Tiempo Libre

Columna Teatro

El mejor cazador
Laboratorio de disección

Bruno Bert

Hace tiempo que Héctor Mendoza escribe su teoría teatral a través de obras. Un poco a la manera de otros grandes maestros, ya que Stanislavski también recurrió al diálogo para explicar sus ideas y lo mismo Diderot siglo y medio antes que él. Pero ciertamente ninguno de los dos incorporaba estos diálogos dentro de una estructura escénica como lo hace aquí el maestro mexicano. Ahora acaba de estrenar lo que considera la cuarta y última parte de los mismos, con el nombre de El mejor cazador, un material que además dirigió personalmente en una pequeña sala del INBA.

Contrariamente a las anteriores, donde en casi todos los casos, la anécdota quedaba por momentos oscurecida tras la intención teórica del material, en El mejor cazador el desarrollo de la trama es perfectamente congruente, de exposición lineal y comprensible de principio al fin. Lo mismo que las ideas que sustenta como encarnación de las teorías que el maestro Mendoza sostiene en relación al trabajo del actor sobre su personaje.

Es decir, que en este caso la obra puede ser gozada por cualquier tipo de público y no solamente por aquellos especialmente interesados en la labor de formación actora' y las distintas teorías que se debaten al respecto en las escuelas y en el medio artístico teatral.

Sin embargo, conserva en la estructura anecdótica la figura de un maestro de actuación y sus alumnos, y usa sus clases –hay fragmentos de clara exposición teórica– para tejer una contradicción entre el hacer y el decir de maestro en cuestión, jugando aquí tanto el valor ético, como la consistencia de la teoría cuando ésta se practica. Y así va integrando situaciones y personajes, creando momentos inesperados, cruzando acciones, generando intrigas y hasta un cierto suspenso que vuelve a la obra una pieza en sí y no sólo una ejemplificación de carácter pedagógico.

Para esto evita cualquier tipo de escenografía y acota simplemente el espacio con una entrada y salida de cada lado, poblándolo con tres o cuatro sillas, únicos elementos que aparecen en escena acompañando a los actores. Es decir, que el despojamiento y la esencialidad que plantea, la extiende del rigor metodológico al espacio y sus componentes. La ficción está creada por la situación, y lo demás es accesorio.

Lo acompañan en el trabajo Arturo Beristain, como el maestro en conflicto; Elvira Corchera, como su compañera; además de Fernando Escalona, Sergio Álvarez y Pastor Aguirre, como sus alumnos y componentes básicos de una serie de conflictos nacidos de las relaciones sociales e interpersonales de los mismos.

Es interesante, porque el actor encarnando a otro actor que se hace preguntas técnicas sobre su trabajo, supone la aplicación o la ausencia de los elementos mismos que se están tratando, lo que naturalmente genera problemas de verosimilitud o una visión "comentada" del trabajo. Algo de eso hay: todo corre sobre carriles más fluidos cuando existe una cierta distancia entre el hacer y el reflexionar sobre el hacer desde el hacer mismo. Parece un juego de palabras, y por momentos se lo ve un tanto forzado. Algo así como preguntarse cómo un actor debe asumir la progresiva muerte de su personaje, desde el personaje y mientras este muere. Un laboratorio de disección trabajando a nuestra vista y con materiales en vivo. Evidentemente sólo puede permitírselo alguien que ha llegado a los niveles de Héctor Mendoza. Ni qué decir que es un excelente plato para el debate.

EL MEJOR CAZADOR. Espectáculo de Héctor Mendoza. Con Arturo Beristáin, Laura Padilla, Fernando Escalona y Pastor Aguirre. Sala Xavier Villaurrutia, Centro Cultural del Bosque, Paseó de la Reforma y Campo Marte (Metro Auditorio), 5280-8771. Jueves y viernes, 20:00; sábado, 19:00; domingo, 18:00 horas. Loc. $150; descuento del 50% a estudiantes, maestros y afiliados al Inaplen. Adolescentes y adultos. (Centro)