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Columna El Teatro
Federico García Sanchiz, "el pobrecito hablador", y sus Charlas, espectáculo único
Armando de Maria y Campos
Federico García Sanchiz ilustre escritor español, acaba de llegar a México para... "españolear" una temporada. ¿Sabéis quién es Federico García Sanchiz? Os lo diré en unas cuantas fichas:
Federico García Sanchiz, español, valenciano, nacido en 1888. Su formación es universitaria, pero en realidad se ha hecho en los viajes; dos veces dio la vuelta al mundo y lleva realizadas veinte travesías del Atlántico y seis del Pacífico, entre las costas americanas y las asiáticas. Cronista un tiempo en los grandes rotativos, autor de libros, cuyas ediciones se multiplican, su inconfundible personalidad, como su fama internacional, se deben, sin embargo, a las Charlas, novísima modalidad de la palabra hablada, a que en seguida se referirá la presente apostilla.
Es académico de la Real Academia Española, y de otras muchas: miembro del Instituto de España; doctor en letras honoris causa de la Real y Pontificia Universidad de Santo Tomás de Manila, que data del siglo XVII; Caballero Gran Cruz de Isabel la Católica; Señalero honorario del Estado Mayor de la Escuadra Española; el Hermano Mayor Universal de la Archicofradía del Glorioso Apóstol Santiago, fundada en Compostela por los Reyes Católicos, etc., etc. Pero no hay que olvidar un título, que nos devuelve al artista, al que en verdad no desnaturalizaron las graves recompensas oficiales: ese título es el de "narrador de cuentos de los zocos morunos", y otorgáronselo en el de Tánger, entregándole el pandero simbólico, los narradores de Las Mil y Una Noches, procedentes de Bagdad y Damasco.
Las Charlas de Federico García Sanchiz, iniciadas en 1926, no se interrumpieron desde entonces, y han ido evolucionando, a través de innumerables temas, de la más diversa índole, hasta constituir, no sólo un extraordinario ejercicio intelectual, sino un espectáculo amenísimo, predilecto de los públicos más calificados.
Sería inútil pretender la cristalización de la oratoria de García Sanchiz en una fórmula, pero los testimonios que siguen, tomados al azar, son harto elocuentes. Todos se refieren a su reciente actuación en Buenos Aires, el año próximo pasado.
Del haz de breves fichas periodísticas que tengo a la mano elijo, en primer término, la del diario Clarín: "García Sanchiz vuelve en la plenitud de sus mejores dones oratorios. Por espacio de dos horas mantuvo a sus oyentes en suspenso, pendientes de sus pinceladas magistrales, que fue trazando con un dominio no alcanzando hasta el presente por nadie que utilice el instrumento de la palabra como deleite del espíritu".
"García Sanchiz –dijo el diario La Prensa– además de la extraordinaria belleza y la gracia exquisita del verbo, posee erudición de buena ley, claridad diáfana y hondura de pensamiento".
Un Rubinstein o un Gigli –comentó la revista Estampa–, que han sido esta temporada los otros grandes "fenómenos de boletería", no pueden presentarse en el escenario como lo hace García Sanchiz, totalmente despojado de cualquier cosa que no sea su persona. Rubinstein necesita un piano, y la música que ejecuta no es suya. Gigli, a su vez, necesita orquesta y nada de lo que canta le pertenece. Federico García Sanchiz aventaja a todos los solistas del mundo en que él lleva dentro de sí mismo su piano o su orquesta y, lo que es mejor, su propia música.
"Produjo, en fin, el casi milagro de que el caudal de oyentes obligara a habilitar el escenario con multitud de sillas, convirtiéndolo en otra platea".
A su paso por La Habana, donde dio una única Charla en el Casino Español, García Sanchiz inspiró al gran cronista Rafael Marquina una serie de brillantes juicios, definiciones del arte de charlar un poco greguerías, de las que elijo algunas que darán al lector mexicano una idea del arte incomparable de charlar y pintar a la vez con la palabra de Federico García Sanchiz:
– "Alcaloide de lo español, capitán de la españolería, aquí está Federico. En la hidalguía de su fe, en la bizarría de su denuedo, en la gracia de su ingenio, con él y en su alba, aquí está España.
– "Desde los años mozos, navegante de todos los mares, escalador de todos los arrecifes, contemplador de todos los panoramas, vendedor de todos los climas, en todos dejó hincado y flameante –raíz y estrella– el gallardete de su gallardía.
– "Señor de la palabra, cincelador del verbo, aurífice de la idea, creó a su imagen y para su solo dominio, un género literario; la Charla. En cada una de sus Charlas en catarata de evocaciones, la vertical de una creación nueva.
– "Federico García Sanchiz, charlista. Se escriben estas palabras y se ha escrito el título de un capítulo de la Historia de la literatura española. El lo inicia, él lo llena, él lo acaba.
– "Cuando se habla de las Charlas de García Sanchiz hay que escribir el nombre con mayúscula: Charlas, porque es nombre propio; propio de él y de nadie más; único y solo, triunfador perenne.
– "Por razón de esta excepcionalidad, su nombre, aclamado en toda España y en América toda, es plenitud en sí mismo y de sí mismo desborda generoso. Y por razón de esa excepcionalidad su arte es español genuino".
En México, Federico hablará cinco veces otras tantas noches de mayo, para desenrollar desde el escenario del teatro Arbeu la película oral de un Viaje a España, La España de la ilusión, la del odio y la inevitable, La lidia, el canto y el baile flamenco, Cuando las abuelas eran las nietas, La orquesta fantasma, Dios Ayuda, y Santiago.
México espera, impaciente, la hora de escuchar a este vagabundo y misionero verbo de España.