FICHA TÉCNICA



Título obra El medio pelo

Autoría Antonio González Caballero

Dirección Luis Martín

Elenco Simón Rodríguez, Bárbara Gil, Javier Ruán

Escenografía Máximo Tizoc

Espacios teatrales Teatro Tepeyac




Título obra Señoritas a disgusto

Autoría Antonio González Caballero

Dirección Mercedes de la Cruz

Elenco Magda Guzmán, Kitty de Hoyos, Álvaro Tarcicio, Roberto D’Amico, Aurora Alonso

Espacios teatrales Teatro Reforma




Cómo citar Rabell, Malkah. "Dos comedias de Antonio González Caballero". El Día, 1984. Reseña Histórica del Teatro en México 2.0-2.1. Sistema de información de la crítica teatral, <criticateatral2021.org>



TRANSCRIPCIÓN CON FORMATO

imagen facsimilar

El Día

Columna Se alza el telón

Dos comedias de Antonio González Caballero

Malkah Rabell

En dos teatros, el Reforma y el Tepeyac, se ofrecen sendas comedias del autor mexicano, Antonio González Caballero, tan melancólicas que casi parecen dramas, o mejor dicho melodramas, sin que ello implique sentido peyorativo alguno. Se trata de Señoritas a disgusto y Medio pelo.

Señoritas a disgusto, que ya desde algunas semanas se ha estrenado en el Reforma, pertenece a la época juvenil del autor, cuando González Caballero aún era pintor y decidió de repente cambiar el pincel por la pluma, y escribir una comedia melodramática, su primera obra, haciendo uso de los numerosos recuerdos de su pueblo natal. González Caballero es probablemente uno de nuestros escritores que mejor conoce la vida provinciana, y sabe darle un sabor especial. Tal vez hasta se engolosina con sus propias historias y no siempre tiene ganas de ponerle punto final. Así, en Señoritas a disgusto el último episodio sobra. El episodio anterior, cuando las dos hermanas de buena familia, pero pobres, quedan solas, abandonadas, por el hombre de quien ambas estaban enamoradas, y quien, con toda mala fe creó ilusiones en cada una de ellas para después, dar media vuelta y pedir la mano de la hija de su jefe, vieja, fea, pero rica. Ese momento del abandono, cuando ambas señoritas a disgusto perciben con claridad la soledad a la cual quedan condenadas, es una escena que pide a gritos el telón final. Pero el dramaturgo prefirió agregare otros veinte minutos, otro día de la vida de las hermanas Santoveña, que cambia por completo su destino. Un destino que no promete mucha felicidad, pero que de todos modos va a cambiar sus vidas.

Esa primera obra colocó a González Caballero de inmediato en la fila de dramaturgos profesionales. Lo que el autor improvisado creía un juego, resultó ser una obra sólidamente construida, con personajes de facetas psicológicas cambiantes de un gran realismo, diseñados por un comediógrafo que conoce el alma humana, y que ha sabido observar con precisión y pasión la conducta v las reacciones de sus conciudadanos. Los protagonistas de la obra son sólo cinco; mas, cada uno de ellos está pintado con una gran riqueza de colores. Personajes que ofrecen cada uno en su papel, una intensa gama psicológica, reflejo de un pueblo, de una época, de una clase social y de un ser humano perfectamente individualizado.

En esos cinco personajes, cinco actores han dado lo mejor de sí mismo, nos han hecho reír y a veces hasta verter una lágrima. Magda Guzmán, la siempre excelente actriz, ha sido una María Luisa Santoveña muy real y convincente. Mas, caso extraño, Kitty de Hoyos, a quien hace muchos años no vemos en el escenario capitalino, logró opacar a su colega de mayor oficio escénico, como es Magda Guzmán, en el papel de la hermana menor, Kitty de Hoyos fue realmente excelente, con una gran naturalidad, una dicción clara y mucha presencia escénica. No menos excelente fue Álvaro Tarcicio en el papel del viejo amigo de la familia. Parecía creado especialmente para ese personaje, con su elegancia de viejo verde, con su cara bondadosa y toda su manera de ser y de actuar. Roberto d'Amico, como el "aventurero" que llega al pueblo en busca de alguna heredera para casarse. estaba un poco sobreactuado, pero ya sabemos que sólo un buen actor puede ser sobreactuado, y D'Amico le dio realidad a ese protagonista de pocos parlamentos pero de mucha importancia. En cuanto a la joven directora Mercedes de la Cruz, fue muy atinada, y creo que trata de especializarse en autores nacionales, lo que es una buena señal para el futuro de nuestra dramaturgia.

Pasaron los años, y Antonio González Caballero se liberó de las influencias de sus colegas mayores que resultaban muy visibles en sus primeras obras. Cuando escribió El medio pelo ya tenía su personalidad propia. Y continúa teniéndola. También en esta obra: El medio pelo, el tono central se basa en la soledad, sobre todo de las mujeres que han de quedarse solas, cuando el marido muere y los hijos se van a buscar sus propios caminos. Algunos elementos de sus primeras obras también figuran en esta comedia representada en el Tepeyac bajo los auspicios del IMSS.

También en la presente obra existe un narrador de influencia brechtiana, representado por uno de los protagonistas. Vi en Señoritas a disgusto este personaje es una mujer, la Nana Lola, interpretada por Aurora Alonso, en El medio pelo la parte del narrador pertenece al muy joven actor Simón Rodríguez en su papel de hijo de un ranchero. También, aquí hay una mujer condenada a la soledad, una viuda que al encontrarse sola trata de reiniciar un antiguo amor con el ranchero Guadalupe Marcial, a quien durante cinco años ha rechazado por considerarlo de clase social inferior, de "medio pelo". ¡Demasiado tarde! El corazón del ranchero ya está ocupado. También aquí el ambiente es de un pueblo donde las clases sociales quedan aún más separadas que en Señoritas a disgusto. Lástima que en el papel de la viuda, Bárbara Gil –más bello que nunca– hable con una voz tan baja que no se le oye, y a menudo ni siquiera se le entiende. Debe ser la costumbre de actuar frente a las cámaras de la televisión o del cine. En el papel del "ranchero" Javier Ruán tiene mucha simpatía y nos hace olvidar al excelente intérprete anterior, Eric del Castillo.

La dirección del regiomontano Luis Martín, especialmente invitado paar esta representación, resultó bastante plana, en tanto la escenografía de Máximo Tizoc no tuvo mayor funcionalidad.