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Apertura del teatro Manolo Fábregas y el estreno de Cualquier miércoles,

de Muriel Resnik

Armando de Maria y Campos

    Otros compañeros de página se ocuparán, en sus columnas, del suceso social y cinematográfico-teatral que significa para México la apertura del Teatro Manolo Fábregas en el local que fue antes Nuevo Ideal. Este comentarista se limita a dar la información que le corresponde sobre los hechos que subieron al escenario del moderno y suntuoso centro de espectáculos. Los hechos a que me referiré están contenidos en la comedia de Muriel Resnik, de origen norteamericano, elegida por Manolo Fábregas, dirigida por él mismo, para abrir las actividades de su teatro.
    Cualquier miércoles se titula la pieza de la señora Resnik. Algún éxito resonante en los Estados Unidos la condujo al escenario mexicano en tan señalada ocasión como la presente. La señora Resnik construyó, laboriosamente, con materiales conocidos de vodeviles franceses y de comedias picarescas, pero para familias norteamericanas, una pieza que entretiene al público sin obligarlo a pensar en si las cosas que ve y lo que oye obedecen a una lógica elemental, y que conduce, después de una maraña de situaciones que con habilidad enreda y desenreda, a un final feliz. Y como lo que ocurre en la escena es suceso común y corriente en cualquiera parte del mundo, la diferencia está en cómo resuelven los problemas de la “casa chica” los ciudadanos término medio del país del norte.
    Un hombre de negocios entrado en años tiene una amiga joven "para los miércoles", y la ha instalado en lo que para todos es una de sus oficinas de trabajo. En ella irrumpen un joven provinciano y la esposa del magnate, que al enterarse del triángulo del que forma parte,

decide divorciarse de común acuerdo con el esposo y su rival. Todo divertido, entretenido, gracias a que la puerta del apartamiento pecador carece de cerradura. Si la llega a tener, no hay comedia a partir de la primera escena. El público recibió con benévola simpatía la comedia de la señora Resnik, a quien aplaudió, porque se encontraba en la sala, a petición de Manolo Fábregas.
    La interpretación de Cualquier miércoles, día en que John Cleeves (Fernando Soler) visitaba a su amiguita Ellen (Silvia Pinal), fue excelente de principio a fin. El veterano y maestro de la escena Soler, comunicó su gran calor humano al personaje calculador de hombre de negocios que siente que aún hay sol en las bardas de la ternura amorosa, y Silvia Pinal dio vida, con arrolladora simpatía y reconocido talento, a un personaje sin olor, calor ni sabor. Reapareció doña Marilú Elízaga (Dorothy Cleeves) y vivió con naturalidad, gracia y singular desenvoltura el conflicto de un personaje que, por cierto, da la impresión que le fuera escrito a su medida. Así lo reconoció el público que gozó con la deliciosa actuación de la señora Elízaga. Manolo Fábregas la hizo de galán enamorado y calculador, y animó, con sus tres compañeros de actuación, la inverosímil serie de situaciones cómicas con que la señora Resnik logra entretener al público durante dos horas y muchos minutos más.
    Velada teatral inolvidable, por lo que significará como efemérides en la vida de México. El público aplaudió a los intérpretes, y Fábregas se vio obligado a dirigirse a él para agradecerle su presencia y solicitar la protección de su asistencia en la gran aventura que acaba de iniciar para el mayor auge del teatro mexicano.