FICHA TÉCNICA



Título obra Escarabajos

Autoría Hugo Argüelles

Dirección Enrique Rentería

Elenco Olga Martha Dávila, Eduardo Linar, Gustavo Navarro, Alicia Camps, Armando Franco, Gloria Leticia Inclán, Luis de León

Escenografía Félida Medina

Espacios teatrales Foro La Conchita




Cómo citar Rabell, Malkah. "Escarabajos de Hugo Argüelles". El Día, 1991. Reseña Histórica del Teatro en México 2.0-2.1. Sistema de información de la crítica teatral, <criticateatral2021.org>



TRANSCRIPCIÓN CON FORMATO

imagen facsimilar

El Día

Columna Se alza el telón

Escarabajos de Hugo Argüelles

Malkah Rabell

Hugo Argüelles no es un autor fácil ni amable, le gusta sorprendernos con notas fuertes que destrozan el buen gusto de las damas elegantes y pretenciosas. Así desde el inicio de Escarabajos, el protagonista, Jaime, que nos va a relatar la historia de su familia, y sobre todo de su madre –que lleva el simbólico nombre de Medea– tiene un gesto que nos deja fríos de espanto. Como actor está preparándose para el primer acto de la Medea de Anouilh cuyo papel interpreta personalmente, y para su máscara teatral improvisa un maquillaje que mezcla las cenizas de su madre con diversos afeites. (No podemos dejar de pensar en los campos de concentración cuyos amos vendían las cenizas de los presos asesinados a sus familiares, sin que en realidad se supiera a quienes pertenecían. Era un negocio redondo). Jaime lo hace para sentirse –con esa superstición propia de los actores– bajo la protección de su progenitora en su difícil interpretación de la obra de Anohuilh.

Después de esa introducción algo espeluznante, empieza la representación del extraño drama de una familia de clase media, a cuyo jefe los intereses económicos llevan a las más desalmadas vivencias. El dramaturgo trata de analizar psicológicamente a cada uno de los miembros de ese mundillo cerrado que es una familia burguesa: hijos, el novio de la hija, padre, madre y hasta una hermana que llega de Veracruz, anclados en el México de 1959, cuando la "moral" sexual era más estricta que en nuestros días, y cuando el miedo a lo que dirán los amigos y los vecinos oscurecía la visión de la vida, y de la verdadera moral. El centro de ese conglomerado humano es la madre, abandonada durante años con sus dos hijos por un hombre que se casó con otra por su fortuna, y que sigue viviendo con la ilusión de recuperarlo. Es un personaje que el autor supo diseñar con pinceladas profundas: la mujer que pierde su orgullo y su dignidad, de rodillas ante el "macho" aceptando su brutalidad y desprecio, engañándose a sí misma. Lo que los hijos aceptan sólo a regañadientes, por amor a la madre, pero con odio hacia el padre.

Cada uno de esos personajes encontró su protagonista adecuado. En el difícil papel de la madre, Olga Martha Dávila era humilde y pegajosamente enamorada, con una presencia y una actuación convincentes. Eduardo Linar en el personaje de Mauro, el padre, papel desagradable, en el cual el actor no pudo dejar de repetirse, pero muy apropiado físicamente para el personaje todavía joven a quien dos mujeres se disputan. Los que realmente llamaron la atención fueron los tres jóvenes: Gustavo Navarro como el hijo Jaime en su juventud; Alicia Camps, como Leticia la hija caprichosa pero honesta en su pensamiento; y Armando Franco, como Esteban, el novio sinceramente enamorado de Leticia. Esos tres actores juveniles nos dan la alegría de esperar mucho de la nueva generación. ¡Estaban excelentes! Gloria Leticia Inclán, en la hermana veracruzana de Medea, a quien todo el mundo confunde con una sirvienta, tiene un papel que se suele llamar "un bombón" y conquistó al público. Y por fin, también tuvimos la satisfacción de ver reaparecer después de una prolongada desaparición a Luis de León, en el papel del hijo, Jaime ya en el año 1991, que le dio a su personaje la importancia que tiene un prologuista y un epiloguista.

Uno de los intereses que despertó esa puesta en escena debida a un muy joven director, Enrique Rentería, aún insuficientemente maduro, es la elección del teatro: el Foro Conchita, bastante escondido en nuestra inmensa ciudad, que siempre hemos considerado un poco como un juguete, por su situación en una casa particular rodeado de un precioso jardín pero que en la presente oportunidad adquirió, bajo la visión de la estupenda escenógrafa Félida Medina, la consistencia de un verdadero teatro. El escenario que apenas resulta separado del público se hizo bello y funcional, con su manera algo misteriosa de ofrecer –detrás de un cristal– la presencia del hijo actor en su papel de la Medea de Anohuilh.

La atracción por el reino zoológico que parecía apasionar a Hugo Argüelles durante los últimos 20 años y que se traslucía en sus títulos con sus Cuervos y sus Gallos, parecía mucho menos visible en esos Escarabajos, pese al título y pese al paralelo que uno de los protagonistas, la hija, hace entre esos insectos, que acarrean una bola de inmundicias de un lugar para otro, y su hogar.