Teatro
Marta la piadosa
Brillo y mate
Bruno Bert
Uno debiera poder asistir a una representación incontaminado de informaciones previas en relación a la valoración social de una obra, su autor, director o intérpretes, para poder juzgarla a partir de ella misma, de la comunicación que logra y del placer que nos entrega per se. Sin embargo, hay casos en que esto es difícil, como en este de Marta la piadosa, ya que el saber de antemano que se trata de un trabajo que ha ganado nada menos que seis premios en el Festival del Siglo de Oro del Chamizal, Texas, es algo que, queramos o no, nos predispone a un nivel excepcional y a una calidad pocas veces vista.
Efectivamente, este trabajo bajo la dirección de Raúl Zermeño, basado en textos de Tirso de Molina, ha sido galardonado con los premios a la mejor actriz (Luisa Huertas), al mejor director (Raúl Zermeño), a la mejor música (Luis Rivero), al mejor diseñador de vestuario (Andrei Wlocarczyk), mejor trabajo de grupo y mejor producción profesional. Ahora podernos apreciarla en la sala del CUT del Centro Cultural Universitario.
Marta la piadosa es el título original de una obra de Tirso publicada por primera vez en 1636, que puede inscribirse dentro de la línea de sus comedias de caracteres e intrigas, teniendo en ella especial importancia la caracterización y el desarrollo de los roles femeninos, especialmente la protagonista que cristaliza la búsqueda de un tipo que el autor ya esbozara en dos obras anteriores, dentro de un contexto de estilo clásico que impusiera Lope de Vega, un contemporáneo de Tirso que, junto con Calderón, forman la triada fundamental del Siglo de Oro Español.
Zermeño, en su adaptación, respeta lo fundamental de la trama (aunque cambia no muy explicablemente el final que en realidad reforzaría la tesis del interés pecuniario como móvil social) que pone de relieve el valor de las pasiones en un contexto social que obliga a su ocultación, sustituyendo la sinceridad por la hipocresía y la explotación en los otros de la falsa devoción; y en donde la mujer es simplemente un objeto mercantil en manos de los hombres, de los que se libra a través de la astucia y el enredo, que permite, por su tono reidero, una crítica que difícilmente hubiera sido asimilable en la época si se la trasladara a un plano serio.
Sin embargo, aquí la burla se duplica, ya que el director sólo se asienta en la estructura de la pieza, recomponiéndola, para burlarse no sólo de aquello de lo que ya lo había hecho Tirso, sino de Tirso mismo y del género en cuestión.
Y esto tanto sea a través de las transgresiones en el lenguaje, la música, el vestuario, la trama y la intención misma del original. Y hay que admitir que por momentos lo logra. Como por ejemplo a través de los trajes, especialmente los femeninos, llevados al absurdo sin perder la raíz que los motiva; de ciertas imágenes, como la del velorio del principio que, aunque no pertenece a Tirso, contrapone jocosamente el diálogo original de las hermanas al falo ardiente de los dos muertos de los que se habla; o ciertos otros momentos de clímax del segundo acto.
No obstante el resultado general es más bien pesado, excesivamente largo, y muchas de sus transgresiones podemos llegar a sentirlas un tanto simplistas, con reiteraciones de efecto que producen pérdida de interés en el espectador.
Además, Zermeño intenta vincular elementos hispánicos con otros mexicanos, queriendo, según dice el programa de mano, "escarbar nuestros orígenes", reuniendo lo que pueda ser afín a la formación de nuestra idiosincrasia. Loable intención ciertamente, pero no la más lograda, al menos a mi entender, aunque éste no concuerde evidentemente con el jurado del festival que tan largamente ha premiado el trabajo. Tal vez lo más sabroso esté llevado de mano de los actores, sobre todo de la protagonista, que tiene una labor dinámica e interesante; y del ritmo que logra la yuxtaposición de las propuestas de Tirso y Zermeño. Tal vez lo más débil se encuentre en lo disparejo del material visual, brillante por momentos y verdaderamente flojo en otros, y en algunas propuestas un tanto extemporáneas de actualización y sátira.
De todas maneras, como en todo aquello que provoca opiniones disímiles, es interesante que sea el espectador el que saque su conclusión personal viendo la obra y, como también dice el programa: ¡Qué Dios (o Tirso) los perdone!
Escena de Marta la piadosa, espectáculo de Raúl Zermeño, basado en Tirso de Molina, que presentan en el Centro Universitario de Teatro (atrás de la Sala Nezahualcóyotl), del Centro Cultural Universitario; miércoles a viernes, 20:30; sábados, 19 y domingos, 18 horas.