diorama teatral lear
por mara reyes
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Autor, William
Shakespeare. Versión, Salvador Novo. Dirección, Seki Sano. Escenografía, Antonio López Mancera. Vestuario, Dascha.
Asesor musical, Rodolfo Halffter. Reparto: Narciso Busquets, Raúl Dantés, María Teresa Rivas, Graciela Doring,
Jacqueline Andere, Miguel Maciá,
Mario Orea, Enrique Reyes, Sergio Jurado, Luis Gimeno, Manolo García, Felio Eliel, etc.....
¡Homenaje mundial a William Shakespeare!
De Shakespeare no puede decirse, como de
otros autores, que sólo se le recuerda en
sus aniversarios. El genio de Stratford afirma su inmortalidad todos los días. En México no pasa un año sin que algunos de
los personajes nacidos de su imaginación y de su observación cobren vida y sean encarnados por nuestros
más connotados actores, o por los de las compañías extranjeras que nos visitan. De tal suerte que en los últimos
años nuestros escenarios han servido de plataforma para exhibir en ellos: La
fierecilla domada, Macbeth, El sueño
de una noche de verano, La comedia de las equivocaciones, Como gustéis, Ricardo III, Otelo, Noche de epifanía, Hamlet, El mercader
de Venecia, Romeo y Julieta y alguna otra que por el momento se me escapa. Unas de ellas -la mayoría-
representadas por actores profesionales y
otras por actores experimentales. Todo
actor quiere probar su propio valimiento interpretando esos personajes que a través de casi cuatro centurias han logrado
carta de naturalización en nuestro mundo real, a tal grado, que no puede decirse que sean ficticios; son más reales y tangibles que muchos
seres humanos que pasan por la vida sin dejar
el rastro de su ingenio y osadía, o de su cobardía y mediocridad. A
través de esos personajes, portadores de ideas,
cargados de pasiones y colmados de vida,
Shakespeare expresó su concepción del
mundo y su forma de comprender la vida.
El Instituto Nacional de Bellas
Artes ha iniciado pues, el año conmemorativo del IV Centenario del natalicio de Shakespeare
poniendo en escena El rey Lear, tratando de conjuntar los elementos necesarios para que la realización fuera impecable.
Utilizó en primer término el escenario
del Palacio de las Bellas Artes, que recientemente
ha sido cedido para espectáculos teatrales únicamente a las compañías extranjeras. Y buscó la colaboración de Seki Sano
para la dirección escénica, de Salvador
Novo para la traducción, de Antonio López Mancera para la escenografía y de Narciso Busquets, Raúl Dantés, María Teresa Rivas, Graciela Doring,
Jacqueline Andere, Miguel Maciá,
Mario Orea, Enrique Reyes, Sergio Jurado, Luis Gimeno y otros destacados actores
para desempeñar los papeles principales.
¿El resultado? Positivamente halagüeño. ¿Imperfecciones? Seguramente las
tiene, ¿pero es debido reclamar perfección?
Seki Sano mostró
con mano maestra la urdimbre de la tela, en ese doble juego de la anécdota, engranaje
contrapuntístico -correlativo a las formas musicales de la época isabelina- que
desemboca en un desenlace que unifica
los dos dramas, el del rey Lear y el del conde de Gloster,
quienes reciben castigo sin par por haber equivocado el concepto que tenían de
sus respectivos hijos. En ese constante enfrentamiento del amor y la
ingratitud filiales, Seki Sano
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logró sostener a lo largo de todas las situaciones el hálito fantasmagórico que ellas reclamaban.
Nada
fácil fue para Busquets mantener el estado de demencia, con atisbos de razón, del rey Lear
durante el transcurso de casi dos actos (según
la versión de Novo, quien agrupó las escenas de manera que en vez de dividirse
la obra en los cinco actos originales,
quedó constituida por tres
únicamente, según la usanza moderna). Su actuación tuvo momentos de increíble belleza y de una grandiosidad que
rayaba en lo sublime.
Las
tres hijas de Lear fueron interpretadas por Maria Teresa Rivas, Graciela Doring y Jacqueline Andere, las tres lograron encarnar con acierto sus
respectivos personajes.
El retorno de Raúl Dantés merece celebrarse, su trabajo acusa madurez,
despojada ya de algún pequeño vicio,
como era el engolosinarse con su
propia voz, hoy Dantés se yergue como un actor
de relieve gigantesco.
Definitivamente, el lugar de Miguel Maciá está en el teatro clásico que es donde mejor se expresa. El mejor elogio que puede brindarse a Mario Orea es
que no se recuerda ninguna actuación deficiente de este gran actor, desde que
pisó las tablas. Su calidad interpretativa
se aprecia lo mismo en el teatro de vanguardia
-recuérdese cuando hizo junto con Dantés Esperando a Godot, de Beckett-
que en el teatro realista -La casa Rosmer, de Ibsen- que
en el clásico.
Sobresaliente fue la actuación
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