FICHA TÉCNICA
Título obra Santísima la Nauyaca
Autoría Tomás Espinosa
Dirección Morris Savariego
Elenco Alejandra Flores, Norma Angélica, Astrid Hadad
Escenografía Víctor Carbajal y Patricia Martínez Cota
Espacios teatrales Foro Shakespeare
Cómo citar Bert, Bruno. "Santísima la Nauyaca
Mito y sociedad". Tiempo Libre, 1986. Reseña Histórica del Teatro en México 2.0-2.1. Sistema de información de la crítica teatral, <criticateatral2021.org>
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Teatro
Santísima la Nauyaca
Mito y sociedad
Bruno Bert
El análisis del mito popular en figuras como la de María Félix ha sido abordado en diversas oportunidades, la más reciente de las cuales, según recordamos en los escenarios locales, fue Orquídeas a la luz de la luna, donde la figura de la diva era claramente identificable, junto con la de Dolores del Río, asumidas en esos momentos por hombres trasvertidos. En el caso de Santísima la Nauyaca la "María" puede, pero no necesariamente, retomar la imagen de "La Doña". En realidad la posible identificación más bien ilustra una posibilidad, ya que la obra tiende a una visión más global y a una generalización sobre el tema, que escapa deliberadamente de la anecdótica personal de un individuo físico determinado.
Temáticamente abarca al menos dos vertientes que pueden ser complementarias pero que representan distintos niveles de interés: por un lado podemos apreciar la estructura consumista y necrofilica de la clase media en relación a los mitos generados por los medios de comunicación; las actitudes caníbales de éstos y otros poderes, más las relaciones posibles de la imagen proyectada con los estratos populares. Todo este amplio espectro es el más logrado dentro del desarrollo de la obra, tanto por el material textual que nos brinda como por el correlato de imágenes visuales que recrean los actores y la dirección. Por el otro, se nos muestra el "dolor" del individuo real que subyace al mito intentando débilmente ser reconocido en forma paralela y simultánea a la presencia monstruosa y mistificada que generan los infinitos años de codificación de la imagen pública; el descubrimiento progresivo de la vaciedad detrás de la imagen y en definitiva la muerte real e intrascendente de soporte. Intrascendente porque importa mucho más las repetidas muertes prefabricados que van multiplicando la imagen mítica, alejándola cada vez más de los referentes reales, independizando el reflejo creado hasta darle total autonomía para los actos, las reacciones y en definitiva el consumo que de ellos puede hacerse. Esta contraparte de "reacción" o de posibles intentos de reacción por parte del ser es la menos interesante y tal vez lo más discutible de la concepción general del autor.
Santísima la Nauyaca, de Tomás Espinosa, fue estrenada en el Foro Shakespeare, con apoyo de la UNAM, bajo la dirección de Morris Savariego. La labor de construcción de éste último es interesante tanto en lo que concierne a la dirección de actores como dentro del manejo escénico, resolviendo con unos pocos elementos la presencia de una multiplicidad de personajes y situaciones colectivas con habilidad y gracia. Resulta de menor efectividad la labor escenográfica, a cargo de Víctor Carbajal y Patricia Martínez Cota, no tanto por el uso y la coordinación del espacio, como por la falta de riqueza imaginativa en la implementación de objetos y la calidad visual de los mismos. En cambio, en lo que hace a los actores, presentan casi todos ellos, cada uno en el rol o los roles que les ha tocado desempeñar, una afortunada presencia que sostiene el ritmo del espectáculo, que lo hace grato y llevadero a lo largo de sus dos actos, destacando Alejandra Flores, Norma Angélica y Astrid Hadad, a las que les corresponde los papeles de la "María" y de unas hermanas que bien podrían tener algún parentesco con ciertos personajes de Hugo Argüelles.
Entonces, a pesar que el espectáculo presenta algunas fisuras que dan pie a posiciones controvertidas tanto por su texto como por su realización, el resultado general es suficientemente sólido como para acercarse a la Compañía de Shakespeare a disfrutarlo tomándolo como soporte para nuestra propia discusión en relación a la propuesta vertida.