FICHA TÉCNICA



Título obra Crimen por escrito

Autoría Frederick Knoff

Elenco Claudio Brook, Roger López, Martha Patricia, Aurora Walker, Ángel Merino, Carlos Monden

Espacios teatrales Teatro del Músico

Referencia Rafael Solana, “Teatro. [Actuación de Claudio Brook en Crimen por escrito de Frederick Knoff]”, en Siempre!, 4 abril 1962.




TRANSCRIPCIÓN CON FORMATO

Referencia ElectrÓnica

Siempre!   |   4 de abril de 1962

Columna Teatro

Actuación de Claudio Brook en Crimen por escrito de Frederick Knoff

Rafael Solana

Claudio Brook que es un actor magnífico y muy inteligente, sabe que su cuerda tiene limitaciones y procura escoger con tino las obras en que ha de intervenir; sobre todo ahora que es empresario. Encontró una comedia de crímenes, inglesa, cuyo personaje más importante le viene muy bien, porque es frío, calculador, cerebral, y no emotivo o sentimental, no un galán amoroso sino un típico personaje de obra policiaca, que puede ser el asesino, o la víctima, o el periodista, o el policía, o el juez, o el testigo. Desde La soga para acá los principales triunfos de Brook han tenido algo que ver con el género criminal.

Las perspectivas esta vez eran muy halagadoras, porque la firma que calza Crimen por escrito es la misma que vimos al pie de Con M de muerte, sino la mejor, una de las mejores obras policiacas de que hayamos tenido noticia, y con la que obtuvo un gran éxito el recordado director José de Jesús Aceves.

Por desgracia Crimen por escrito dista mucho de superar, y aún de igualar, a la otra obra de Frederick Knoff que hemos mencionado.

El género tiene escollos, y unos de ellos estriba en la longitud de las exposiciones; la de esta obra se lleva una considerable parte del tiempo escénico. Tarda uno muchísimo tiempo en saber qué clase de crimen va a cometerse, quién va a cometerlo, quién será la víctima; luego el autor nos hace testigos de todos los preparativos, de todo el proceso de planeación del delito, aparentemente en presencia de quien a uno le parece que puede ser la presunta víctima; luego...

De los ocho cuadros que tiene la pieza, o nueve, según nos pareció, varios son excesivamente verbosos, lentos, y hasta aburridos; pero en obras de este tipo ni siquiera puede uno permitirse el descanso de cerrar un momento los ojos; hay que tenerlos bien abiertos porque una sombra que pase por el fondo, el abrirse y cerrarse de una de las muchas puertas, pues las obras policiacas tienen por lo menos tantas como los vodeviles, quizá sean la clave del misterio. Nos pareció que el misterio más profundo que la obra planteaba era cuál sería su misterio; llegamos a suponer que el misterio principal sería cuál papel le habían asignado a Roger López.

Pero entre las anchas y profundas, sedativas lagunas, hay de pronto un par de momentos culminantes de felicísima realización, que tendremos la prudencia de abstenernos de contarles. El final, muy vivo, relampagueante, es un hallazgo; y como, según dijo Shakespeare, “bien está lo que bien acaba”, la gente sale despabilada y contenta; las palmas finales son ruidosas; no así, lo hacemos constar con tristeza, las de los intermedios, a cada cuadro más desconsoladas y lánguidas.

No, ciertamente no es Crimen por escrito una de las mejores comedias policiacas que conozcamos; pero tampoco es de las peores, por lo menos. Está correctamente traducida, y dirigida(1) con la fidelidad de detalle que es necesaria en este género.

El actor principal es Claudio Brook, que para esto nació, y lo hace muy bien; la actriz es Martha Patricia, que a pesar de que tuvo pocos ensayos (Rosa Elena Durgel estuvo ensayando, al principio, y luego hubo que suprimirla a causa de ciertos moños que se puso) no vacila ni yerra, sino está discreta; de una pieza nos pareció Aurora Walker, en el menos desagradable de todos los papeles. Muy adecuado para él resulta el personaje que repartieron a Ángel Merino, quien llega a provocar en el público las reacciones solicitadas por el autor; Carlos Monden entendió su papel de manera de hacer al público pensar, casi en todo momento, en el conde de Rosita Arenas. Si Roger López está progresando, lo menos que puede decirse es que lo hace con cierta lentitud. Los otros artistas del reparto no alcanzan a verse.

La escenografía no permite muchas libertades, pues debe ajustarse a una serie de indicaciones precisas, que juegan en la historia, probablemente se copió la hecha en Londres o en Nueva York, o en alguna otra parte.

Bueno... no ha puesto esta vez Claudio Brook ninguna pica en Flandes; pero está haciendo un teatro profesional muy respetable, muy correcto, que es de esperarse obtenga la aprobación de la clientela que ya hizo Rambal para el teatro del Músico.


Notas

1. Por José Luis Ibáñez. Testimonio de José Luis Ibáñez. Entrevista personal. México, 30 de septiembre, 1997.