Resaltar búsqueda

diorama teatral

“las sillas”

y “la

señora...”

  por mara reyes

   Teatro Jiménez Rueda. La señora en su balcón. Autora, Elena Garro. Dirección, Alexandro Jodorowsky. Escenografía y trajes, Lilia Carrillo. Reparto: (por orden de aparición): María Teresa Rivas, Patricia Morán, Héctor Ortega, Luis Bayardo, Carlos Ancira y Alexandro.

    Las sillas. Autor, Eugène Ionesco. Traducción, Magda Donato. Dirección y montaje sonoro, Alexandro Jodorowsky. Escenografía y trajes, Jorge Manuell. Reparto: Carlos Ancira, Magda Donato y Héctor Ortega.

 

    Seis años hace que Alexandro Jodorowsky llegó a México. Seis años, en los cuales su producción ha obligado a evolucionar a nuestro movimiento teatral que con su arribo se conmovió hasta su cimiento. Para el teatro de México, A1exandro ha sido un revolucionador por antonomasia, un revolucionador de las formas que no se conforma con la actitud esteticista de la forma por la forma, sino que se compromete con su tiempo, pero sin aferrarse a ningún dogma; es capaz de afirmar un día una idea y de contradecirla al siguiente, porque Alexandro va expresando lo que siente en el momento lo que siente.
     Las dos obras que presenta en el Teatro Jiménez Rueda, dentro del Ciclo de Búsqueda organizado por Héctor Azar, habían sido ya estrenadas por Alexandro con anterioridad: La señora en su balcón, de Elena Garro, en

abril de 1963, en el teatro 5 de Diciembre; y Las sillas, de Ionesco, en octubre de 1960 en el teatro Arcos Caracol. El reparto de Las sillas no ha sufrido alteraciones: Carlos Ancira, Magda Donato y Héctor Ortega, conservan sus papeles, en cambio en La señora en su balcón, sólo Carlos Ancira y el propio Alexandro encarnan sus mismos personajes; María Teresa Rivas, Patricia Morán, Héctor Ortega y Luis Bayardo, sustituyen a Elda Peralta, Lourdes Canale, Carlos Bribiesca y Humberto Huerta, respectivamente.

   Si en la fecha de aquellos estrenos, mi comentario -obligadamente breve-, se extendió más sobre los autores, ahora quiero enfocarlo hacia la puesta en escena, que ya desde aquel entonces dije que “una función como esta es de las que borran del recuerdo todos los malos ratos pasados” en el teatro.

    Ya Piscator -como otros muchos hombres de teatro- han considerado al teatro como una “concepción del mundo” o una “cosmovisión”, no es extraño pues, que Alexandro también lo considere así. Su arte sigue determinados procesos para construir alrededor del mundo del autor, un universo que lo trascienda, poniendo en marcha una fuerza centrípeta que hace prolongarse ese mundo del escritor hacia el alexandrino. Esta perspectiva nos descubre en este director un sistema estético, orgánico y dinámico. Cada palabra se resuelve en una imagen; cada gesto

 

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