FICHA TÉCNICA



Título obra El extensionista

Autoría Felipe Santander

Dirección Felipe Santander

Elenco José Luis Castañeda, Antonio González, Adriana Parra, Gabino Palomares

Escenografía Félida Medina

Espacios teatrales Teatro del CREA




Cómo citar Rabell, Malkah. "El extensionista en el teatro de CREA". El Día, 1979. Reseña Histórica del Teatro en México 2.0-2.1. Sistema de información de la crítica teatral, <criticateatral2021.org>



TRANSCRIPCIÓN CON FORMATO

El Día

Columna Se alza el telón

El extensionista en el teatro de CREA

Malkah Rabell

Un joven ingeniero, Cruz, llega a un pueblo, Tenochtlén, enviado por el Estado para resolver los problemas técnicos del campesinado lugareño, Pero éste no se preocupa por sus problemas técnicos, sino por los políticos, los sociales y económicos, que son infinitamente más graves. El joven Cruz está lleno de buena voluntad, especie de Alma buena de Tenochtlén, el Sechuan mexicano. Mas su buena voluntad para nada le sirve para acercarlo a sus colaboradores, ni tampoco le sirve a los campesinos que han de luchar contra la voracidad del cacique, la corrupción general, contra la explotación de la cual los hacen objeto desde el Banco hasta los ingenieros llegados de la ciudad, desde los usureros hasta los empleados bancarios que se confabulan con los anteriores para negocios particulares a cuenta del campesino y Cruz, el "Extensionista", se encuentra solo, rechazado por los habitantes pobres del pueblo que desconfían de la gente de razón, y sin desear ligarse a sus "iguales", los demás funcionarios, ingenieros y el mismo cacique. Cuando Cruz propone sembrar algodón porque descubre que el terreno se presta para ello, y semejante siembra levantará la economía de los aldeanos, el cacique les impone a los campesinos el cambio, en tanto él mismo se queda ron la siembra de maíz y de frijol. Se firman todos los contratos convenientes para defender la cosecha y al mismo tiempo los intereses del campesino hasta que se venda el algodón. Se le promete mucho, pero no se le cumple nada. Y el cacique, quien fue el único en quedarse a sembrar el frijol y el maíz, ante el hambre del pueblo, dobla el precio de sus productos. Y ante la protesta de las víctimas que tratan de unirse para luchar, el cacique hace detener y matar a sus líderes; el ingeniero Cruz y el campesino Benito.

El autor de la obra, Felipe Santander, que antes de iniciarse en la dramaturgia fue actor, aparte de ser también él "extensionista", ha escrito numerosas obras de diversos géneros. La última: Una noche, todas las noches, fue estrenada hale ocho años. Desde entonces, desilusionado por el poco interés que despiertan las obras nacionales en México, se abstuvo de producir. En 1978 un renovado interés por la dramaturgia nacional parecía ofrecer nuevamente un campo creativo a los escritores de teatro, pero tal no se muestra el caso de este bello drama, doloroso y realista, que enfoca uno de nuestros más graves problemas, el del campo, el del campesino. Relegada la compañía formada por jóvenes actores del SAI, a una sala desconocida, la del CREA donde nunca ha actuado un conjunto profesional, permanece en el anonimato y el público es muy escaso, pese a una excelente prensa, tanto de los más connotados críticos como de los cronistas. Pese a todos sus esfuerzos, la compañía no pudo conseguir una sala más "calentada" por los espectadores, más céntrica y más conocida.

La obra sin embargo vale la pena de ser vista, tanto por su contenido como por su construcción dramática, tanto por la excelente actuación de todos los jóvenes actores —entre quienes se destacan José Luis Castañeda, como el ingeniero Cruz; Antonio González como el campesino Benito, Adriana Parra como Manuela y Gabino Palomares como el Cancionero—, como por la dirección del propio Felipe Santander, y hasta por la escenografía de Félida medina, que para esa obra verídica ha recurrido a una ambientación más bien simbólica y abstracta realizada con materiales originales del propio campo de la acción dramática, como el yute y el otate. Con muchos elementos brechtianos tanto en la dirección como en la escritura, ese Alma buena de Tenochtlén, también recurre a las canciones, a un cancionero, quien con su guitarra es el narrador permanente de la acción. Y sobre todo acogiéndose a la teoría brechtiana que exige del espectador la "toma de decisiones" del autor dejó la obra trunca después de casi dos horas de clara explicación de los problemas y de la situación, y pidió un final al mismo auditorio, que debe encontrarlo "influido por las argumentaciones del drama".

Ojalá que suceda el milagro que permita prolongar la presentación de este drama que es el del campesino mexicano; un drama que, aunque parezca mentira, es bastante desconocido de la población urbana.