Resaltar búsqueda

   Donde menos se piensa, salta la liebre. Y cuando ha saltado de en mitad del asfalto de una gran ciudad, lo más probable es que abramos mucho los ojos y exclamemos: “¿eh?”…
   Así, sin más: ¿Eh?, es el título de una espléndida farsa de Henry Livings, uno de los dramaturgos muy jóvenes del nuevo teatro inglés. Curiosamente Livings no ha gozado de la popularidad mundial de que gozan sus contemporáneos ingleses Harold Pinter y Arnold Wesker. Claro que tampoco John Arder, Giles Cooper o John Mortimer, con todo y su excelencia, han conseguido traspasar las fronteras británicas.
   Sin embargo hoy por hoy, Livings es quizás el autor más discutido en Londres. Y discutido en el más estricto sentido de la palabra. Los críticos no han logrado ponerse de acuerdo sobre el significado, la calidad, ni la importancia de la obra de este autor.
   Nacido en 1929, Livings se ha dedicado a las más diversas ocupaciones antes de dedicarse al oficio de escritor dramático. Entre otras muchas cosas ha sido cocinero y actor. Su primera obra de teatro estrenada es una farsa velocísima e inquietante llamada Stop it whoever you are! (cuyo título traducido libremente al español de México sería ¡Ya estate quieto, seas quien seas!). Ésta, como todas las obras posteriores del autor, es una obra sin "historia" propiamente dicha. En una serie de cuadros que se suceden rápidamente, vemos al personaje central William Parkin Warbeck, un viejo encargado de los mingitorios de una fábrica, que se va metiendo imprudentemente de una situación en otra, a cual más de imposible. Pero estas situaciones no tienen otra liga entre sí que el propio personaje central. Al final de la farsa, después de haber muerto, el viejo se presenta a su mujer en una sesión espiritista y toma venganza póstuma. La casa en que vive se viene abajo en mitad de la sesión espírita [sic] cuando estalla la tubería del gas, y la aterrada mujer grita: ¡Ya estate quieto, seas quien seas!...

   En Big, soft Nellie, vemos a Stanley Castleton, un honrado y eficiente mecánico electricista que vive con su madre, trabajando calmadamente en la trastienda de un negocio de venta y compostura de radios y televisores, cuando de pronto decide robarse el gigantesco gabinete del televisor en compostura de su patrón. Nos enteramos de que está harto de su madre y de la vida rutinaria que lleva y desea que lo metan a la cárcel como única salida para cambiar de ambiente. Sin embargo no lo logra. La obra termina con un loco número de music hall ejecutando por él y por el dueño del negocio.
   Nil Carborundum es una farsa casi sin chistes pero igualmente divertida acerca de un renuente cocinero en servicio militar de la Royal Air Force que está a punto de obtener su licencia; pero es pescado robando provisiones en medio de un simulacro de batalla y metido al calabozo finalmente.

 

 

¿Eh?
o la liebre
en el asfalto

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

   Kelly’s eye es ligeramente distinta en su corte al resto de la obra de Livings. Por única vez se trata de un melodrama y no de una farsa, y la situación presentada es un poco más coherente desde el punto de vista tradicional. Kelly, un fugitivo de la ley, cuarentón, se encuentra accidentalmente con una jovencita que se pega a él guiada por un consciente deseo de libertad. Se aficionan el uno al otro y el padre de la chica termina haciendo encarcelar a Kelly por su crimen pasado. Kelly, el hombre solitario, egoísta, es encarcelado cuando apenas estaba aprendiendo la generosidad.
   En ¿Eh?, su obra más reciente, Henry Livings vuelve a la farsa. Valentine Brose, un joven sin muchas ganas de trabajar es empleado en una fábrica de teñidos donde lo único que tiene que hacer es oprimir un botón para echar a andar las calderas. El resto del tiempo se lo pasa durmiendo, peleando con el gerente,

casándose con su novia y llevándosela a vivir a la fábrica y cultivando enormes hongos en el ambiente húmedo del cuarto de calderas. Después de infinitos conflictos con todo mundo, Val termina compartiendo sus hongos con el fogonero y dejando que las calderas y la fábrica entera exploten libremente.

   Del mismo modo que en la farsa tradicional, los personajes de Henry Livings son movidos a la acción por sus deseos más recónditos. Las ganas de cantar en los momentos más solemnes, las ganas de amenazar de muerte a un tipo antipático en medio de la conversación más tranquila, se suceden de pronto y con estrépito sin mayores consecuencias. La muerte de William Parkin Warbeck y la explosión de su casa en Stop it, whoever you are!, o la aprehensión de Albert Meakin en Nil Carborundum, o la explosión de la fábrica de teñidos en ¿Eh?, no son de ninguna manera consecuencia de toda la serie de deseos expresados por los personajes en el curso de las obras, sino simples accidentes independientes de las relaciones humanas establecidas tan equívocamente. Las diversas expresiones de los deseos íntimos de los personajes en el desarrollo de la acción no tienen consecuencias ulteriores; aparecen y desaparecen en su momento como simples estallidos saludables sin dejar rastro alguno. Y es aquí donde la farsa de Henry Livings se aparta de la farsa tradicional, pues en ésta las consecuencias de los actos libres son acumulativas para la resolución final.
   La preocupación principal de Livings gira alrededor de las relaciones de poder entre la gente más común. El patrón y el empleado ejercen igual dominio el uno sobre el otro, los grados militares son casi intercambiables en lo que a verdadero poder interno se refiere. Para Livings el sentimiento y la idea de poder no son más que eso: un sentimiento y una idea, pues en la realidad la interdependencia es absoluta.
   Los personajes centrales son por lo general hombres pacíficos que, en un momento dado –el momento de la obra–, se rebelan en contra de su sumisión a sabiendas de que esto no cambiará las cosas en ningún sentido. Simplemente estallan por ley natural, por derecho, sin importarles el fin consecuente de sus actos. Rebelión individual que es posible sólo en la medida en que se presenta como caso aislado. Pero Livings no habla del poder tanto como un fenómeno relativo a la estructura social, sino como un valor moral que está alterándose. Y en esto –tal vez lo único– es en lo que Henry Livings se asemeja a sus contemporáneos ingleses. Nos habla, como todos los demás, de una transformación moral que el mundo comienza a experimentar en estos momentos y que es, en Henry Livings, casi como ver de pronto una liebre saltando en medio del asfalto.

Héctor Mendoza