DIORAMA TEATRAL
Por MARA REYES
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El paraje de la luna rota. Teatro Gante. Autor, Luz María Servín. Director, Jesús Cervantes
Enríquez. Reparto: Jesús Crespo, Maricruz Rosales, Jesús Cervantes, Dionisio
Zavaleta, Raúl Quijada, Dagoberto Canseco, Alfonso González y Raúl Valerio.
En el pasado Festival
Dramático del Distrito Federal celebrado el pasado agosto, Luz María Servín
se llevó el premio a la mejor obra y el director y los actores se ganaron el
premio al mejor grupo, además de una mención honorífica a la escenografía de
Dagoberto Canseco y Raúl Quijada.
Ahora vemos a este mismo grupo llevando a escena esa
obra que muestra el dolor y las heridas que muerden a los hombres, pero dando
al mismo tiempo un aliento, una esperanza que suavice esos dolores. La pieza
está llena de escenas de gran fuerza dramática. Los personajes, bien
trazados, nos muestran sus flaquezas, su capacidad de bondad, su ira, su
tristeza.
Es una obra de matices, de
ritmo, y el director condujo la secuencia de las escenas dentro del tono
adecuado; cualquier descuido podría haber hecho caer la obra, como la frágil
escena en que Todohay le regala a Vicenta un tubito lleno de fe, o la del
juego de los listones y muchas del cojo, uno de los personajes mejor creados
y al que Dagoberto Canseco encarnó con una naturalidad y veracidad
admirables.
Escenas también difíciles son las del borracho y su hijo, que aunque
se defienden por lo mismo impresionantes, una exageración cualquiera las
hubiera desbarrancado. En fin, Jesús Cervantes posee sentido del ritmo, del
espacio y sabe provocar la emoción. Además, como actor también cabe para él
una felicitación. Y lo mismo
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Jesús Cervantes y Maricruz Rosales,
en El paraje de la luna rota. [Pie
de foto.]
podríamos decir para Dionisio
Zavaleta, Raúl Quijada, Alfonso González y todos los actores.
La
Presidenta. Sala Chopin. Autores, Maurice Hennequin y
Pierre Veber. Versión española de Magda Donato y Wilberto Cantón. Dirección,
Dimitrio Sarrás. Escenografía, David Antón. – Reparto: Miguel Manzano, Ana Luisa Peluffo, Ramón
Gay, Consuelo Monteagudo, Miguel Suárez, Roberto Meyer, Arlene King, etc.
Tal vez si a esta comedia le
quitaran los apartes y esos pequeños juegos escénicos usados en un teatro más
antiguo, perdería mucho de su sabor. Esa nota un poco “pasada de
moda” es la que la hace más agradable. Desgraciadamente, su fino
humorismo no fue captado por el director, quien hizo de cada
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personaje una caricatura, creyendo
hacer algo gracioso.
Logran salvarse de esa comicidad exagerada Ramón Gay,
quien desempeña su papel con toda propiedad, aun cuando en la escena de las
velas estuvo a punto de sucumbir también; Roberto Meyer y Miguel Suárez, dos
actores que en papeles casi incidentales, logran verdaderas creaciones; ambos
con esa comicidad sobria que caracteriza al buen cómico.
Ana Luisa Peluffo tiene belleza, personalidad y hasta
buena voluntad, pero tuvo una desgracia: no supieron dirigirla.
Es de extrañar que quien dirigió La rosa tatuada con bastante buen criterio, no haya podido con una comedia que presentaba menores tropiezos. La escenografía
tuvo sus aciertos, como el enorme encaje rococóque nimbaba el foro.
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