FICHA TÉCNICA



Título obra Suave, que me estás matando

Autoría Juan José Gurrola

Dirección Juan José Gurrola

Espacios teatrales Foro del Museo Rufino Tamayo




Cómo citar Bert, Bruno. "Una obra vacía; sadomasoquismo teatral de Gurrola
Suave que me estás matando". Tiempo Libre, 1988. Reseña Histórica del Teatro en México 2.0-2.1. Sistema de información de la crítica teatral, <criticateatral2021.org>



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Teatro

Una obra vacía; sadomasoquismo teatral de Gurrola
Suave que me estás matando

Bruno Bert

En general los espectáculos de Gurrola parecen como abocetados, carecen de una trama convencional, integran un lúdico contenido erótico y se muestran en constante estado de transformación. Todos estos elementos son puntos a favor de ese autor y director porque contribuyen a una imagen viva y contradictoria del teatro que nos entrega. Sin embargo hoy hemos tenido la posibilidad de ver el límite de todas esas virtudes en su nuevo trabajo que se está presentando en el Museo Rufino Tamayo. Me refiero, claro, a Suave que me estás matando.

Hablo de límites porque justamente cada uno de estos elementos aquí son extremados hasta un punto que les hace perder la tensión característica que solían crear. Como las polaridades de un imán demasiado alejadas entre sí. Ese estado de abocetamiento de sus trabajos, que suele hacerlos tan atractivos, recuerda ciertos dibujos preparatorios de algunos pintores que con capaces de contener en sus líneas fundamentales a la obra toda; son como los músculos vivos que encierran lo esencial prescindiendo de recubrimientos. Pero si fuéramos a un estadio anterior, estas fuerzas no estarían aún compuestas y los componentes se verían desvaídos. Así sucede con el actual espectáculo de Gurrola en donde el dibujo escénico y la idea integrada no llegan a plasmarse, quedando en esbozos sí, pero carentes de energía y unidad. Ese "hábil, sagaz y fraudulento simulacro de inteligencia" a que hace referencia el programa de mano, es lo que campeaba brillantemente en sus otras puestas, pero aquí también estos se pierden dejando a la vista una sumatoria de palabras inútiles, un hablar vacío, un chirriar de sonidos que aquí y allá recuerdan a Gurrola pero que no lo encarnan, que no son capaces de transformar el simulacro en algo creíble y fascinante. El vacío se cuela por todas partes. E incluso por aquello que Gurrola integra como aglutinamiento: el erotismo. Ese elemento vital y desenfado sufre un corrimiento que lo acerca a su contrario, al sentido de la muerte, a la descomposición de los sentidos, que aparecen como agotados, embotados y torpes. Aquel espíritu refinado y decadente en donde lo sensual se mezclaba con el placer de la palabra, destruyéndose y recreándose mutuamente en un juego de renovación permanente, un tanto perverso pero siempre lúdico, aquí pierde esa capacidad volviéndose basto y desencajado.

Todo esto se mezcla con una escenografía que invade el escenario sin resignificarlo, como una excrecencia carente de sentido e incluso de originalidad, pero coherente con el resto justamente en aquello que la hace menos grata: su deformidad.

A estas alturas uno puede preguntarse si la palabra muerte que se encuentra en su título no pauta realmente todo el espectáculo, a partir de la descomposición de las partes y los nexos. Es como un mundo que concluye, pero no como la representación de eso mismo. Y la diferencia es importante porque representar una conclusión no implica concluir, mientras que cuando se concluye no se llega a representar nada porque la que está en primer plano es la pérdida de la creación.

El grupo de actores, esta vez sin el mismo Gurrola al que solemos ver actuar en sus obras, transita ese espacio provisorio con mayor o menor fortuna pero sin posibilidades de lograr asentamiento y unidad en un espectáculo que no lo permite. Y todo concluye, sin que el cierre exista, por voluntad o cansancio de un creador que pareciera mostrar un cierto hastío de sí mismo.

Ligia Escalante en Suave, que me estás matando, de Juan José Gurrola, dirección de él mismo, Foro del Museo Rufino Tamayo (Paseo de la Reforma y Gandhi, Bosque de Chapultepec, 2865839), martes a viernes (20:30), sábado (18.00 y 20:00) y domingo (17:00 y 19:30 horas) (Fotografías de Luis Fernando Moguel)