|
Alfredo de Musset triunfó en la escena por una Ella, actriz rusa de fino y voluptuoso temperamento que precedió en el corazón del gran romántico francés al gran amor de su vida, la atormentada que fue Jorge Sand. Ninguna de las piezas que componen el teatro de Musset, de la serie Comedias y Proverbios, fue escrita pensando en la posibilidad de que fuera representada. La primera de todas sus obras de teatro, una deliciosa comedia titulada A quel revent les jeunes filles, apareció en el volumen Un spectacle dans un fauteuil, que, comentado por Saint-Beuve en la Revue de Deux Mondes, le abrió las páginas de la gran revista como colaborador. Las primeras colaboraciones de Musset fueron dos piezas de teatro: André del Sarto y Les caprices de Marianne, publicadas a fines de 1832. Unos cuantos meses después Musset, joven poeta que aún no encontraba su inspiración propia y seguía las huellas de Hugo y de Merimée de Byron también, había de encontrarse con Jorge Sand, la gran novelista de profundos, enormes ojos negros, que tanta influencia había de ejercer en su alma, haciéndole vivir una pasión honda y sincera, epilogada en un mortal desengaño, amor y dolor que hicieron vibrar las cifras más sensibles del poeta, cristalizando en las inolvidables páginas que nos legó el gran romántico. |
Desengañado de Jorge Sand, Musset se entregó al trabajo -y a nuevos amores- para su consuelo. No sobran en esta croniquilla de teatro, pero tampoco hacen falta, las referencias a su obra poética en general. Amó a la princesa Belliogoso, a madame Jaubert, a Aimée d'Alton, la que muerto el poeta se casó con un hermano de él y escribió sin reposo. Por cuanto se refiere a teatro: Fantasio, Lorencio (1834), Le Chandelier (1835) -que el dramaturgo Usigli representó en el Hidalgo, de México, el año 1933-; Le servante du roi, Il faut q'une porte soit ouverte ou fermée (1845), On ne saurit penser a tout, Il ne faut jurer de rien, Bettine, Lorison, Carmosine (1850), etcétera. De su teatro decía él mismo: Mi copa es pequeña pero bebo en mi copa. Forma original la suya, de la que Menéndez y Pelayo dijo -y recurro a él porque al fin y al cabo Musset es un autor juzgado, consagrado- que era "deliciosa... una especie de comedia de amor, ideal y fantástica, por el estilo de las de Shakespeare, que nos transporta a un país de encantamientos (o bien) un género de realidad de salón ingenioso y convencional como la de las comedias de Marivaux, salvo la diferencia que nace del genio lírico de Musset, visible aun en la fina trama de estas coqueterías poéticas que tantos han querido imitar, y que resultan tan empalagosas en los imitadores". |