FICHA TÉCNICA
Título obra Yourcenar o cada quien su Marguerite
Autoría Jesusa Rodríguez
Dirección Jesusa Rodríguez
Grupos y Compañías Grupo Divas
Elenco Mario Iván Martínez, integrantes del grupo Divas
Escenografía Carlos Trejo
Iluminación Carlos Trejo
Cómo citar Bert, Bruno. "Yourcenar o cada quien su Marguerite". Tiempo Libre, 1989. Reseña Histórica del Teatro en México 2.0-2.1. Sistema de información de la crítica teatral, <criticateatral2021.org>
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Teatro
Yourcenar o cada quien su Marguerite
Bruno Bert
Marguerite Yourcenar fue la primera mujer que accedió a la Academia Francesa de Letras, y esto en 1980, lo que nos dice que evidentemente la trascendencia de su producción literaria debe haber sido grande, al límite de vencer los anacrónicos obstáculos académicos que habían vedado este reconocimiento a las literatas francesas anteriores.
El encanto y la fluidez profunda y al mismo tiempo coloquial, erudita y cotidiana de sus trabajos ha seducido a más de una generación de lectores que lamentamos su muerte el año pasado, a pesar de su edad ya más que avanzada (había nacido en 1903). Tal vez fueron sus novelas y cuentos, generalmente con fuertes sugerencias históricas, las más difundidas y admiradas, pero también practicó la poesía y el teatro.
Ahora Jesusa Rodríguez nos trae a escena una adaptación de dos de sus trabajos. Quien no tiene su minotauro y Fuegos, bajo el nombre genérico y bastante "jesusiano" de Yourcenar o cada quien su Marguerite, que se acaba de estrenar en el foro Sor Juana Inés de la Cruz de la UNAM. Es decir que estamos amalgamando dos nombres de interés: el de una gran escritora francesa y el de una directora mexicana que, además o a pesar de estar "de moda", se maneja con una gran imaginación, estructurando un lenguaje teatral identificatorio y personal, tanto para lo elogioso como aún para lo crítico.
En el pequeño foro, Jesusa junto con su escenógrafo e iluminador Carlos Trejo, comienza por instaurar una ínsula de los elementos primordiales, tal como se manejaron en la especulación tradicional hasta el Renacimiento: el agua, sobre todo en una pequeña alberca con mosaicos ilustrando la tauromaquia cretense; el fuego, en antorchas y líquidos inflamables que se derraman; la tierra, en este caso transformadas en rocas y bajo reminiscencias de un texto de la propia Yourcenar, y el aire, a partir de la ocupación de los espacios aéreos, la imagen de la vela de un barco y el uso de la luz. Sobre este fondo, que además por momentos emerge y protagoniza, coloca una serie de cuerpos que durante grandes espacios temporales estarán desnudos y en contacto directo con los elementos, junto con telas y sogas que generan permanentemente un referencial de texturas que juega con los valores del texto (texto/textura, la textura del texto) y las intenciones de los personajes. Es la prioridad de los sentidos y su relación, a veces armónica, en otras contradictoria, con el intelecto y el mundo de los valores, en una situación historizada (sucede en la Grecia mítica y prehistórica) pero transparente en sus referencias a la actualidad, a la parábola contada para y desde el hombre (o tal vez mejor la mujer) de hoy.
Y este es otro punto de ver: la admiración de Jesusa por la mujer, que se evidencia en todos sus trabajos y en el tratamiento de los desnudos femeninos, da un sesgo muy personal a su acercamiento a las intenciones de la Yourcenar, como reprismando el enfoque desde sus intereses, acercándolo a su sensibilidad y sentido del erotismo.
La historia de Fedra y Ariadna, de Teseo y el Minotauro, el juego del erotismo y el placer, de la pasión y el amor entendidos desde distintas vertientes, se desgrana como un comentario plástico dramático con las estrategias escénicas habituales en esta directora, incluyendo su participación como una "viajera" en este doble viaje de los sentidos y los conceptos, del erotismo y el teatro.
Los actores incluyen a integrantes del grupo Divas (el de Jesusa) y a invitados, como Mario Iván Martínez y a dos actores de un grupo de Guanajuato. Tal vez es en este punto donde el trabajo es más débil.
O al menos por debajo del universo de imágenes que se nos propone que amalgama con coherencia e interés en el manejo corporal y no tanto en los resultados de actuación a partir de un texto. De todas maneras esto no logra cuestionar la calidad general del espectáculo, que se nos propone sólido, muy bello por momentos y con un refrescante reconocimiento de la validez de que un creador vuelque sus obsesiones en su trabajo y no se conforme con sólo montar ideas y propuestas ajenas, como un correcto director. Bienvenida esta Margarita que Jesusa dedica a su maestro Julio Castillo.