FICHA TÉCNICA



Título obra La jaula de las locas

Autoría Harvey Fierstein

Dirección José Luis Ibáñez

Elenco Gustavo Rojo, Javier Díaz Dueñas, Luis Gatica, Cecilia Romo, Liza Willer, Luis Gimeno, Julio Beckles

Escenografía David Antón

Espacios teatrales Teatro Silvia Pinal




Cómo citar Bert, Bruno. "La jaula de las locas". Tiempo Libre, 1993. Reseña Histórica del Teatro en México 2.0-2.1. Sistema de información de la crítica teatral, <criticateatral2021.org>



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Teatro

La jaula de las locas

Bruno Bert

Comenzamos las críticas del año con la reposición de un material que se estrenara a fines de la temporada pasada en el teatro Silvia Pinal: La jaula de las locas, sobre libreto de Fierstein, bajo la dirección de José Luis Ibáñez.

El material de base es conocido por todos, ya que cuenta con algunos años y los que no han visto algunas de las conocidas puestas teatrales que de él se hicieron en diversos países; seguramente tuvieron la oportunidad de gozarlo en su versión cinematográfica. Si lo comparamos con esta última, encontramos que en este montaje —una comedia musical— se han priorizado todos los elementos de la espectacularidad por sobre el desarrollo de la estructura anecdótica, que pasa a ser un soporte de las coreografías y el amplio despliegue escénico. De todas maneras, las alternativas de esta madura pareja de homosexuales; del cabaret travesti que regentean y el casamiento de su hijo con una mujer "de familia", continúa teniendo toda la simpatía y vigencia del momento en que se estrenara originariamente.

La contraposición de valores con la pretendida "normalidad"; el desenfado frente a los cánones tradicionales y la reivindicación del "vive el hoy como lo sientas", recuerda muy claramente el desarrollo de espectáculos de características gay antes del sida —y todas las connotaciones sociales vinculadas con él— se impusiera como una cortina opaca a esta liberalización de los estilos de vida.

La puesta de José Luis Ibáñez tiene la ventaja de ser muy ligera, y de aprovechar, con gran conocimiento del manejo de espacios y actores, los que suelen ser lugares comunes del lenguaje de este género teatral; volviéndolos gratos y casi renovados por la agilidad de su manejo. Cuenta a su favor el trabajo escenográfico de David Antón, alejado de cualquier pretensión de naturalismo escénico en el planteo global; recordando más bien los recursos clásicos de las comedias de este tipo; incluyendo imágenes y recursos que no sólo el teatro sino también el cine musical hizo reconocibles para dos generaciones de espectáculos. Un detalle no banal es la mala calidad del equipo de sonido que —al menos en la función de prensa— pasó con frecuencia de las estridencias al susurro. Por supuesto es algo fácilmente corregible.

Dentro del trabajo actoral, el coro ("las fabulosas cachels"), compuesto por una docena de bailarines, resulta interesante en el desarrollo de las propuestas coreografícas elaboradas por Martin Allen, aunque hay que admitir que tal vez por ser comienzo de temporada, se nota una cierta falta de precisión y homogeneidad que desluce un poco lo que seguramente puede ser un excelente trabajo en el andar de las funciones. Sobre ellos descansa la mitad de la eficacia del espectáculo y no escatiman ni ganas ni habilidades, en lo que incluye baile, canto, acrobacia e histrionismo, por lo que resulta muy importante el ajuste general de su trabajo, el que sea más fluido y con menos visión de las funciones escénicas.

La otra mitad del espectáculo se halla en manos de los actores, entre los que naturalmente destaca la pareja central constituida por Gustavo Rojo y Javier Díaz Dueñas, ambos muy eficaces, con un punto a favor del último por la dificultad que implica la dualidad de su personaje y la habilidad con que logra imponerse creando un espacio propio dentro de la escena. Los acompaña Luis Ga-tica, en el papel del hijo, con un correcto desempeño; Cecilia Romo, Liza Willer y Luis Gimeno, como la novia y su pacata familia y por último Julio Beckles en el simpático aunque excedido personaje de Jimmy-Claudia.

En definitiva, un trabajo que hace juego con los que habitualmente se presentan en el teatro de Silvia Pinal: pasatiempos brillantes de corte internacional, con un gran despliegue de producción y un nivel de teatro comercial que está entre los mejores de este tipo en nuestro medio.