DIORAMA TEATRAL
Por MARA REYES
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Cuatro sonrisas de mujer. Teatro Milán.
Autor, Luis Moreno. Dirección, Luis G. Basurto. Escenografía, David Antón.
Reparto: Andrea Palma, Dina de Marco, Marta Elena Cervantes, Tana Lynn, Antonio Raxel, Rafael Estrada y Enrique Aguilar.
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Pocos escritores logran
cuajar de manera tan ágil sus primeras obras. Luis Moreno, quien en su primera
pieza, Sueños encendidos, obtuvo el
premio como el mejor autor del año, en esta ocasión dejó los problemas tan
sobados de la provincia para internarse en el complejo círculo de tres
hermanas que se hacen pagar caro y cuya madre, que siempre tuvo horror a la
pobreza, las alienta y auspicia, aunque paradójicamente ella jamás tuvo un
amante.
El juego se desenvuelve con el estricto tono de comedia, y la anécdota, trivial en apariencia, le sirve a
Moreno para hacer una crítica, de pasadita, a los políticos, periodistas y
gente de alta sociedad en general. Sus personajes muy bien trazados nunca son
estáticos, cada uno de ellos va integrando experiencias y va transformando
por ende su actitud y su yo
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interno. A través de un
diálogo habilísimo, lleva las situaciones siempre en ascenso hacia un clímax
que en momentos llega a lo dogmático, para retornar después a su sitio, en el
desenlace, dentro de los límites que el género de comedia le marca.
Luis G. Basurto logró una
dirección acertadísima, había escenas que eran verdaderos “toritos” para el
director y que Basurto resolvió siempre adecuadamente. La línea que marcó a
cada uno de los actores y las reacciones, se podrían llamar, subjetivas, de
ellos, son como hilos que llevan a la comprensión completa de sus problemas interiores.
Tana Lynn, nunca en ningún otro papel se ha visto tan auténtica, tan
veraz, su forma tan peculiar de hablar, que en otras ocasiones molesta, en
esta obra no se escuchaba como parte de la actriz,
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El autor y la primera actriz, Luis Moreno y Andrea Palma. satisfechos
por
Cuatro Sonrisas de Mujer. [Pie de foto.]
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sino como parte integrante
del personaje.
Andrea Palma, ni qué decir,
en general este tipo de papeles un poco… alocados (no encuentro otra palabra)
le van como anillo al dedo. Aun cuando los papeles masculinos son todos
incidentales -en cuanto a su movimiento físico- juegan de tal
modo en la trama que adquieren importancia.
Rafael Estrada, después de
una ausencia de cinco años de nuestros escenarios, reaparece con el mismo
dominio de las lides teatrales. Ojalá lo veamos pronto en un papel de mayor
trascendencia.
El resto del reparto, muy
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bien. La escenografía, sin
alardes, funciona.
Liliom. Teatro de la UNAM (Caballito). Autor, Ferenc Molnár.
Traducción y dirección, Eduardo García Maynéz, Jr.
Escenografía, Alejandro Luna. Grupo de la
Facultad de Filosofía y Letras.
Hemos visto recientemente
bajo el auspicio de la Universidad, montajes como el de La hermosa gente, La apassionata y El
alfarero, Los cielos y La cantante calva y es verdaderamente
lamentable que después de ellas se nos presente Liliom, una obra sin pies ni
cabeza, absurda
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y en la cual, si la obra
tenía originalmente alguna calidad, la traducción y la puesta en escena se
encargaron de nulificarla totalmente.
Sería muy de elogiar el
esfuerzo de estos actores, en los que se descubre un entusiasmo sano por
entregar lo mejor de ellos, pero hasta ese noble esfuerzo se encargó de
destruirlo el director. No hay razón para que un joven, como García Maynéz, Jr. aprovechando influencias, se dedique a hacer
teatro para entretenerse, como si fuera un juguete nuevo.
La Universidad, sobre todo,
no se debe prestar a hacer el papel de papá complaciente.
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