con Patricia Llaca y Plutarco Haza. Teatro Julio Prieto, Xola y Nicolás San Juan, Del Valle (Metro Etiopía), 5639-9816. Viernes, 20:00; sábado, 18:00 y 21:00; domingo, 18:00 horas. Loc. $250. Adultos Duración aproximada 100 mins. Acomodador de coches. (Sur)