FICHA TÉCNICA
Título obra Electra
Autoría Sófocles
Notas de autoría Ioannis Gryparis / versión al griego actual
Dirección Dimitrios Rondiris
Grupos y Compañías Teatro Griego Piraikon
Elenco Aspassia Papathanassiou, Costis Galanakis, Titika Nikoforaki, Nicolao Lykomitros, Christos Frangos, Antonio Kenakis, Rika Sifaki. Coro: Electra Konstantinou, Charitini Karalou, Niki Vorrea, Jenny Zacharapoulou / elenco de la compañía
Coreografía Loukia
Música Konstantin Kydoniatis
Espacios teatrales Teatro del Palacio de Bellas Artes
Productores Dimitrios Rondiris
Referencia Mara Reyes (seudónimo de Marcela del Río), “Diorama teatral. Teatro Griego Piraikion”, en Diorama de la Cultura, supl. de Excélsior, 5 diciembre 1965, p. 4.
Título obra Medea
Autoría Eurípides
Notas de autoría Ioannis Gryparis / versión al griego actual
Dirección Dimitrios Rondiris
Grupos y Compañías Teatro Griego Piraikon
Elenco Aspassia Papathanassiou, Costis Galanakis, Titika Nikoforaki, Nicolao Lykomitros, Christos Frangos, Antonio Kenakis, Rika Sifaki. Coro: Electra Konstantinou, Charitini Karalou, Niki Vorrea, Jenny Zacharapoulou / elenco de la compañía
Coreografía Loukia
Música Konstantin Kydoniatis
Espacios teatrales Teatro del Palacio de Bellas Artes
Productores Dimitrios Rondiris
Referencia Mara Reyes (seudónimo de Marcela del Río), “Diorama teatral. Teatro Griego Piraikion”, en Diorama de la Cultura, supl. de Excélsior, 5 diciembre 1965, p. 4.
TRANSCRIPCIÓN CON FORMATO
imagen facsimilar
Referencia Electrónica
Diorama de la Cultura, Excélsior
Columna Diorama Teatral
Teatro griego
Mara Reyes
Piraikon
Palacio de Bellas Artes. Obras: Electra, de Sófocles, y Medea, de Eurípides. Versión al griego actual: Ioannis Gryparis. Producción y dirección, Dimitrios Rondiris. Música, Konstantin Kydoniatis. Coreografía. Loukia. Reparto: Aspassia Papathanassiou, Costis Galanakis, Titika Nikoforaki, Nicolao Lykomitros, ChristosFrangos, Antonio Kenakis, RikaSifaki. Coro: Electra Konstantinou, Charitini Karalou, Niki Vorrea, Jenny Zacharapoulou, etcétera.
La llegada del Teatro Griego Piraikon provocó expectación y ésta no se vio defraudada, como tantas veces ocurre con aquello en lo que se ha cifrado una excesiva esperanza, por lo contrario, la escenificación de Electra, de Sófocles, y de Medea, de Eurípides, fueron una respuesta acorde a tal expectación.
Llama la atención especialmente la concepción de la dirección escénica de Dimitrios Rondiris, que conserva ciertos rasgos tradicionales y a la vez se procura licencias de esa tradición; o sea que la ve no como atadura, sino como ascendencia; en lugar de plegarse a ella, la utiliza con discreción, cuando ésta sirve a sus fines estéticos y la desecha cuando lo siente necesario.
La excelente coreografía es de Loukia. Constituyen un goce para los ojos esos movimientos del coro, secuencias de simetrías perfectas que no son como grecas en movimiento [sic]. Las figuras forman composiciones como bajorrelieves en capiteles o sarcófagos, o como frisos de vasos griegos antiguos. El color sobrio de las vestiduras, del decorado y de la iluminación, descubre en el director su camino hacia la sencillez, que no busca en la policromía un recurso fácil para el efecto plástico.
Es de observarse que el coro no está formado por quince mujeres (número al que ascendió Sófocles el del coro, que en Esquilo era de doce) sino por catorce, lo que favorece la armonía simétrica. Esta reducción es muy comprensible si se recuerda que en los edificios teatrales de la antigüedad, el coro deambulaba en la orkestra, separado de los actores que permanecían en la skene, y en cambio, actualmente, todos se mueven dentro del mismo ámbito, por lo que la supresión de un elemento del coro permite situar a los actores como centro de las formaciones simétricas.
Y un deleite para el oído lo constituyen las sonoridades, que procuran guardar siempre un equilibrio. Admira la precisión con que habla y canta el coro, que recibe sus indicaciones no de la batuta de un director de orquesta, sino del [ilegible] de un tamtam que es como un oleaje que va formando imperceptiblemente una atmósfera en torno de los actores y de los espectadores. La música –hecha con instrumentos que no son fácilmente reconocibles– se mantiene siempre en proporción con las voces emitidas por actores y coreutas. Es también de señalarse la forma en que opera el matiz en los actores, como frases musicales que crecen, disminuyen, que llevan del sonido más indiscernible hasta el grito, a través de un crescendo gradualmente trazado. Se podrían dibujar los sonidos y quedarían a la vista líneas cuyos entrecruzamientos nos harían percibir también –como lo hacen los movimientos– una riquísima greca, palabra que no es casualidad que signifique precisamente: griego.
La actriz, Aspassia Papathanassiou, la de mayor relevancia no por otra cosa sino porque tanto Electra como Medea son dos tragedias en las que el personaje es la figura cuyo nombre toma cada obra, hace un trabajo cuidadosísimo y ejemplar. Cada momento está resuelto de antemano, cada gesto, cada inflexión de voz, cada pausa, cada sollozo. Quizá lo único censurable es que en ocasiones, se confía al esquema formal y no deja a su emoción un poco más libre de compromisos técnicos.
Sería imposible –dentro de este breve comentario periodístico– profundizar en cada uno de los aspectos de este espectáculo por muchos conceptos excepcional; pero después del alud de escenificaciones de teatro griego efectuadas por el IMSS, no puede evitarse la referencia a ellas con motivo de la visita a México del Teatro Griego Piraikon. Tal referencia se limita a la comprobación –aunque el arte no sea ciencia, permite la comparación con ciertos modelos que por muchas razones pueden serlo– de que nuestro teatro, aunque con concepciones diversas y medios formales diferentes pero válidos, está a la altura de los arquetipos reconocidos como tales en el mundo.