FICHA TÉCNICA
Título obra Tríptico Copi
Autoría Copi (Raúl Damonte Botana)
Dirección Catherine Marnas, Daniel Giménez Cacho y Carlos Calvo
Elenco Julieta Egurrola, Enrique Arreola, Juan Carlos Barreto, Mariana Giménez, Daniel Giménez Cacho, Odille Lauría, Verónica Segura, Boris Schoemann
Escenografía Gabriel Pascal
Espacios teatrales Teatro Orientación
CÓMO CITAR
Obregón, Rodolfo. "Copíptico (II y no más)". Proceso, 2002. Reseña Histórica del Teatro en México 2.0-2.1. Sistema de información de la crítica teatral, <criticateatral2021.org>
TRANSCRIPCIÓN CON FORMATO
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Proceso
Columna Teatro
Copíptico (II y no más)
Rodolfo Obregón
3. De cuando el racionalismo europeo topó con el caos local
Ya lo dije: si para muestra del teatro de Copi basta una obra, el resto de la jornada permanece demasiado parecida a sí misma. Frente al reiterativo discurso del autor (al interior de cada obra y de un segmento del Tríptico a otro), el espectador se entretiene confrontando las puestas en escena que ofrecen a la vista tres oficios y tres sensibilidades completamente distintas.
Para mal de quien se decide a participar de la jornada entera, la primera parte, Eva Perón, alcanza el punto más alto en términos de resultados escénicos. El último y definitivo coup de théâtre preparado por Evita, la delirante farsa de su propia muerte, es organizado con precisión por la directora francesa Catherine Marnas, quien antes escenificó en México Roberto Zucco. Amén de un discurso articulado, en términos de espacio, imagen y claridad del relato, la presencia de tres magníficos actores (Julieta Egurrola, Daniel Giménez Cacho y Enrique Arreola) le permite alcanzar momentos de brillantez escénica como las confrontaciones entre la febril Evita (Egurrola) y la Erinia que como madre (Giménez Cacho) le tocó en suerte.
Acaso hay que lamentar que la claridad racional de la directora no haya dejado espacios para la auténtica locura, apuntada, amén del griterío y el travestismo, en el inquietante autoencierro de Perón (Arreola) y su vibrante explosión en el himno fúnebre en memoria de su insufrible esposa.
Frente al tono enfáticamente teatral de Eva Perón, Daniel Giménez Cacho juega, en El homosexual o la dificultad de expresarse, con el regocijo en la sensibilidad popular, trasladando el sentido fársico a la parodia de un melodrama a la mexicana.
A pesar de las atractivas pintas de Arreola y Boris Schoemann (la revelación actoral del año cuando se expresa en francés) y la estancia en el límite de veracidad y autoparodia de Mariana Giménez, los hallazgos son parciales pues el director no logra articular la transición entre la abusiva sentimentalización de las criaturas tropicales y la violencia soterrada, a 40 grados bajo cero, que busca salida en la lengua mutilada de la transexual Irina (Verónica Segura).
Para peor del aguerrido espectador, la tercera pieza, Las cuatro gemelas, es el punto más débil dramatúrgicamente y en términos escénicos. Carente por completo de estructura, el caos imaginativo de Carlos Calvo abre el espacio para que los actores (otro magnífico triunvirato: Egurrola, Arreola y Giménez) sobresaturen de ocurrencias el accionar de unos personajes de suyo saturados de droga.
La ausencia de contrastes y el duelo de energías desórbitadas (a falta de consistencia, puro pericaso), nulifican el efecto desmitificador de un texto donde todos se meten todo y al final no pasa nada.
Frente a la capacidad de asimilación del escándalo por el público de cualquier latitud, queda claro que el interés de un autor como Copi está lejos de su estridencia o sus tintes provocadores. En esta grande y valiosa empresa, su auténtico efecto transgresor, el delirio, la violencia anárquica, la subversión de los valores, permanecen por desgracia inexplorados. ¡Culeros!