FICHA TÉCNICA
Título obra Hablemos a calzón quitado
Autoría Guillermo Gentile
Notas de autoría Iván de Negri / adaptación
Dirección Gerard Huillier
Elenco Guillermo Orea, Fernando Palavacini, Gastón Tusset
Espacios teatrales La Ciudadela
Cómo citar Rabell, Malkah. "Hablemos a calzón quitado". El Día, 1976. Reseña Histórica del Teatro en México 2.0-2.1. Sistema de información de la crítica teatral, <criticateatral2021.org>
TRANSCRIPCIÓN CON FORMATO
imagen facsimilar
El Día
Columna Se alza el telón
Hablemos a calzón quitado
Malkah Rabell
La obra teatral adquiere su auténtica dimensión una vez puesta en escena. Conocí el mecanoscrito de Hablemos a calzón quitado, del autor argentino Guillermo Gentile, en su versión al ambiente mexicano –mejor dicho al ambiente de ninguna parte: "en un ciudad cualquiera"–, realizada por Iván de Negri, y no me gustó, pese a toda la fama de la que venía precedida, con sus múltiples premios y sus 2000 representaciones en Buenos Aires. Para consolidar mi opinión, esperé ver el espectáculo que se presenta desde hace unos días en el teatro La Ciudadela bajo la dirección del igualmente argentino Gerard Huillier, y con la participación de los tres actores mexicanos, Guillermo Orea, Fernando Palavicini y Gastón Tusset. Y aunque la interpretación enriqueció el texto, éste no terminó de convencerme.
Desde luego, adaptada la obra a "cualquier parte", pierde algunas de sus características, sobre todo las políticas. Porque me imagino que los dos protagonistas que tratan de enfrentar su ambiente a "calzón quitado" han de sacar a relucir determinadas situaciones nacionales y hacer la crítica de éstas. Por ejemplo, ante los cuatro años presidenciales de un gobernante, en la versión de Iván de Negri se dice: "¿Nada más?", en tanto en el original el mismo personaje exclama: "¿Tantos?". Y es todo un mundo de diferencias acerca de los últimos años en "cualquier parte" y en Argentina.
Tal como se presenta la obra en La Ciudadela, las ideas que emite el "revolucionario" Martín, (Fernando Palavicini) son las de "revoluciones individuales que empiezan por la cama, y las mentiras e hipocresías que supuestamente "desnudas" son las comunes y corrientes. Por más explicaciones filosóficas que trata de darnos el dramaturgo de nada nos convence. Por lo menos a mí. Ya desde el programa de mano, se agrega a cada protagonista unas calificaciones explicativas que la trama del texto no justifica. Así Juan, el débil mental, es el "hombre primario"; Martín, uno de esos jóvenes que se consideran "salvadores" de la humanidad, que tratan de arreglar las vidas ajenas y por lo general sólo logran crearles a sus semejantes un sinfín de dificultades, pues Martín es calificado de "cambio". El padre de Juan, un feminoide, un anormal y delincuente, es considerado como el "mundo alineado". Encontrarles interpretaciones arbitrarias a una obra es tarea del público o de la crítica. Las explicaciones debidas al dramaturgo a priori, no son válidas si el auditorio no logra descubrirlas por sí mismo, sobre todo en un autor tan realista como Guillermo Gentile. Entre pretender dar una visión de un determinado mundo y lograrlo realmente hay una gran distancia. En su introducción al programa de mano, el dramaturgo pretende que: "la idea fundamental de la obra es mostrar la castración que produce en el hombre la imagen distorsionada que de sí mismo procura alcanzar". Todos tenemos imágenes distorsionadas de nosotros mismos, y en el drama de Gentile, él que más la tiene es el "salvador" Martín. Empero el público no se da cuenta de esta "idea fundamental" del autor. En cambio de este triángulo: padre, hijo y amigo, de esa lucha entre padre y amigo por dominar al hijo, pudo surgir una construcción dramática interesante, si en lugar de pretensiones filosóficas, el dramaturgo se hubiera contentado en profundizar en la psicología de sus personajes.
En el papel del padre, Guillermo Orea, un actor excelente que raras oportunidades tiene para dar una muestra de sus excepcionales dotes histriónicas, crea un carácter mucho más humano y trágico de lo que aparece en el texto. Nunca cae en el ridículo, pese a sus numerosas escenas en vestimenta femenina. Estupenda interpretación.
También en el papel del hijo, Juan, el joven actor Gastón Tusset, bajo la dirección de Gerard Huillier, dio una imagen más clara de su personaje. Se trata de un débil mental y no de un estúpido, como sugiere el texto. En cuanto a Martín, el "salvador", el más insoportable de los tres, porque hace daño a sabienda y no sólo separa a su "protegida" de su padre, sino que pretende "educarlo sexualmente" echándolo en brazos de su propia amante, también Fernando Palavicini ha dado a su papel los rasgos indispensables.
El director, Gerard Huillier hizo lo que pudo, hasta agregó una escena de un sueño medio surrealista. Pero no se pueden hacer milagros.