al género humano
que es el que ha engendrado semejantes condiciones de vida.
Ya
no es el observador extrañado ante lo
que ve suceder ante él, su visión es otra, interna, es entonces cuando dice: “el
mundo (por ende el teatro que representa a ese mundo) se me representa como
algo monstruoso, como un enigma de desgracia, al que hay que aceptar y ante el
que no debe haber rendición posible”.
Pero
aunque no quiera situarse afuera de ese mundo, aunque niegue poseer una
capacidad de observador, su potencia de autor dramático lo hace lograr esa
perspectiva exterior, de ahí que sus obras consuman la paradoja como principal
alimento.
La
puesta en escena que ofrece Ignacio Retes de Los físicos posee excelencias indescriptibles. Hay ritmo,
verosimilitud escénica, equilibrio en situaciones y otras muchas cualidades de
carácter subjetivo que enriquecen la sicología de los personajes y sus
resortes vitales.
Es
grato ver que un actor como Miguel Manzano que no había realizado ningún
trabajo a la altura de aquel que le valiera el premio como el mejor hace unos
años, tenga oportunidad al fin de encarnar un personaje que le permita
realizarse plenamente.
Pero
esta obra no es de aquellas que favorecen el vedetismo, cada personaje es parte fundamental de un mecanismo y
cada uno juega un papel importante. Por fortuna el reparto no podía haber
sido más acertado. Rafael Llamas, Berta Moss, Virginia
Gutiérrez, Héctor Ortega, Víctor Alcocer, María Stain y los demás actores que completan dicho reparto encarnan sus respectivos
personajes con una maestría inigualable. Se trata sin duda alguna de uno de
los éxitos más definitivos del Seguro Social, que hoy por hoy realiza una de
las labores más importantes en el terreno teatral que se llevan a cabo en
nuestro país.
La
escenografía de Julio Prieto tiene una personalidad propia y a mi parecer más
sugerente y sólida que la que presentó el Teatro de Cámara de Alemania, cuando
presentó esta misma obra en el Palacio de las Bellas Artes.
El
gorila. Teatro Jesús
Urueta. Autor, Franz Kafka. Adaptación, escenografía y dirección, Alexandro Jodorowsky. Actor único, Narciso Busquets.
Hay
que reconocer que uno de los máximos trabajos realizados por Alexandro Jodorowsky, ha sido la
adaptación teatral del cuento de Kafka: Informe
para una Academia. Los riesgos eran muchos y Alexandro los corrió sin titubear. ¿Resultado? Un éxito sin limite.
Supo
desentrañar todo el contenido “latente” del cuento haciendo que este tomara
cuerpo con palabras y acciones manifiestas. No se arredró ante el peligro de
que algo no coincidiera con el engranaje conceptual de Kafka. El cuento es un
manojo de pequeñas líneas, cada una sugiere, más que muestra, una idea. Son
líneas sin concluir, que sólo señalan los caminos. Alexandro tomó estas sugerencias y las completó, se aventuró y se lanzó por ellas para
buscar el cabo, la meta.
A
mi juicio en ese recorrido, en este dibujo complementario un solo obstáculo no
pudo soslayar. Dentro del contexto kafkiano se esconde, se adivina la agresión
a la “Academia” ¿qué hacer
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para que esa
agresividad se hiciera visible? Alexandro recurrió,
en este solo aspecto, a la forma más obvia: hacer que el gorila atacara con palabras,
directamente a la Academia. Sin embargo, él debió haber tomado en cuenta que
los personajes kafkianos siempre se manifiestan temerosos ante el poder, de
ahí que su ataque no pudiera ser directo.
Por
otra parte, el gorila que ha demostrado una fortaleza inigualable -de otro
modo no habría podido salir de la jaula convertido en hombre- no puede atacar
como una forma de desahogo, ni gritar histéricamente que “quiere volver” -aunque
por dentro el gorila sienta todo aquello que Alexandro le hace decir.
Jodorowsky, en mi opinión, debería haber tratado de que el
espectador por sí mismo, llegara a
la conclusión de que llegar a pertenecer a la Academia no significa haber
triunfado, que haber logrado la civilización no equivale a haber encontrado el
“sentido” a la vida, y que el gorila en su fuero interno deseaba volver a ser
lo que fue: un simple gorila para el cual “comer era comer, oler la hierba, era
oler la hierba” en vez de darse de golpes con las otras islas que son los
humanos, angustiado en una atroz soledad. Pero sin agresividad; sin histeria.
Por el contrario, tratando de que el gorila fuera consecuente consigo mismo,
que siguiera la línea que su personaje va trazando a través de toda la
historia de su vida, línea que demostraba tenacidad y que no podía quebrarse de
pronto, ante los académicos, como una rama seca.
¿Por
qué iban los académicos a ser más fuertes que el gorila que logró ser hombre
como forma de “adaptación” a su medio ambiente? Si el gorila se quiebra ante
ellos, esto significa que los académicos realmente eran más fuertes e incluso
superiores que él.
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