Estreno en el Teatro de El Caballito, de la comedia francesa, Viaje a Turín, de André Lang, por Marilú Elízaga y Tito Junco Armando de Maria y Campos |
Doña Marilú Elízaga eligió para reaparecer en su teatro de El Caballito, después de breve descanso y corta gira, una comedia francesa que le gustó. No creo que exista otra razón para que Viaje a Turín, de André Lang, traducida por Álvaro Arauz, justifique su puesta en escena en México. Estrenada en el teatro de la Michodiére, de París, después de una gira por porvincias, el 12 de septiembre de 1956, a la medida de la edad y las aptitudes escénicas actuales de Ivone Printemps y Pierre Fresnay, ha sido vista con simpatía boulervardiera y por la afición teatral parisiense, que no desperdicia ocasión para rendir pleitesía a sus ídolos, con más cariño conforme se alejan de la juventud, que es cuando los actores empiezan a ser más conocidos, más queridos y más comprendidos. |
mujer otoñal recién divorciada y un galán maduro, vagabundo y soltero por viudo, que llegan al lecho con la mayor naturalidad a los quince minutos de haber entablado un diálogo, y todo resulta cosa de poca o ninguna sustancia... teatral; en el fondo, una futileza para los dos amantes después convertidos en esposos mal avenidos, quien lo dijera, de tanto como se quieren y para el espectador, que va de alegre sorpresa en incrédula sorpresa al comprobar como se puede hacer dialogar a dos personas estrictamente frívolas (interviene una criada de ella, que viene a ser como un convencional sentido común), sin que pase nada, absolutamente nada, ni se diga nada de importancia o que tenga otra intención menos ambiciosa que la de provocar una sonrisa -nunca la carcajada- vagamente frívola. En la mitología se define a la frivolidad, como una divinidad alegórica, hermana de la ligereza, madre de la inconstancia. Pues bien; no otra cosa que ligereza e incostancia son los dos personajes de la comedieta o juguete cómico de André Lang, en el que ni siguera han situaciones que hagan pensar en el vaudeville y sin los protagonistas se aventuran a decir algo atrevido sobre los juegos del amor y del pecado cada día menos original, en realidad no lo resulta tanto porque lo dicen personas de cierta edad y muy seguras y convencidas de que no hay, no debe haber juegos con el amor... A la salida de la acostumbrada y triste función premier para la prensa, no faltó el espectador conocido y que no sabe uno nunca quien es, ni por que se lo encuentra uno en todas las premier, que se acerca al crítico para preguntarle: |
ninguna escena. Se dicen cosas muy graciosas y se supone que pasan otras que no son para ser vistas; hasta ahora he conocido una comedia que no sea comedia a pesar de sus cuatro actos. |