FICHA TÉCNICA



Título obra Santa

Notas de autoría Federico Gamboa / autor de la novela homónima; Héctor Mendoza y Julio Castillo / adaptación teatral

Dirección Luis de Tavira

Elenco Luis de Tavira, Luis Rivero, Ruth Noriega, Margarita Castillo, Luisa Huerta, Patricia Eguía, Blanca Guerra, Alejandro Bolíviar, Rafael Brizuela, Armando García, Sergio Laguna, Antonio Vizcaína

Espacios teatrales Teatro de la Universidad




Cómo citar Rabell, Malkah. "[Santa]". El Día, 1976. Reseña Histórica del Teatro en México 2.0-2.1. Sistema de información de la crítica teatral, <criticateatral2021.org>



TRANSCRIPCIÓN CON FORMATO

imagen facsimilar

El Día

Columna Se alza el telón

[Santa]

Malkah Rabell

Aunque basada la adaptación de Héctor Mendoza y Julio Castillo en la novela de Federico Gamboa, imagino que nadie esperaba encontrar en el escenario del Teatro de la Universidad, bajo la dirección de Luis de Tavira, una fidelidad al texto original. Los adaptadores más bien buscaban el tono festivo de la parodia, que a veces caía en lo grueso de la farsa y tenía no poca semejanza con In Memoriam. Se trata de un espectáculo desigual, que no es del todo bueno, mas, tampoco del todo malo. El primer acto es casi excelente, fuera de algunos episodios gratuitos, como la escena cuando una de las "pupilas" del lenocinio donde reina Josefa, desviste a uno de sus "clientes", el maniático Rubio, y al quitarle los pantalones aparece desnudo desde la cintura hasta los calcetines. Nada más ridículo que un hombre sin pantalones desprovisto de belleza física.Este detalle molestaba y no era necesario, porque de inmediato cubría su presencia un grupo de intérpretes y con haberlo cubierto un segundo antes, el gesto de desnudarlo quedaba en el simulacro. En este primer acto, salvo la música y las danzas –la primera de Luis Rivero, y las segundas de Ruth Noriega, ambas muy logradas, que creaban el ritmo especial de la representación–, si algo hubo de conmovedor fue la escena de Rubio con la prostituta jorobada, llamada burlonamente por sus "colegas" Quasimodo, cuando el maniático la obliga a llevar a cabo su profesión bajo el amago de una pistola (algo semejante nos recuerda un cuento de Sartre). Margarita Castillo me parece una actriz con mucho material dramático, y ojalá no me equivoque pero se me hace que podrá llegar muy lejos. En esta escena, así como en la canción que "interpreta" más que canta en el segundo acto, logró conmovernos hasta el llanto.

El segundo acto cuenta con muchos más elementos gratuitos, y es casi en su totalidad caótico. Se diría que este segundo acto aún necesita unas semanas de ensayos, y que por el momento los actores todavía ignoran sus papeles e inventan una nueva prosa sobre la marcha, se diría que a todo lo largo del segundo acto todo el mundo está improvisando. El caos es tan grande que impide entender el sentido de lo que sucede en el escenario. Me imagino que para Luis de Tavira debe tratarse de su primer intento en el campo de la comicidad, y su temperamento trágico, que demostró en todas sus anteriores puestas en escena, se resiste. Le sucede lo que a muchos actores dramáticos, que llevan en la sangre el drama, y cuando les toca en suerte un papel cómico o frívolo, en su afán de no desmerecer ante el público, caen en las más increíbles exageraciones, en tantas sobreactuaciones que terminan por divertirse ellos mismos y por divertir a los espectadores.Es lo que pasó con Luis de Tavira, exageró y prolongó excesivamente el acto, ni él ni sus adaptadores libretistas supieron cuándo terminar. Y este final tan melodramático, que pretendía burlarse del melodramatismo de Gamboa, no dejaba de ser tan exagerado como el mismo original. Pero divirtió al auditorio y el telón final cayó ante una sala entusiasmada, ante una salva de aplausos.

En cuanto a la actuación, entre las figuras femeninas ya mencioné a Margarita Castillo en el papel de la jorobada: muy profesional, con mucho temperamento y gracia, Luisa Huerta en el papel de Josefa (¿por qué no le dieron el papel de Santa?); también destacó, por su naturalidad Patricia Eguía. La menos actriz de todas fue Blanca Guerra como Santa. El grupo de figuras masculinas: Alejandro Bolívar, Rafael Brizuela, Armando García, Sergio Laguna y Antonio Vizcaina, todos correctos.

Un espectáculo que significa un gran esfuerzo. Pero dudo que valga la pena tanto esfuerzo para desmistificar a un autor que en su época ocupó el lugar que le correspondía dentro de una sociedad que le correspondía, pero que hoy ha dejado desde mucho de ser un mito.