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diorama

teatral

[por mara reyes]
Del sótano al cielo. [Inserción manuscrita de la autora.] Teatro Jorge Negrete. Autor, Francis Swann. Traducción, Rosa Furman. Arreglo, J. Landeta. Dirección, Jorge Landeta y Raúl Cardona. Escenografía, David Antón. Reparto: Héctor Gómez, Luis Rizo, Xavier López “Chabelo”, Durcy Denys, Anabelle Gutiérrez, Ricardo Carrión, Pancho Córdova, Consuelo Monteagudo, Jorge Guzmán, Eduardo de la Peña, Lucía Guilmain y Maggie del Campo.

  Esta obra, estrenada hace varios años por Landeta y Cardona en el Teatro de la Comedia (clausurado desde hace tiempo sin que nadie haya podido librarlo de esa condena), inauguró la etapa de la “locura sana” abandonada después por sus instauradores al separarse la asociación Landeta-Cardona. Este tipo de comedias blancas, prolongaciones de la ideología hollywoodense, no tienen más función que la de hacer al espectador perder amablemente dos horas de su vida. ¡Que en toda metrópoli donde existe todo tipo de teatro mucho se ha repetido! Desgraciadamente la preferencia que el público muestra por las obras que no le hagan pensar es tan marcada que la situación es bastante deprimente. 
Por lo demás, la puesta en escena es plausible. Héctor Gómez y Luis Rizo sobresalen de manera tan definitiva del resto del elenco que no puede medirse su trabajo con la misma tasa. Su profesionalismo, oficio, seguridad,

los sitúa en otro plano totalmente diferente del de sus colegas. Esto no quiere decir que los demás actores que integran el elenco no hagan un trabajo decoroso. Si Lucía Guilmain y Maggie del Campo aún están verdes como actrices, su falta de experiencia queda bien disimulada tras los visillos de una ágil dirección. El actor cómico de la televisión: Xavier López Chabelo”, hace una actuación vivaz, lo mismo que Durcy Denys y Anabelle Gutiérrez. Pancho Córdova no extralimitó sus recursos cómicos. Consuelo Monteagudo, aunque se repite en cada actuación, hace su caracterización sin exageraciones. Correctos también Ricardo Carrión, Jorge Guzmán y Eduardo de la Peña.

  La escenografía de David Antón, con su mesa que sale de la pared (con todo y vasos ya puestos sobre ella) sus lámparas hechas de latas de conserva, su semáforo para indicar si el cuarto de baño está ocupado o vacío, sus “reflectores” disimulados en la pared que sólo se voltean hacia el escenario en el momento en que se va a efectuar el “ensayo” y su clásica ventana que descubre las agujas de los edificios neoyorquinos, no pudo ser más atinada.

 Esperemos que Jorge Landeta vuelva a este camino; siempre es preferible la comedia intrascendente pero graciosa, al vodevil plagado de vulgaridades, género por el que este director se ha decidido a últimas fechas.