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III y último

 

IMSS

 

    Una liquidación de labores que ha conmocionado al ambiente teatral de la República, y al público, es la que había venido ejerciendo el Patronato para la Operación de los Teatros del Instituto Mexicano del Seguro Social. De 1960 a 1965 esta institución construyó más de veinticinco teatros cerrados y más de quince abiertos en diferentes poblaciones del país. En la ciudad de México, escenificó treinta y nueve obras, en sus teatros: Xola, Hidalgo, Tepeyac e Independencia, con un total de 2,223 funciones, a las que asistieron aproximadamente 700,239 espectadores. Clausurar una labor de esta magnitud, implica pues, para los nuevos funcionarios una responsabilidad de la que no podrán sustraerse.

    Antes de desintegrare el Patronato, éste tuvo tiempo de montar todavía, durante 1965, seis espectáculos en sus teatros Xola e Hidalgo. Cinco de ellos de teatro extranjero y uno de autor nacional: Yerma de García Lorca y El burgués gentilhombre de Molière, bajo la dirección de José Solé; El inspector de Gógol, Rómulo Magno de Dürrenmatt y El hilo rojo de Henry Denker, bajo la dirección de Ignacio Retes, este último, autor y director del sexto y último espectáculo Los hombres del cielo.

    También estuvieron en actividad los Centros de Seguridad Social, en los que se presentaron, como teatro de aficionados, diversos espectáculos, entre ellos, Prohibido suicidarse en primavera de Casona, dirigida por Ester Herrera Moguel y Juegos dramáticos de Lya Engel, en donde la crítica teatral se muestra como escritora y directora.

    No es posible borrar de una plumada la magna labor del Patronato -que incluye además muchas giras profesionales

diorama teatral

balance,

de

1965

          por mara reyes

 

por los estados, otras populares y una cantidad incontable de representaciones, en toda la República, de los grupos originarios de cada lugar-. Esperemos que todo ese trabajo fructifique en bien de la formación cultural de unos y en el desarrollo intelectual de otros, ya que el arte es alimento del espíritu, tan necesario como el alimento corporal, y que no se pierda en el vacío, como tantos otros intentos frustrados, tan frecuentes en nuestro México.

 

UNAM

 

     La Universidad de México inició sus labores con la continuación de la temporada final de 1964, en la que se puso en escena Olímpica de Héctor Azar, obra que llevó a Nancy, Francia, la compañía de Teatro Universitario, en la primera mitad del año.

     Además de las prácticas teatrales dentro de la Facultad de Filosofía y Letras, los estudiantes universitarios de diferentes facultades, llevaron a la escena varios espectáculos en el Teatro Estudiantil de la UNAM (Antes Arcos- Caracol). De entre ellos, sobresalen las puestas en escena de Un ermitaño es descubierto de Saunders, por estudiantes del Seminario de

Experimentación Teatral de la Facultad de Filosofía y Letras, quienes fueron dirigidos por Eduardo García Máynez y Jacobo o la sumisión y Se necesita de todo para hacer un mundo, de Ionesco, que fueron representadas bajo la dirección de José Estrada.

      Los estudiantes de la Escuela Nacional de Ciencias Políticas y Sociales se presentaron con México, 1900, dirigidos por Óscar Chávez y los de la Escuela Nacional de Economía, bajo la dirección de Carlos Fernández, con la difícil obra de Max Frisch: La muralla china.

     Dos espectáculos relevantes se mantuvieron en cartel durante largo período en la Casa del Lago: Diálogo entre el Amor y un viejo de Rodrigo Cota, con la participación de dos de nuestros mejores actores: Beatriz Sheridan y Carlos Fernández, dirigidos por José Luis Ibáñez y Leoncio y Lena de Büchner, en la que Carlos Fernández se lanzó como director de escena, revelando muchas posiblidades.

     En el Teatro de la Ciudad Universitaria (Facultad de Arquitectura), Ludwik Margules dirigió con acierto a los estudiantes de esa facultad,

 

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