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     Los físicos. Teatro Xola. Autor, Friedrich Dürrenmatt. Traducción, Ernesto de la Peña. Dirección, Ignacio Retes. Escenografía Julio Prieto. Reparto: Miguel  Manzano, Rafael Llamas, Berta Moss, Héctor Ortega, Víctor Alcocer, Consuelo Frank, Virginia Gutiérrez, Víctor Eberg, María Stain, etcétera...

 

      En una excelente traducción de Ernesto de la Peña, el IMSS nos da a conocer en español, Los físicos, otra obra del peculiar dramaturgo suizo-alemán, Friedrich Dürrenmatt.

     Tratándose de un autor que al referirse a la forma tradicional de construir un personaje exclama: “Nos tenemos que plantear la pregunta de cómo se debe representar a nuestro mundo dudoso, con qué protagonistas, y cómo tienen que estar hechos y pulidos los espejos en dónde reflejar ese mundo”, no era de esperarse que los personajes de sus obras quedaran enmarcados en el marco clásico estipulado por Aristóteles.

     Tendríamos que comenzar por definir si Los físicos es una comedia, una tragedia, una farsa, etc... y ante esta interrogante nos encontraríamos sin respuesta encasilladora.

      En el teatro de Dürrenmatt hay una combinación de. ingredientes arrojados en iguales dosis; para él “Tragedia y comedia son conceptos de forma, conductas dramatúrgicas, figuras fingidas de la estética”, de ahí que encontremos en sus obras lo mismo momentos trágicos, que grotescos, cómicos que dolorosos, ridículos que desesperados, absurdos que lógicos, místicos que blasfemos, en suma paradójicos; quizá por aquello que él mismo expresara de que “nuestro pensar ya no puede pasar del concepto de lo paradojal, como no lo pueden tampoco el arte y nuestro mundo, ya que éste sólo existe, porque existe la bomba atómica: por temor de ella”.

     Dürrenmatt se sitúa ante el mundo desde dos perspectivas diferentes, una como alguien que observara desde fuera lo que ocurre en un universo del que no sabe nada, que no ha hecho nada para llevarlo a ese estado de cosas y por otro lado, desde dentro, como alguien que tiene que afrontar la responsabilidad de los acontecimientos, que tiene que sufrir las consecuencias de ellos como parte interesada y culpable por el simple hecho de pertenecer

diorama

teatral

por mara reyes

al género humano que es el que ha engendrado semejantes condiciones de vida.

     Ya no es el observador  extrañado ante lo que ve suceder ante él, su visión es otra, interna, es entonces cuando dice: “el mundo (por ende el teatro que representa a ese mundo) se me representa como algo monstruoso, como un enigma de desgracia, al que hay que aceptar y ante el que no debe haber rendición posible”.

     Pero aunque no quiera situarse afuera de ese mundo, aunque niegue poseer una capacidad de observador, su potencia de autor dramático lo hace lograr esa perspectiva exterior, de ahí que sus obras consuman la paradoja como principal alimento.

     La puesta en escena que ofrece Ignacio Retes de Los físicos posee excelencias indescriptibles. Hay ritmo, verosimilitud escénica, equilibrio en situaciones y otras muchas cualidades de carácter subjetivo que enriquecen la sicología de los personajes y sus resortes vitales.

     Es grato ver que un actor como Miguel Manzano que no había realizado ningún trabajo a la altura de aquel que le valiera el premio como el mejor hace unos años, tenga oportunidad al fin de encarnar un personaje que le permita realizarse plenamente.

     Pero esta obra no es de aquellas que favorecen el vedetismo, cada personaje es parte fundamental de un mecanismo y cada uno juega un papel importante. Por fortuna el reparto no podía haber sido más acertado. Rafael Llamas, Berta Moss, Virginia Gutiérrez, Héctor Ortega, Víctor Alcocer, María Stain y los demás actores que completan dicho reparto encarnan sus respectivos personajes con una maestría inigualable. Se trata sin duda alguna de uno de los éxitos más definitivos del Seguro Social, que hoy por hoy realiza una de las labores más importantes en el terreno teatral que se llevan a cabo en nuestro país.

     La escenografía de Julio Prieto tiene una personalidad propia y a mi parecer más sugerente y sólida que la que presentó el Teatro de Cámara de Alemania, cuando presentó esta misma obra en el Palacio de las Bellas Artes.

 

     El gorila. Teatro Jesús Urueta. Autor, Franz Kafka. Adaptación, escenografía y dirección, Alexandro Jodorowsky. Actor único, Narciso Busquets.

 

      Hay que reconocer que uno de los máximos trabajos realizados por Alexandro Jodorowsky, ha sido la adaptación teatral del cuento de Kafka: Informe para una Academia. Los riesgos eran muchos y Alexandro los corrió sin titubear. ¿Resultado? Un éxito sin limite.

     Supo desentrañar todo el contenido “latente” del cuento haciendo que este tomara cuerpo con palabras y acciones manifiestas. No se arredró ante el peligro de que algo no coincidiera con el engranaje conceptual de Kafka. El cuento es un manojo de pequeñas líneas, cada una sugiere, más que muestra, una idea. Son líneas sin concluir, que sólo señalan los caminos. Alexandro tomó estas sugerencias y las completó, se aventuró y se lanzó por ellas para buscar el cabo, la meta.

      A mi juicio en ese recorrido, en este dibujo complementario un solo obstáculo no pudo soslayar. Dentro del contexto kafkiano se esconde, se adivina la agresión a la “Academia” ¿qué hacer

para que esa agresividad se hiciera visible? Alexandro recurrió, en este solo aspecto, a la forma más obvia: hacer que el gorila atacara con palabras, directamente a la Academia. Sin embargo, él debió haber tomado en cuenta que los personajes kafkianos siempre se manifiestan temerosos ante el poder, de ahí que su ataque no pudiera ser directo.

     Por otra parte, el gorila que ha demostrado una fortaleza inigualable -de otro modo no habría podido salir de la jaula convertido en hombre- no puede atacar como una forma de desahogo, ni gritar histéricamente que “quiere volver” -aunque por dentro el gorila sienta todo aquello que Alexandro le hace decir.

     Jodorowsky, en mi opinión, debería haber tratado de que el espectador por sí mismo, llegara a la conclusión de que llegar a pertenecer a la Academia no significa haber triunfado, que haber logrado la civilización no equivale a haber encontrado el “sentido” a la vida, y que el gorila en su fuero interno deseaba volver a ser lo que fue: un simple gorila para el cual “comer era comer, oler la hierba, era oler la hierba” en vez de darse de golpes con las otras islas que son los humanos, angustiado en una atroz soledad. Pero sin agresividad; sin histeria. Por el contrario, tratando de que el gorila fuera consecuente consigo mismo, que siguiera la línea que su personaje va trazando a través de toda la historia de su vida, línea que demostraba tenacidad y que no podía quebrarse de pronto, ante los académicos, como una rama seca.

     ¿Por qué iban los académicos a ser más fuertes que el gorila que logró ser hombre como forma de “adaptación” a su medio ambiente? Si el gorila se quiebra ante ellos, esto significa que los académicos realmente eran más fuertes e incluso superiores que él.