diorama teatral
marcel
marceau
por mara reyes
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Palacio de las Bellas Artes. Del 4 al 11 de
septiembre. Pantomimas: El papalote. El mago.
El saltimbanqui. Los siete pecados capitales. Adolescencia, madurez, vejez y muerte.
Bip músico callejero. Bip torero. Bip se
suicida. Bip en el baile. Bip soldado. (Segundo programa): El batelero. Los burócratas. El tribunal.
Reminiscencias. Contrastes. Bip pasa una audición. Bip y la dinamita. Bip sueña
ser don Juan. Bip en una recepción. Bip juega a David y Goliat.
Marcel Marceau ha vuelto a
México con un caudal nuevo y antiguo de pantomimas, en las que el mimo revela
su preocupación humana y social. No trajo en esta ocasión El fabricante de máscaras, pero en cambio vino a conmovernos con su
observación minuciosa y estrujante de los Contrastes de nuestra realidad
civilizada, donde el hombre juega a la guerra en una feria callejera y donde el
hombre juega al faquir de feria en una guerra.
La pantomima no es imitación sino mimetismo; no es exterior
sino interior. Mimetizar significa para el mimo
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ser la cosa misma, no reproducirla,
de ahí que cuando vemos a Marcel Marceau “mimar” la
guerra, el sentido de la identificación: hombre-guerra, no puede ser más que
trágico.
En esta época en la que los valores antiguos han dejado de ser
sagrados, Marceau no puede menos de representar al Tribunal de la justicia como una
mascarada y a la organización burocrática como una burla al pueblo que no sólo
tiene que sufrirla, sino admitir que no puede hacer nada contra la burla y
declararse vencido frente a ella.
Sin embargo, Marceau no puede
desprenderse de su innata ternura y de sus Reminiscencias románticas, y entonces se convierte en el anciano de todos los tiempos, que
recuerda su juventud, o en el Bip (el personaje de su creación) que “juega a
David y Goliat” cumpliendo el sueño de todos los débiles que han querido vencer
a los fuertes, de los desvalidos que han pretendido avasallar a los poderosos:
un sueño romántico. Y
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