FICHA TÉCNICA



Título obra Triángulo a la media noche

Autoría Santiago Moncada

Dirección Enrique Rey

Elenco Aarón Hernán, Cristina Moreno, Rubens Medel, Fernando Larrañaga

Escenografía David Antón

Espacios teatrales Teatro Enrique Rambal




Cómo citar Rabell, Malkah. "Triángulo a la media noche". El Día, 1976. Reseña Histórica del Teatro en México 2.0-2.1. Sistema de información de la crítica teatral, <criticateatral2021.org>



imagen facsimilar

El Día

Columna Se alza el telón

Triángulo a la media noche

Malkah Rabell

Se inauguró un nuevo teatro, que para rendir homenaje al fallecido hace unos años actor, Enrique Rambal, lleva su nombre. Una nueva sala siempre es bienvenida, significa nueva fuente de trabajo y ensancha las posibilidades del movimiento teatral mexicano.

Esta nueva sala se inauguró con el estreno de una comedia de Santiago Moncada: Triángulo a la medianoche. Y si bien el teatro es nuevo, el triángulo es viejo. ¡Ay que viejo! Y parece como si la mayoría de nuestros teatros en la capital se empeñara en mostrarnos las diversas facetas que un "triángulo" amoroso puede adquirir. Y no sólo el teatro comercial lo hace, hasta los culturales recurren a este antiguo como el mundo tema. Desde Bodas de sangre, de Federico García Lorca hasta una obra polaca contemporánea como Rodeo, de la comedia inglesa de Noel Coward Un proyecto para vivir hasta Una rosa para el desayuno, y ahora esta comedia que se suele llamar de "salón": Un triángulo a la medianoche de Santiago Moncada, autor cuyo origen todos, por lo menos la mayoría en la sala ignorábamos, y si unos lo consideraban argentino, otro lo sospechaban español. Según la acción, que se "desarrolla en cualquier ciudad de nuestra época donde existe la pena de muerte", debe realmente tratarse de un comediógrafo ibérico ya que, lógicamente, un autor originario de un país donde nunca ha existido la pena de muerte, se siente ajeno a semejante problema. Pero desde luego, nunca se sabe. Pero, otro rasgo que lo señala como español, es su muy gran habilidad para manejar situaciones, lenguaje y desarrollo, que indica a un autor de vieja tradición en los secretos del oficio.

Así pues, con el viejo "truco" del triángulo, Santiago Moncada realizó una comedia más bien brillante y divertida, y el público se lo pasó riendo durante buenas dos horas. Pero lo interesante de esta puesta en escena fue el reparto, que por igual que su autor resultaba formado por desconocidos, fuera de Aarón Hernán cuya excelencia como actor nadie ignora, quien pese al papel que no le daba mucha posibilidad de lucirse (que lejos estaba de su interpretación del "terrorista" de El juicio, del abogado defensor en Los Rosenberg no deben morir) fue excelente a la medida del personaje: un marido que parece "cornudo" y que en fin de cuenta no lo es, y que termina muy "moralmente" poniéndose de acuerdo con su esposa para tener un vástago. Fuera de Aarón Hernán, que también aquí es un abogado defensor, empeñado en salvar la vida de su defendido, nos enfrentamos a tres actores qua para mí —y para la mayoría de los críticos que asistieron al estreno— eran desconocidos. ¿Quién es Cristina Moreno? Bella, joven y consumada actriz. Se aseguraba en la sala que se trata de una actriz mexicana y no de "importación". Se aseguraba también que hace poco se inició en algún teatro comercial, nadie recordaba cuál. Deseo que realmente sea mexicana y que ya se adhiera definitivamente a nuestro teatro, y sobre todo que encuentre papeles a su medida en otro género más serio que tanta falta nos hace. Rubens Medel, hizo el clásico papel de mayordomo, por su acento probablemente es español, no sé si recién llegada o hace mucho asentado entre nosotros. Y del tercer papel del "triángulo", el supuesto amante, le tocó a un actor que tampoco jamás he visto y que dicen peruano: Fernando Larrañaga, quien, sin las posibilidades histriónicas de un Aarón Hernán, cumplió con su cometido. por fin, igualmente desconocido para muchos resultó el director escénico, Enrique Rey que algunos pretenden es maestro de actuación en la Escuela Dramática de la ANDA.

Aunque se trataba de un teatro netamente comercial, sin grandes pretensiones ni culturales ni artísticas, que de ninguna manera llegaba a un teatro de altura, sin embargo como espectáculo bien puesto, bien interpretado, con una comedia limpia y hábil, donde nadie se dedicaba a las morcillas, ni a las improvisaciones, pues sólo nos queda aplaudirlo, ya sea como fuente de trabajo, ya sea pensando que si tuviéramos muchas comedias en nuestro teatro bien puestas y limpiamente interpretadas. nuestro público se acostumbraría primero al teatro, luego a exigir mejores representaciones, así como los mismos actores, que se inclinarían a un teatro de mayores posibilidades y de mayor importancia.