la antigüedad clásica, más que nada
por querer empalmar su rebeldía hacia la ideología medieval, con una tradición
que les permitiera afirmar sus todavía confusas aspiraciones. Pero a diferencia de la mayoría de sus contemporáneos, Maquiavelo no volvió los ojos a la antigua Grecia, sino a la Roma Imperial, y no al arte antiguo, sino a las
instituciones políticas romanas ¿por qué? porque la burguesía italiana padecía
la dispersión feudal. Maquiavelo pugnaba por centralizar el poder y el mercado
y estaba dispuesto a prestar su apoyo a
cualquiera de los príncipes italianos que se mostrara capaz de someter a los demás y realizar el Estado Nacional del que
Maquiavelo fue el teórico, y que un
siglo después encontrara cumplimiento
en el absolutismo que en Francia preparó Richelieu y
consolidó Luis XIV. Y en la antigua Roma, estado fuertemente centralizado, Maquiavelo creyó encontrar los
ejemplos que proponer a su máxima de que “el
fin justifica los medios”, tanto en
lo que se refería a lo político, como a los otros aspectos de la vida. ¿Qué es lo
que hace a Calímaco aceptar el enredo que inventa Ligurio, sino precisamente esa máxima?
La mandrágora es la
primera gran comedia italiana dirigida especialmente contra la ley feudal de la sucesión por la sangre
que lleva a un hombre, Nicia,
a estar dispuesto a entregar a su
mujer a un desconocido para tener un
hijo, pues la falta de sucesión en aquella
sociedad hacía que el hombre se sintiera frustrado y aun anulado.
Secundariamente
hace una burla sangrienta a la medicina y farmacopea
del siglo XVI, llena de supersticiones mágicas;
a la charlatanería de los que pasan
por sabios con sólo saber recitar frases latinas. Maquiavelo prefería
herir con el arma de la sátira que lo hace
ocupar un lugar al lado de Rabelais, de Molière, de Voltaire
y de todos los que han usado el sarcasmo y la ironía “contra los imbéciles y los perversos, para no cometer la
debilidad de odiarlos”, según dijera Anatole France.
La sátira es, por sobre todo, crítica
política y crítica de costumbres, es decir crítica moral. Lo es desde Aristófanes y Luciano de Samosata hasta Quevedo, desde Rabelais y Ariosto hasta Heine y Anatole France. Es así que en La mandrágora venimos
a tropezarnos con la
|
paradoja que nos revela a Maquiavelo, el amoralista político, según se empeñan en ofrecérnoslo
(en Xalapa incluso estuvo a punto de suspenderse la obra por suponerla amoral) como un moralista, un crítico
de costumbres que elige la burla con preferencia al apóstrofe, él eligió la
verdad desnuda a las ilusiones pueriles al
hundir su bisturí en la vida política de
su tiempo.
Si Seki Sano hubiera contado con un elenco de la calidad
de su primer actor, Carlos Ancira, otro habría sido el resultado de esta
comedia.
El nombre de
Carlos Ancira es ya
una garantía, su extraordinaria versatilidad se manifiesta en cada una de las obras en que participa. Es un actor que siempre hace una creación del papel
que toca... ¿don? simplemente arte.
Carlos Ancira es un artista, nació para actor. ¡Hay tantos actores que son como las
monedas falsas! Suenan a plomo... Ancira en cambio es oro puro.
Luis Gimeno aprovecha el papel al máximo, saca todo el partido
posible a la crítica que el autor hace
fincado en el personaje de fray Timoteo,
manteniendo en todo momento un tono farsístico en
armonía con la interpretación que realizó Ancira de su Nicia Calfucci.
En cambio, un
personaje lleno de vitalidad como el pícaro Ligurio fue interpretado en forma plana, sin relieve de ninguna naturaleza, por Luis Aragón.
Manolo García desvirtúa la personalidad de Calímaco y lo convierte en un romántico y
apasionado espiritual, cuando que Maquiavelo lo pinta como un hombre dominado por el deseo carnal que está dispuesto a
conseguir su objeto por los medios que sean.
Un actor de
nuevo ingreso es Roberto Araya, quien deberá vencer todavía muchos
obstáculos antes de llegar a dominar el oficio. Entre otros una tendencia a la
gesticulación estereotipada.
Este personaje celestinesco que es la Sóstrata, no
tuvo en Nora Veyrán la intérprete ideal, pero ésta se mantuvo en un plano discreto a pesar de todo.
¿Cuándo encontrarán los directores de esta comedia una Lucrecia a la altura de las circunstancias? Fanny Cano ni en lo físico, ni en lo que a
actuación se refiere se acercó a la
imagen de Lucrecia que Maquiavelo imaginó.
La escenografía de
David
|