FICHA TÉCNICA



Título obra El gran marathon

Autoría Claude Confortés

Dirección Claude Confortés

Elenco Claude Confortés, Francoise Lalande, Alain Farlan

Eventos III Festival Internacional Cervantino




Cómo citar Rabell, Malkah. "El gran marathon, de Claude Confortes". El Día, 1975. Reseña Histórica del Teatro en México 2.0-2.1. Sistema de información de la crítica teatral, <criticateatral2021.org>



TRANSCRIPCIÓN CON FORMATO

imagen facsimilar

El Día

Columna Se alza el telón

El gran marathon, de Claude Confortes

Malkah Rabell

Esta vez en el Festival de Guanajuato el Marathon lo ganaron los franceses. ¡Y qué bien ganado estaba! La obra de Claude Confortés es la más original, humana y simpática de las comedias musicales que he conocido. Aunque llamarla "comedia musical" tal vez no sea lo más apropiado. Nos hallamos muy lejos de lo que suelen designar bajo semejante nombre los norteamericanos, inventores y especialistas del género. No tenemos en este caso ni ballet, ni coro, ni extravagantes cambios de escenografías, ni lujosos vestuarios. ¡En fin, nada del gran espectáculo! Tan sólo tres actores y siete músicos que tocan las baterías y las guitarras eléctricas como todo conjunto. ¡Pero qué espléndidos tres actores! ¡Qué estupendos músicos que cantan acompañándose de sus instrumentos. La más sencilla y la más novedosa de las direcciones escénicas, debida igualmente al autor, Claude Confortés, que además forma parte del trío de actores.

Tres hombres corren durante un maratón. Y no dejan de correr a lo largo de dos actos. Y es en el transcurso de esta carrera que cada uno se deja conocer y cada uno de ellos narra algún episodio de su infancia o de su juventud, de sus alegrías o de sus penas pasadas. Tres corredores: uno, campesino, otro obrero y el tercero empleado. El autor no hizo nada para simbolizar a través de ellos a tres clases sociales, a tres sectores de la población. Más bien los clasifico por edades. El obrero que tiene 33 años y corre desde 15; el empleado que ya pasó la cuarentena y se inició en las carreras desde hace 30 años, y por fin, el más joven, un muchacho de 19, el campesino, que por primera vez emprende un maratón. Aún ignora las "técnicas" de los viejos, corno tampoco nada sabe de sus "trucos" malévolos para impedir el triunfo a sus compañeros más afortunados. Lo que sin embargo no les hace ganar. Uno durante 15 años, y el otro durante 30, han corrido en vano, han soñado en vano, han construido castillos en el aire, en vano. Nunca fueran los primeros, nunca llegaron a la cabeza. En cambio, el joven, sin técnicas, sin conocimientos, está a punto de triunfar, y son los otros dos, que se dicen sus amigos, que se lo impiden... Y melancólicamente se nos hace que escuchamos una canción de los años 30: "Les Vieux nous empechaient de vivre!"

¡Qué lástima que la comedia no supo guardar hasta el final este sabroso tono popular donde la alegría y el humor van mezclados con su pizca de tristeza! Para terminar al autor le da por la filosofía y alza la voz hasta un dramatismo chillón que parece fuera de lugar. Sobre todo el discurso del obrero Nazaire Rimbaud, interpretado por Claude Confortés, cuando hace un paralelo entre la vida y el marathon, resulta excesivamente rimbombante.

Luego el hallazgo de sumirse en una especie de tumba y salir de ella pintado de blanco, con manchas negras en determinadas partes del cuerpo, lo que da a su figura un aspecto de dibujo expresionista, un dibujo a lo Leonel Góngora, podria ser interesante, junto con estas máscaras de calaveras que flotan sobre sus portadores vestidos de túnicas negras, al estilo de ciertas marionetas japonesas. Pero ta do este final que tendía hacia lo apoteósico, creaba en cambio un ambiente truculento. ¡Demasiada truculencia!

Pero allí estaban los tres actores para salvarlo todo. Sobre todo el muy joven Francois Lalande, que ya da muestras que llegará a ser un extraordinario actor, si ya no lo es, con este temperamento que no decae ni en las escenas dramáticas, ni en las cómicas, con esta dicción clarísima y esta simpatía que se impone pese a su fealdad. Luego estaba Alain Farlan en el papel del empleado, un actor, ya maduro que conoce todos los secretos del oficio y sabe hacer gala de ellos. Estupendo. A veces me hacía levemente pensar en Louis Jouvet, aunque su arte es mucho más extrovertido que el de aquel genial actor fallecido. Como actor Claude Confortés no llega al virtuosismo de sus dos compañeros. Tampoco se le puede exigir tantas virtudes a un solo ser humano.Con el valor de su comedia, con el valor de su puesta en escena, Claude Confortés completa el ciclo que forma a un hombre de teatro entero.