Diorama de la Cultura, Excélsior
¡Ay! Sin ventura de ti
Óscar Liera
Teatro círculo, los espectadores unos frente a otros; demasiada intimidad, el círculo como un símbolo femenino, como un encerramiento angustiante: celda; para algunos conventos, para otros cárcel. Como malos espíritus materializados, desde lo alto de los muros, acechaban monstruos omnipresentes con sus espantables caras. El bien y el mal, como en las catedrales góticas, materializados. Los expertos nunca se pusieron de acuerdo si el bien aplasta al mal, como la interpretaron los cristianos, o si al contrario el mal sostiene al bien como pensaban algunos herméticos. Hay un cirio encendido, un libro, unos hábitos tirados en el suelo y una campana. El tañer de la campana inicia un canto y lo continúa una monja, son tres: salen cada una con su alegría, vestidas con batas blancas, y toman los hábitos son: Sor Juan Inés de la Cruz, Teresa de Jesús y Mariana Alcoforado. Teresa sencilla impregnada de misticismo, entregada a Dios con fe ciega “Mientras menos lo entiendo más lo creo”. Sor Juana, con su pensamiento cartesiano expresado en el Primer Sueño y su amor más carnal que expresa en las “Liras del Amado dueño mío”. Mariana Alcoforado, más conocida como la monja portuguesa, olvidada totalmente del amor divino escribe sus famosas cartas al Capitán Chamilly Ay, sin ventura de ti.
El hecho de que el teatro haya tenido un principio religioso nos lleva a pensar en una celebración ritual, en un acto mágico hacia el contacto divino, hacia la explicación mítica de nuestra existencia. Las actrices celebrantes toman sus hábitos, inician el rito con disposición mística, con indominable apetencia de la divinidad, y, poco a poco, van aflorando sus pasiones, y poco a poco van cayendo en ellas y llegan al éxtasis, a la desesperación, al agobio, a los umbrales de la locura… hasta que el exorcismo se vuelve necesario. Vuelan de nuevo los cantos, la convivencia, imaginada, de las tres religiosas, de las tres mujeres enamoradas; Teresa, de Dios; Juana, del conocimiento; Mariana, de su capitán francés. El rito termina, los hábitos se quedan en la escena y se van con la misma alegría que llegaron.
Tres espléndidas actrices que desarrollan un verdadero acontecimiento sobre la escena, una entrega completa con el rito, una auténtica comunión con el público, un manejo perfecto de las emociones y una muy buena organización del dinamismo. Luisa Huertas, Patricia Euguía y Silvia Mariscal son las religiosas. La música, parte vital del rito, está a cargo de Luz Haydée y Gladis Bermejo. La escenografía y el vestuario, como para cerrar el símbolo femenino del círculo, fueron diseñados por Gilda Navarro, quien, después de sus estudios escenográficos en Roma, ha dedicado todas sus experiencias a los grupos universitarios.
Ay, sin ventura de ti, dirección de Enrique Atonal. Muy buen trabajo de dirección, sobre todo si se considera que lo más importante en un buen director de teatro es saber motivar a los actores y poder extraer eso de que él considera necesario para la expresión artística del arte dramático.
La visión mística de una Teresa, cartesiana de Sor Juana y apasionada de Mariana se entretejen armónicamente en una progresión dramática que conlleva a una realización mística del público. El hombre, dicen algunos, es “necesariamente religioso”; y por lo tanto es necesario que se realice religiosamente, y si estamos de acuerdo con Nietzsche en que el arte es la actividad esencialmente metafísica del hombre, qué mejor manera que realizarnos religiosamente ante la celebración del rito mágico del teatro. Los dioses hace mucho tiempo cayeron en descrédito, los actuales son cuestión de geografía y todavía tenemos mitos vigentes y grandes enigmas que resolver. Creemos, que acuerdo con Brecht, que el hombre necesita liberarse de una manera inmediata socialmente; pero también creemos, de acuerdo con Artaud, que el hombre necesita liberarse de una manera mediata; o sea espiritualmente. De aquí la importancia de ver este tipo de teatro que sin grandes presupuestos, ni grandes producciones, realiza auténticas experiencias artísticas que proponen la liberación artaudiana que es tan importante como una forma de conocimiento y como una realización espiritual.
La selección de los textos fue hecha de tal manera que quedaran las tres mujeres frente a su visión de la muerte, frente al amado y frente a la tentación. Son seres que están encerrados, que no se mueven –comenta el director– cualquier tipo de movimiento procede del interior y tiene que ser representado con una fuerza interior y con ayuda de la voz únicamente es como una excitación de moléculas y experimentamos esta excitación sin que salga de su sitio, de su celda.
Algo muy importante en cuanto al texto es que en mayor parte está basado en la prosa que escribieron estas tres mujeres apasionadas y cuando se incluye algún poema no es de los más conocidos y machacados que oímos por todas partes, o si acaso, Sor Juana comienza con: “Detente sombra de mi bien esquivo, imagen del hechizo que más quiero…” y deja en el aire el poema como para que el espectador lo continúe en su memoria, pero inmediatamente entra Mariana con sus angustias y sus ruegos de amor; ay, ventura sin ti. Aprovechamiento de los actos cotidianos en la vida claustral; la oración, el canto y los quehaceres de la cocina y lo mismo vemos a Sor Juana acongojada por uno de sus romances filosóficos mientras pela patatas “finjamos que soy feliz, triste pensamiento, un rato”, que a Teresa pensando en La Morada, o en su Camino de perfección, mientras borda. Solamente Mariana se verá forzada a huir un poco de la realidad para tratar de olvidar su pasión: “Ay ¿por qué tanto rigor con un corazón que es tuyo?”
Tal vez el único inconveniente del espectáculo es que está dirigido a un público más o menos selecto definitivamente no podemos hablar de teatro popular, como tampoco podemos hablar de literatura popular frente a las obras de Santa Teresa, Sor Juana, ni, en la actualidad, de las cartas de la Monja Portuguesa. Pero sí cualquier público estudiantil, o en general cualquier público de teatro puede disfrutar esta puesta en escena.
La labor que actualmente está realizando la Universidad Nacional Autónoma de México con relación a la difusión de la cultura se ha venido a colocar por encima de cualquier institución de las que se han dedicado a este tipo de difusión. La cartelera que la Universidad muestra la diversidad de espectáculos y conferencias que día a día ofrece.
Con estas actividades la Universidad desarrolla una labor muy positiva dentro de la comunidad y contrarresta la mala impresión de la realidad teatral en nuestro país; de la vergonzante programación que ofrecen los teatros comerciales y de la mala inversión de los presupuestos en obras de teatro que nada tienen que ver con nuestra actual realidad social, con el pretexto de rendir un homenaje. La triste situación del arte en nuestro país es que nos pasamos la vida rindiendo homenaje a los artistas viejos y nunca nos acordamos de los jóvenes, hemos de esperar que lleguen a viejos y que logren medio desarrollase en un clima hostil, para que cuando lleguen a viejos les rindamos homenaje y nos sintamos felices de nuestra labor homenajeadora.
La Universidad, insisto, es la única institución que actualmente está tratando de auxiliar a los jóvenes que luchan a brazo partido por lograr un local para poner sus obras ya sea teatro, exposiciones o lecturas. Una muestra muy clara está en la obra Ay, ventura sin ti que, con verdaderas actrices, se presenta en el Escenario del arte, que está en una de las plazas más bellas de Coyoacán: Santa Catarina.