Todos eran mis hijos. Sala Chopin. Autor, Arthur Miller. Director Seki Sano. Escenografía, Julio Prieto, Reparto: (Por orden de aparición), José Elías Moreno,
Roger López, Felipe Cueto, Ada Carrasco, Ruth Elide, Wolf Ruvinskis,
Paquito Fernández, Virginia Manzano, Adriana Roel y Antonio Gama.
Todos eran mis hijos, una de las primeras obras
de Arthur Miller, es una de las que más evidencia una disciplina técnica y un
apego absoluto al trazo tradicional, bien diferente de Panorama desde el puente, en la que llega a una forma absolutamente
personal de desarrollo. En Todos eran
mis hijos ahonda con profundidad el mundo de los negocios cuando
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DIORAMA TEATRAL
Por MARA REYES
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entra en conflicto con el mundo del hombre. El
hecho de que se plantee el problema como una derivación de la guerra no
le sirve a Miller más que para llevar el tema hasta sus últimas consecuencias,
pero en realidad es aplicable a cualquier etapa del desarrollo
capitalista
El corte,
netamente sofocliano, encuadra dentro del
género de la tragedia, vista desde luego de una manera moderna. Respeta todos
sus principios, desde los más elementales como los de tiempo y lugar, pues se plantea, desarrolla y resuelve en el mismo
sitio y en el transcurso de 24 horas; hasta los de más hondura, como son el
desenvolvimiento de una acción completa, que va de la felicidad a
la infelicidad y que es ocasionada por la pasión -entiéndase por pasión la
definición aristotélica: “es una pena nociva y dolorosa”- que al chocar
con la realidad lleva al personaje central, en este caso Joe, padre de
Chris, a escoger su propia destrucción.
Joe había triunfado a base
de anteponer el deseo de lucro, alimentado por la esposa, a su
responsabilidad ante el género humano. Es ella, Kate, la promotora de la tragedia,
es ella quien tras su máscara de abnegada madre y de su ficticio sentimentalismo
(que no sentimiento) sostiene a la familia a flote en las condiciones por
ella deseadas. Esa supuesta espera del hijo que, después de tres años, ella
aún mantiene vigente, es su defensa, el parapeto tras el cual
sostiene una verdadera batalla. Ella es la más fuerte, ha conducido al esposo
a una acción criminal, pero sabe que las consecuencias sobrevendrán en
el momento en que Joe sepa que su propio hijo, al morir en la guerra,
encarnaba la trascendencia de aquel acto, y aunque ignora ella la verdadera
causa de la muerte del hijo, sabe que cualquiera que sea ésta, Joe se
derrumbará si llega a conocerla.
Este
documento extraordinario de lo que significa la irresponsabilidad del
hombre para el hombre, implica una durísima crítica a todo el sistema
norteamericano de vida, en el cual el interés personal, así sea con las
mejores intenciones para con los seres a él ligados, cuando va en contra
de la sociedad, es
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criminal. Pero también deja patente en la obra, la
crisis de alcance mundial, que el hombre sufre ante la inseguridad
económica, que le lleva, como a Kate y a Joe, a pasar por alto la conciencia
de que se pertenece a una humanidad, con la cual estamos obligados a
responder con solidaridad.
Seki Sano,
se ha encontrado pues ante una obra que le permite expresarse abiertamente.
Su compenetración del problema es evidente y da a cada quien su lugar. Joe -José
Elías Moreno- el personaje trágico, con sus enormes conflictos, ocupa
el centro del drama. A su lado Kate -Virginia Manzano-
sosteniéndolo y viviendo su propia dolorosa situación; Seki Sano le
marca y matiza su doble juego, su comedia ante el hijo, que mantiene hasta
el final, incluso después de la muerte de Joe.
Por el otro lado, Chris -Wolf Ruvinskis-, que logra un personaje
distinto a los toscos y bruscos que estamos acostumbrados a verle, que junto
con la novia del hermano muerto y posteriormente del propio Chris,
mantienen el equilibrio de la balanza. Adriana Roel, intérprete de este difícil
papel, motor con el cual se echa a caminar la tragedia, ya que es la que hace
pública la verdad de la muerte del hijo de Joe y Kate, sólo por ella conocida,
no está desgraciadamente, al menos el día del estreno, a la altura de los
demás intérpretes de esta magnífica obra, esperamos que se supere en el
transcurso de los días.
Un gran
acierto de Seki Sano, fue el ritmo y el matiz que da a los personajes, que
podrían llamarse incidentales, como son los vecinos, y que ocupan nada
menos que el lugar del coro de la tragedia griega; son los portavoces
del medio ambiente, de la realidad circundante y los comentaristas de los
sucesos.
Felicitación
sincera para José Elías Moreno, Virginia Manzano y Wolf Ruvinskis.
El resto del reparto: Antonio Gama, Ada Carrasco, Roger López, Paquito
Fernández, Ruth Elide, etc… muy bien.
La
escenografía, serena y “confortable” para los habitantes de la casa, es
un elemento más que refuerza la acción y la enmarca con todo
realismo.
En resumen: una obra que
usted no se debe perder.
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