Tiempo Libre

Columna Teatro

Corrido escénico

Bruno Bert

Los corridos norteños son un rescate de la vida y circunstancias del pueblo, sean tomadas de viejas leyendas o de los sucesos cotidianos, que así dejan de ser anónimos para fijarse en la memoria a través de estas canciones. Hoy el teatro toma una de ellas y la vuelve obra. Se trata de La puerta negra, de Felipe Nájera, dirigida por él mismo en la sala del Helénico.

Al parecer es la primera obra de este autor, también norteño como los corridos, y justamente por serlo denota una especial calidad dramatúrgica, que por supuesto admite maduración y crecimiento, pero también presagia un interesante futuro como escritor.

La escritura realista está en la base, lo mismo que los caminos laberínticos de un drama que al mismo tiempo es de familia y de una sociedad y que por eso mismo terminan transformados en canción: un pueblo agonizante que posiblemente ya contenga fantasmas rulfianos entre sus polvorientas calles, un erotismo reprimido, las sombras de un incesto, la fuga, la muerte, la frontera, los regresos y las culpas. Elementos todos recurrentes que una vez más son convocados como parte de una historia con ecos costumbristas.

El espacio es el de la casa, a la que en este caso las paredes, contenedoras de secretos, le han sido quitadas para que espiemos a tres mujeres. La propuesta escenográfica es de Kathur y Alfonso Sánchez, y tiene lo suyo de primitivo con una pizca de cierta elementalidad. Sin embargo, resulta eficaz para la historia y es coherente con el resto de la propuesta, que también debe crecer en cuanto a madurez artística.

Allí vivió una familia de la cual a la sazón sólo quedan las dos hijas... y el cadáver de la madre, ya que una de ellas regresa de Estados Unidos para su velorio. Será una noche de invasión de los recuerdos, de enfrentamiento entre las hermanas, de revivir vivencias de un pasado atormentado y de confesiones sobre un presente vacío y sin esperanzas. Ni para ellas ni para el espacio social que las contiene. Y sin embargo, el final nos muestra una prolongación de lo indeseado que pudiera leerse como una especie de fatalidad o de destino.

La estructura es bastante sólida y los diálogos fluidos y verosímiles. Tal vez pesen un poco las partes y sean previsibles los encadenados narrativos, pero seguramente el borrar las "costuras" de la escritura lo da el tiempo y la experiencia, lo mismo que la astucia para lograr la sorpresa y evitar o enmascarar los tópicos temáticos y de lenguaje. De todas maneras, en ese doble trabajo de composición que implica ser autor y director de la misma obra, Nájera tiene mayor talento en la escritura, mientras que en el diseño escénico más bien se mueve a la zaga de las palabras, tratando de dar vida e, imagen a ese texto e historia preexistente. Afortunadamente cuenta con un trío de actrices inteligentes y experimentadas como son Ana Berta Espín (Delgadina), Zaide Silvia Gutiérrez su hermana Rita y Angelina Peláez en el papel de la madre. Excelente trabajo el de todas ellas, que sostienen en buena medida a la estructura de puesta. Los acompaña Javier Ruán en un breve rol de indígena tarahumara.

En definitiva, un material y un autor interesante que está comienzo de su camino. Cabe la madurez, la reflexión sobre lenguajes y el crecimiento autónomo a la influencia visible de los maestros para sus próximos productos.

PUERTA NEGRA (LA DELGADINA). Autor y directot Felipe Nájera. Con Ana Berta Espín, Zaide Silvia Gutiérrez, Angelina Peláez y Javier Ruán. Teatro del Centro Cultviral Helénico, Revolución 1500, Guadalupe Ion, 5662-7535 y 5662-8674. Lunes y martes, 20:00 horas. Loc. 120. Sistema Ticketmaster, 5325-9000. Adolescentes y adultos. Duración aproximada 105 mis. Estacionamiento. (Sur)