Para
colmo la dirección que hizo José Solé acabó por desvirtuar el sentido de la
obra.
Tuve la suerte de haber presenciado una de
las funciones en que ocurrieron algunas calamidades en la escena, y digo la
suerte, porque esto hizo que en vez de aburridora [sic] la escenificación resultara
un éxito cómico (nunca lo hubiera sospechado Cocteau).
Si los trucos que en el segundo acto se ponen en juego y que el autor exige, ya
de por sí no cumplen una función mágica sino que caen en la falsa teatralidad
-penetrar en la magia es apasionante, parodiarla es grotesco- tal como
estuvieron realizados, tanto por lo que toca a la dirección, a la escenografía
y a la actuación resultaron ridículos e hicieron patente una falta absoluta de
imaginación. Vino a contribuir al divertimiento la aparición en escena de un
perro curioso, cosa que pone al descubierto el poco profesionalismo de los
responsables del foro.
La escena entre el rey Arturo y Blandina, escena en la que éste trata de indagar si Blandina es realmente hija suya o de Lancelot,
fue suprimida por haber padecido Patricia Morán un violento ataque de tos,
aunque según notamos no era necesario ningún pretexto para suprimir escenas,
pues José Solé borró varias del texto, como la del falso Galahad y cambió el final en el que en lugar de sentirse la vuelta a la realidad,
después de terminar el encantamiento cayó en la cursilería con esa ascensión de
los cuerpos de la reina y de Lancelot, truncando la
obra que con este final quedó su sentido totalmente distorsionado. En el texto
original al descubrir el lecho donde yacían los amantes, este se encuentra
vacío y los hijos son los que toman la figura de ellos, Blandina de la reina y Segramor de Lancelot.
Ni qué dudar que esta escenificación es de
las menos afortunadas del Seguro Social y la peor de Jose Solé -hasta los mejores directores tienen malos momentos- pero no sólo ha sido
deficiente la dirección: también lo ha sido la escenografía y el vestuario. La
ausencia de originalidad tanto en lo que toca a imaginación cuanto al uso de
escenografías y trajes de algunas obras anteriores.
El tercer acto era una verdadera |
retacería en
la que era inevitable reconocer la cama de Otelo, el tapiz y la cruz de
Beckett, las columnas de... etcétera...
No sabemos hasta qué punto hay que culpar
a Ofelia Guilmain o a Guillermo Aguilar por su
interpretación del personaje de Ginifer, pues es
evidente que el error comenzó en la concepción del personaje por el director.
José Gálvez -ya especialista en reyes- ya no distingue entre un rey de la alta
Edad Media y otro de la baja Edad Media; Jorge Martínez de Hoyos totalmente
anodino; Enrique Reyes y Patricia Morán discretos. A Rafael Llamas también le
faltó dirección. A quien sí hay que recomendarle que comience por estudiar lo
que es el teatro, es a Juan Salido.
Bello panorama, ¿no?
Hamlet, Príncipe
de Dinamarca. Puente
de Xalitic, Xalapa, Ver. Autor: William
Shakespeare. Asesor
literario: Emilio Carballido. Dirección: Marco
Antonio Montero. Música: Rafael Elizondo. Diseño del vestuario: Guillermo Barclay. Técnica del duelo: mayor Antonio Haro Oliva. Reparto: Héctor Ortega, Farnesio de Bernal, María Luisa Castillo, Manuel Fierro, José Antonio Salmerón, Sonia
Montero, Alfonso Meza, Sóstenes Blanco, Mario Octuna, Alejandro Matus, Felipe
Casanova, José Villarreal, Servando Díaz, Vicente Luna Gómez, Jorge Humberto
Robles, Guadalupe Contreras, Marco Arturo Montero, etcétera...
Con una adaptación de Emilio Carballido, excelente para los fines que se persiguen de
difusión cultural, ha sido llevada a escena al aire libre en Xalapa esta
tragedia de Shakespeare por estudiantes de la Universidad Veracruzana,
trabajadores de distintas ramas y unos cuantos actores profesionales.
La dirección de escena estuvo a cargo de
Marco Antonio Montero, quien cuidó ante todo el elemento plástico logrando
hallazgos muy dignos en su distribución de planos, en la iluminación de las
distintas áreas, en el desplazamiento de los actores, equilibrado siempre;
bastante difícil resultaba la composición por la forma totalmente asimétrica
del lugar donde se llevó a cabo la representación y por sus muy variados
niveles. |
Héctor Ortega,
un actor formado en la escuela alexandrina, que se reveló en el teatro
profesional con Fin de partida, de
Samuel Becket, y que ha desempeñado papeles de gran envergadura como el
estudiante en La sonata de los espectros,
de Strindberg, el padre en Penélope de Leonora Carrington, Fando en Fando y Lis de Arrabal, además de otros
papeles no sólo del género dramático, sino del cómico como los que realizó en ¿Crimen? ¿Suicidio? de Tardieu; La mujer
transparente, etcétera... además de varias pantomimas. Ortega comprendió al
complicado Príncipe de Dinamarca y su interpretación fue sobria y adecuada. Las
objeciones qué caben son más que nada en lo que se relaciona a su voz; todo el
dominio que tiene sobre su instrumento corporal le falta en el manejo de la
voz, del volumen, del fraseo, de la entonación que descuida; ese latigar los finales de frase no corresponde a un actor de
su categoría, pues ya ha demostrado que la tiene y por lo mismo a él se le debe
exigir más que a ningún otro de los intérpretes de esta obra.
Otro actor profesional es Farnesio de Bernal, de actividades varias -es coreógrafo
también y bailarín- y que también ha descollado en muchas de las obras montadas
por Alexandro: La sonata de 1os espectros, Penélope, La ronda, Fando y Lis, Grajú -en la que hizo un papel
doble de primera línea- etcétera... En esta ocasión desempeña el papel de
Polonio, que cuidó en forma extrema logrando aciertos muy dignos de
consideración. Su actuación fue sincera, proyectó la psicología del personaje y
sostuvo en todo momento un alto nivel en su actuación sobresaliendo
indiscutiblemente.
Aun cuando el resto del reparto estaba
formado por actores sin experiencia, todos ellos sacaron sus respectivos
papeles con decoro.
Otros detalles como el vestuario -diseñado
por Barclay-, la música de Rafael Elizondo,
interpretada por la Orquesta Sinfónica de Xalapa, el coro de la Universidad
Veracruzana y el Quinteto de alientos del INBA, contribuyeron a la mejor
realización de la representación.
Ha sido un esfuerzo de la Universidad
Veracruzana muy digno de encomio. |