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diorama

teatral

Sigue de la página cuatro

 

en un ruido; cada reacción, en una reacción; formando así una estructura imaginística, un espectro, con su acepción física de: resultado de la dispersión de un conjunto de radiaciones; de descomposición de luz a través de cuerpos refrigentes.

     Este espectro es formado con significativas imágenes de: explosión, derrumbamiento, refracción, rompimiento, ilación, reverberación, en un sucesivo destruirse y reconstsruirse, que conduce al espectador al vislumbramiento, en su sentido profético, de mundos y universos íntimos y cósmicos. El símbolo Nínive, meta íntima -en la obra de Elena Garro- deviene meta cósmica, por esa representación en la que cada individuo, cada objeto, viene a ser efectivamente la “representación” de una dinámica que hace estallar, como cartucho explosivo, la energía comprimida. Esa liberación de energía es el poema escénico. Poema, en el que este director usa la metáfora plástica, metáfora que es condensación simbólica, y con la cual va conformando un nuevo código de signos, un lenguaje más que ideográfico, sensográfico, puesto que es recibido por el espectador más como estremecimiento sensorial, sinestésico y menos como ideal reductible a la razón.

    Alexandro se sirve de la pantomima, precisamente, como recurso para llegar a la sinestesia. Cuando Ancira camina arrastrando una pantalla de televisión, Alexandro hace una metáfora, trasplantada de la región intelectiva, hacia la plástica. La actitud de un personaje que no vive, que contempla la vida de los otros, es percibida por el

 

espectador como estímulo visual: las palabras del personaje toman cuerpo en la imagen física; como también vemos con la metáfora de la leche que se derrama al final de la obra. Cosa similar ocurre cuando en Las sillas, la Vieja dice al Viejo que “rompió su vocación”, en ese momento “vemos” la vocación rompiéndose dentro del personaje, como una acción que se expande por el tiempo hasta el infinito; todo lo que sucedió, sigue sucediendo y seguirá sucediéndose en el futuro.

    Uno de los pilares del arte de Alexandro, es evadir las barreras de tiempo y espacio, porque Alexandro es un poeta de la escena, que utiliza como materia el misterio y de ella son subsidiarios los cuerpos, las ideas, las palabras, los gestos, los sonidos, elementos que no son nunca estáticos, que son como ondas radiales que brotan del misterio y se extienden concéntricamente por la atmósfera.

    Carlos Ancira, Magda Donato, Héctor Ortega y María Teresa Rivas, son también creadores mágicos de ese universo, los estimuladores de todos los sentidos, su arte queda inscrito en el epicentro de la poesía, han traspasado las lindes de la "actuación", pues de Actores, han pasado a ser Símbolos de visualización multidimensional: ojos, voz y cuerpo del poema escénico.

     Patricia Morán y Luis Bayardo denotan su rápido asimilamiento a una nueva técnica, expresándose en magníficas actuaciones, dentro de esta forma estética.

     Este todo, del que el montaje sonoro de Alexandro y las escenografías y trajes de Lilia Carrillo y Jorge Manuel son otros tantos pilares que sostienen el milagro teatral, revela una vez más, el genio de su creador.