Teatro Villaurrutia. Autor, Fernando Arrabal. Dirección, Julio Castillo. Escenografía, Félida Medina.
Asistente de dirección, F. Balzaretti.
Filmaciones Marcelo Segberg. Iluminación Jorge López
Aguado. Reparto: Marcelo Segberg, Luis Torner, Dunia Ceresvesta,
Miguel Monssel, Guadalupe Vázquez, J. Arturo
González, Boubulina Mariel, Manuel Ibáñez, Maribel
Vargas, Homero Maturano, Gabriel Araujo, Mario
Salazar, Rebeca Briseida y Luis Bermeño. Producción:
Escuela de Arte Teatral del INBA.
Arrabal es un autor que en México ha corrido con suerte, después de
la dos puestas de su Fando y Lis, ambas
extraordinarias, que hizo Alexandro Jodorowsky, un joven, Julio Castillo, laureado como actor
en el Festival de Primavera de 1967, se revela como un director de escena de
primera magnitud al abordar El cementerio de automóviles.
En esta obra hallamos nuevamente ciertos
elementos que podrían calificarse de constantes en Arrabal, como por ejemplo,
la necesidad que tienen los personajes de ser buenos, expresada por Emanú, el protagonista de El cementerio… así
como por Fidio de Oración, o Fando de Fando y Lis.
El mito solar, como el del ave fénix, se
repite cíclicamente en cada obra de Arrabal, el tiempo no existe, sino sólo ese
periódico consumirse para renacer nuevamente entre las cenizas, dando origen a
un nuevo día.
Y es con esta concepción del mundo de
Arrabal, con la que se funde hasta confundirse en una sola, la concepción del
director Julio Castillo, quien penetrando en la substancia medular de la obra,
recreó ese universo del autor hasta el extremo de añadirle un personaje: la muñeca
(infancia, inocente, pureza, limitada en el tiempo)
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