puesta en escena
imaginación y poesía.
Mucho sentido escenográfico el de Augusto
Ramírez. Todas las actuaciones sin excepción revelan en los muchachos
magnificas dotes. El grupo es un muy buen equipo estupendamente dirigido por
José Luis González.
La cuestión jurídica
Autor,
Aurelio Ferretti. Dirección, Pedro Kamel.
Escenografía, Prof. Leoncio Nápoles. Reparto: Cristela Guajardo, Juan Gabriel Moreno, Rodolfo Quiroz, Pedro Kamel,
Humberto Huerta, Pedro Gámez y David Espinosa.
El autor critica a aquellos que ejercen
malamente la jurisprudencia ya que con sus malos manejos hacen que de los
rigores de la justicia, se libre más fácilmente un culpable que un inocente.
Al mismo tiempo sostiene Ferretti, que las leyes son verdaderos monstruos, puesto que
al reo que ha sustraído dinero le cobran en días de libertad: en días de su
vida.
Bastante bien lograda la dirección y la
actuación, especialmente Juan Gabriel Moreno, el propio director Pedro Kamel y Cristela Guajardo.
El gran teatro del mundo
Autor, Calderón de la Barca. Dirección, Salvador Carrillo.
Escenografía y vestuario, Máximo T. Zárate. Reparto: Luis Castillo, Luis
Miranda, Juan Manuel Díaz, Gloria del Razo, Dolores
Linares, Eduardo Borja, Wilebaldo López, Vicente
Gutiérrez, Julio Castillo y María Teresa Monroy.
Del clásico Calderón de la Barca es
innecesario hablar; lo que cuenta en esta ocasión es la puesta en escena, bien
realizada por el director, Salvador Carrillo. Lo mejor logrado por éste fue el
ambiente, y aunque no hizo casi uso de los recursos teatrales, no dio por ello
sensación de pobreza. Y es precisamente
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la síntesis en
la escenografía y lo estrictamente esencial del vestuario lo que le dio mayor
calidad al trabajo de Zárate.
Los actores, bien; sobresalen Luis
Miranda, María Teresa Monroy, Eduardo Borja y Wilebaldo López.
Crepúsculo otoñal y Coloquio nocturno
Dos obras de Friederich Dürrenmatt.
Dirección de la primera, Héctor Ortiz. Dirección de la segunda, Óscar Chávez.
Escenografía, Guillermo Barclay. Música, Rocío Sanz.
Reparto: Juan Ángel Martínez, Rolando de Castro, Angelina Peláez, Eduardo López
Rojas y Óscar Chávez.
En Crepúsculo
otoñal, Dürrenmatt, con un gran sentido teatral,
toca fundamentalmente el tema de la impunidad de aquellos que figuran en la
cumbre de la escala social; también habla de la necesidad que la gente tiene de
identificarse con los personajes que ejecutan todas aquellas acciones, por
penadas que éstas sean, y en general, con aquellos personajes que realizan todo
lo que a ellos les está prohibido. ¿Es por eso que hay tantos lectores para las
novelas de crímenes?
Coloquio
nocturno, contrario de la anterior, es una obra nada teatral, más que teatro
es un diálogo cuya acción dramática pierde todo su carácter de resorte teatral
desde el momento en que al principiar la obra se conoce de antemano que el
verdugo matará al escritor; no se plantea en el curso de la obra ni siquiera un
intento de verdadera lucha, o de resistencia al destino.
Es una obra en la que se mata al que
escribe sobre la libertad del hombre, al que incita para que resguarde su
dignidad, y en ella, al hablar de la muerte, muestra Dürrenmat su profunda raíz de hombre de fe. Coloquio
nocturno es una obra eminentemente religiosa.
La dirección que hizo Héctor Ortiz de la
primera obra
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