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Estrenos con éxito de público en los pequeños teatros de Bon Soir, El Caracol y Rotonda

Armando de Maria y Campos

    El auge del teatro en México se manifiesta de preferencia en la inquietud de los empresarios de los teatros pequeños, que tienen entablada cordial competencia para dar con la obra capaz de proporcionarles el éxito del público, que les permita conciliar los cupos reducidos y los altos presupuestos. Cada quien, por la parte que le corresponde, busca obras de autores de crédito reconocido, que no ofrezcan dificultades al escenógrafo o al arquitecto, que no exijan elencos numerosos y proporcionen al público horas de diversión, bien por su argumento sea cómico o porque interese por la truculencia de su anécdota. Entre el vodevil audaz y la trama policiaca, los empresarios buscan la obra que les pueda proporcionar el éxito del público, de taquilla, que le da su verdadero sentido al teatro.
El pequeño teatro Bon Soir se dedicó por un vodevil del famoso autor francés Jacques Deval, titulado Chermante soiré, que es uno de los éxitos más recientes en los teatros de la capital de Francia. Como la mayoría de las comedias llamadas de bulevar aborda el tema de los tres: el marido, la mujer y la amante, en forma original y podíamos decir que exquisita, si no fuera demasiado para un tema de vodevil, pero evidentemente con originalidad y buen gusto. El traductor Álvaro Arauz le dio el título de Noche deliciosa, aunque el que más le conviene es el de Noche de angustia, por las horas desesperadas que pasan los tres; amándose y odiándose los amantes sorprendidos, y el marido, que le da a su caso una solución inesperada. Los tres intérpretes: Tana Lynn, Miguel Manzano y el debutante y empresario Carlos Petrel, hacen pasar al espectador una noche deliciosa, porque actúan en forma irreprochable. Debutó como director el joven

 

autor Wilberto Cantón, demostrando que escapaz de mayores empeños. Artís Gener compuso una escenografía muy propia de acuerdo con las necesidades de la acción, que ocurre en un domicilio estrafalario.
     Los empresarios del teatro El Caracol se decidieron por una comedia francamente comercial: El matrimonio de mamá, de Louis Verneuil, que fuera en su tiempo uno de los más cotizados comediógrafos franceses, vodevilista en particular. Esta pieza pertenece a su mejor época. Estrenada en 1925, no ha perdido nada con el paso del tiempo y sus situaciones, francamente cómicas, desbordadas de convencimiento, son eficaz resorte que provoca la risa, principal objetivo del autor. Un elenco integrado por profesionales del género cómico contribuye a darle a la representación alegría y desenfado. Los actores logran meter al público en la farsa y ésta corre fácil sin más tropiezos que las carcajadas de los espectadores. La interpretación en conjunto y aún en detalle, es magnífica. La hermosa Sara Guash, secundada por Emilio Brillas, Francisco Muller y Leopoldo Ortín, mantiene vivo el interés del público y el resto del reparto con Ester Luquín, Luz María Núñez y Noé Murayama, contribuye con la feliz creación de personajes también muy divertidos, que a la representación se convierta en un suceso de carcajadas. La ágil y animada dirección de Aceves, y la traviesa traducción de Eleazar Canale, son otros tantos factores de éxito en la feliz realización de esta vieja pieza de Verneuil.
     El talentoso autor y director Juan Miguel de Mora se inclinó del lado del llamado suspense, y haciendo uso como materia prima de un cuento de William Irish, compuso una apasionante pieza

del género llamado de misterio que tituló El pájaro cantor vuelve al hogar, y que es, sin duda, una de las mejores que en este género se han representado en nuestros escenarios de varios años a la fecha. Tiene el dramita de Juan Miguel de Mora todos los ingredientes que, bien mezclados, llevan al éxito, éxito tripartita porque en él participan los actores, que encuentran molde propicio para exhibir sus facultades; el autor, que mueve con mano e imaginación habilísimas escenas cargadas de ternura  o impregnadas de dramatismo, y al público, que se siente desde el principio prendido por el interés que en su emoción despierta el apasionante suceso en que intervienen una anciana madre ciega y toda dulzura, una huérfana que está a punto de sufrir los ataque de un malvado, y el hijo descarriado que pierde la vida porque no escapa al proverbio norteamericano que afirma con razones contundentes: "el que la hace, la paga".
    De Mora alcanza un éxito doble como autor y director. Sin regateo, la pieza es excelente, modelo en su género. La interpretación de El pájaro cantor vuelve al hogar descansa en la eminente actriz Prudencia Grifell, que está insuperable. Los experimentados actores Luis Aragón y Eduardo Vivas le dan un tono de indiscutible profesionalidad a sus intervenciones, y la bella y temperamental Sonia Furió, posiblemente, la revelación artística del año, no desmerece, y en esto radica el mérito de su intervención, al a do de actores tan calificados como doña Prudencia, Vivas y Aragón. Julio Prieto contribuye al éxito general de esta pieza con una escenografía muy propia del género al que pertenece el drama de Mora, y como todas las suyas funcional y del mejor gusto.