Diorama de la Cultura, Excélsior
Historia del chupe
Óscar Liera
Si partimos de la idea que el teatro es un hecho social nacido de la necesidad que una comunidad tiene de expresarse a sí misma, cuando lleguemos a las taquillas del Teatro Principal a comprar los boletos para ver La historia del chupe ra ra ra, tendremos en la cabeza la idea de que vamos a presenciar el producto social de una comunidad que se expresa y define a través de uno de los grandes problemas que ha venido arrastrando: el alcoholismo.
La mayor parte de los problemas que plantea el teatro son, han sido y serán, cuestiones sociales, cuestiones basadas en una realidad que posiblemente todos conocemos; esta realidad se teatraliza y presenta en una visión muy especial del autor. La realidad: el alcoholismo en México es un problema que se ha planteado desde los tiempos prehispánicos, el pulque tiene su historia y sus mitos, se conserva en las pinturas y en las tradiciones; desde entonces a la fecha, el mexicano conoce y disfruta de los efectos de la embriaguez que produce el alcohol. Durante la Colonia los indígenas aprendieron a fabricar otras clases de bebidas alcohólicas y esto alentó a la población para soportar las humillaciones de los "popolocas" o bárbaros; no había ceremonia, fiesta o reunión en la que faltaran las bebidas embriagantes. Y desde la Independencia hasta la fecha, el alcohol sigue presente en cualquier reunión, por más religiosa que ésta sea. La publicidad ha contribuido grandemente a la propagación del consumo de las bebidas alcohólicas; en un reciente estudio realizado por Armando Javier Guerra: El alcoholismo en México (FCE), encontramos algunos datos estadísticos de sumo interés, como son el crecimiento y desarrollo de las industrias cerveceras y de bebidas alcohólicas; el número de cantinas y pulquerías, comparado con el de escuelas, jardines de niños y hospitales. Según estos datos por cada jardín de niños, en 1967, había 44 expendios de bebidas; y en 171, 50.2 y 30.6 expendios por cada escuela secundaria. Armando Javier Guerra comenta que por la televisión, en un canal determinado y una fecha que él apunta en su libro, se pasaba un comercial de bebidas alcohólicas cada diez minutos, y comenta que en la calle Insurgentes entre la glorieta del Metro y la calle de Baja California "hay 21 anuncios gigantescos de bebidas". Esta es nuestra realidad social numérica de propagación y consumo, las consecuencias son más dolorosas y graves.
Definitivamente, La historia del chupe es la expresión de una colectividad que se identifica y define; que se exalta y vincula con el espectáculo; un público que se encuentra en el borrachín que está en escena y no ha podido encontrarse ni en los celos de Otelo ni en los gorgeos agónicos de una Traviata que se ahoga entre los bacilos de Koch. Y esa es nuestra dolorosa realidad... ni los problemas de Fausto y su deseo del saber absoluto, ni de Margarita, ni de Carmen, han podido arrastrar a nuestro pueblo. El mexicano no podrá asimilar los problemas de la literatura universal ni de la música, ni del arte en general, mientras no resuelva los suyos propios, como son la desocupación, el hambre, el alcoholismo, "la fe perdida" en la democracia y en esa alfabetización que sólo puede ponerles en las manos historietas para niños gringos con sueños de plástico. Habría que pensar en un teatro popular que en verdad arraigue sus raíces en lo más profundo del pueblo; un teatro que sea la expresión verdadera de una nación, para ello, como dice Jan Doat, habría que tomar lo que la sociedad tiene de actualidad y conserva de duradero. Los que han elegido un trabajo público deben sentirse obligados a fortalecer el sentido colectivo de una sociedad ayudándole a su mejor expresión, a que realice de la mejor manera su síntesis y se refleje. "Un público particular incita al autor a insistir sobre (...) sobre lo que lo liga al resto de la humanidad". [Párrafo incompleto desde la publicación original. N. del E.]
La historia del chupe ra ra ra divierte a algunos y entristece a otros, no pretende poner en crisis ninguna de las instituciones pero sí plantea algunos de los problemas cotidianos que han afectado muy directamente al pueblo, como son la devaluación y la hebdomadaria alza de los productos; el incesante descubrimiento de fraudes, el ocultamiento de otros y, en general, todas las degeneraciones que la corrupción ha venido trayendo.
La obra no logra una gran calidad artística, que tampoco pretende, las coristas se mueven con tal desgano que nunca llegan a entusiasmar con nada. Sin embargo, es muy importante hacer notar que este tipo de teatro, que no se basa en las comedias francesas de boulevard y que se presentan ante la condena de los que manejan el habla culta de México ha ido buscando sus raíces en los problemas que afectan a la comunidad que las sostiene y así, Las ficheras, La pulquería y La historia del chupe, se presentan como verdaderos hechos sociales que tal vez podrían dar lugar a un buen movimiento teatral. Esto sucederá en caso de que los productores y autores no sólo buscaran la fórmula de divertir al pueblo, sino que también hicieran un verdadero compromiso social y político con un pueblo explotado un pueblo que se mueve entre dos culturas sin poder sintetizarlas en una sola y que durante mucho tiempo ha [Párrafo incompleto desde la publicación original. N. del E.]