FICHA TÉCNICA



Título obra Billy, Billy el mentiroso

Dirección Benny Ibarra

Elenco Fernando Mendoza, Miguel Suárez, Marcela Rubiales




Cómo citar Rabell, Malkah. "Billy o Benny al cuadrado". El Día, 1975. Reseña Histórica del Teatro en México 2.0-2.1. Sistema de información de la crítica teatral, <criticateatral2021.org>



TRANSCRIPCIÓN CON FORMATO

imagen facsimilar

El Día

Columna Se alza el telón

Billy o Benny al cuadrado

Malkah Rabell

No se puede negar que el muchacho es voraz. Dicen que el apetito viene comiendo. ¡Pues qué apetito tiene Benny Ibarra! Y lo tuvo desde sus primeros pasos en la profesión. Apenas se iniciaba en las escenas con una breve intervención en Una chica en mi sopa cuando ya le dio por buscar –o se la han buscado– una obra donde tuviera uno de esos papeles despampanantes que hacen que el actor siempre triunfe, como el ciego en Las mariposas son libres. Después de esta intervención dramática con la cual engañó a muchos, el excelente director José Luis Ibáñez le arregló un personaje tragicómico en Nada de sexo, que somos decentes donde su falta de capacidad histriónica quedó escondida bajo una actuación completamente mecanizada.

Después de estas tres interpretaciones ya Benny se sintió con alas para volar por sus propios esfuerzos. ¿Para qué recurrir a un director de escena cuando el "teatro industrializado" le manda un "paquete" con todas las informaciones? Y se autonombró director de Vaselina. Por fortuna, en esa obra, el grupo de jóvenes actores que lo rodeaba formaba un conjunto tan heterogéneo, tan fresco y vivaz, que daban vida al espectáculo y Benny se perdía entre ellos, fue uno de ellos, y no el mejor.

Pero he aquí Billy, Billy el mentiroso, una comedia musical inglesa, escrita especialmente para el lucimiento de un solo actor, sin duda creada para algunos de estos stars que cantan, bailan y son grandes intérpretes tanto dramáticos como cómicos, y cuya presencia basta para atraer al público. Se necesita mucha confianza en sí mismo para atreverse con semejante papel. Para colmo, si por lo menos Benny Ibarra tuviera la sensatez de llamar en su auxilio a un buen director. Por ejemplo al mismo José Luis Ibáñez, que guió sus primeros pasos, éste no sólo podría limar todas las dificultades de la puesta en escena, sino atenuar las monotonías de su interpretación. Es muy difícil ser director y primera figura, porque nadie puede ser juez y parte, ningún actor puede darse cuenta de los errores que, comete en el escenario. Esta dualidad de ocupar ambos puestos sólo se estilaba en los viejos tiempos cuando la dirección preocupaba muy poco y la primera figura era el dueño y señor de la escena.

Pues sí, Benny Ibarra canta un poco, baila un poco, y actúa Un poco...muy poco. Pero he aquí que tiene uno de esos papeles en torno de quien gira toda la obra, y durante tres horas no baja del escenario. Tanto canto y tanto baile, apenas entretejido por un leve hilo anecdótico, termina por cansar. Y después de ser el director del espectáculo, el star de la representación, un Benny elevado al cuadrado o tal vez al cubo, Benny, Benny y siempre Benny, pues al final el señor Ibarra todavía insatisfecho, una vez que todo el conjunto ya saludó, baja de la escena para permitir a Benny volver a bailar con el cuerpo de baile. Por cierto que el cuerpo de baile es excelente, tanto las muchachas que parecen todas inglesas, como los hombres que son todos de producción nacional. En realidad, lo mejor de esta comedia musical, que nos cuenta la historia de Billy el mentiroso quien, versus masculino de la Soñadora, vive en un mundo de fantasía donde su mitomanía se da vuelo, pues lo mejor de esta producción es su parte coreográfica. Sobre todo, número Feliz de ser así mereció muchos aplausos.

Del resto de la compañía se puede decir muy poco. Tanto Carmen Molina como Fernando Mendoza, en los papeles del padre y de la madre de Billy Fischer el soñador y mitómano, tienen unas intervenciones muy, breves y no son actores de comedia musical, como así mismo no lo es Miguel Suárez, y Marcela Rubiales tiene una vocecita que tiembla al cantar. La mayoría del tiempo los intérpretes cantan con los micrófonos en la mano, lo que termina por cansar terriblemente. ¿Qué hacían nuestros abuelos, o nuestros padres, cuando no existía el micrófono, y representaban operetas de lo más difícil sin ayuda de ningún medio externo? En resumidas cuentas, resulta que este "paquete" traído de Inglaterra es mucho "paquete" para un actor que aún no tiene los hombros para soportar tanto peso.