El Día
Columna Se alza el telón
El caso de La pulquería
Malkah Rabell
Creo que el único caso de espectáculo que sobrepasa las mil representaciones y va acercándose a las 2 mil, es La pulquería que se presenta en el teatro Principal. Desde luego, hubo obras que a través de muchos años, repuestas una y otra vez, llegaron a un gran número de funciones. Pero La pulquería llegó a sus casi 2 mil funciones en una sola temporada, y éste es un caso único. ¿Por qué? Todos mis amigos que tuvieron la "desdicha" de presenciar su puesta en escena, me han dicho horrores de ella. En realidad todos que me hablaban de la "obra" ni siquiera me explicaban el por qué de su indignación. Simplemente se contentaban en alzar los hombros y decretar: "es un horror". Ahora lo comprendo. Es una representación que no se presta a explicaciones. No tiene nada explicable. Está por debajo de cualquier crítica. Entonces ¿por qué su larga duración en la cartelera? Siempre tuve la certidumbre que para el gran público lo más atractivo es una obra con argumento "fuerte", con mucho humor y una cierta cantidad de lágrimas. Más que una comedia, un melodrama, o por lo menos una comedia con cierta cantidad de melodramatismo. Creo que semejante interpretación ya no funciona. Creo que el público actualmente, lo único que desea es reírse.
Bien, ¿pues de qué se ríe el público en una representación como La pulquería? Debo confesar que no asistí a toda la función y me fui después del primer acto. Indudablemente hay mucho de semejante entre La pulquería y los antiguos espectáculos de la carpa. Mas, en la carpa el público sea de igual origen. No, el espectador en El Principal, con entradas de 40 pesos, el público sea de igual origen. No, el espectador que asiste a La pulquería es más bien de clase media. El día cuando asistí a presenciar el espectáculo era un domingo en la tarde. El más me interesaba era la reacción de los espectadores, me dediqué a observar la expresión de los rostros en mi derredor. Las risas no estallaban con mucha frecuencia, tampoco los aplausos eran muy nutridos al terminar el primer acto. Algunos reían, pero la mayoría parecía aburrirse. Cierto que, según las fotografías en la entrada, aún había más adelante escenas pornográficas de desnudos "temperamentales". No los he visto y no sé qué reacción provocaban ¡Lástima!
El primer acto transcurre en una pulquería y no sucede nada, nada de lo que se llama argumento. Desfilaron diversos tipos de las clases sociales más castigadas económicamente, y su gracia consistía en emplear las groserías menos "originales", palabrotas que oímos en cualquier parte. Y eran precisamente estas palabrotas que provocaban tanta risa, cuando no era el aspecto desmoralizante de los personajes. Cuando yo era aún muy joven, iba a ver a Cantinflas en el Follies y me hacía reír a carcajadas aunque no entendía lo que decía. Me hacía reír su gracia de actor, su "ángel" cómico, su cuerpo de muñeco de goma que parecía constantemente bailar. Aquí, en esta Pulquería no había un solo actor, tampoco había dirección, y menos obra. No era un espectáculo popular sino populachero, donde se presentaba "ciertos" tipos de los más bajos estratos sociales tratando de exhibirlos en sus peores actitudes. Esto que veíamos en La pulquería no es pueblo, y presentarlos de esta manera es una ofensa al pueblo, es un insulto a su dignidad. Y yo me preguntaba: ¿Por qué no se encuentra un productor para poner en escena una obra como Vine, vi y mejor me fui de Willebaldo López, que es un documento, con mucho sentido del humor, pero también con mucha dignidad y sobre todo, muchos conocimientos del drama diario de las clases menesterosas?
De todos modos La pulquería nos prueba una cosa: una obra popular (aunque aquí no es más que un falso popularismo) puede tener mucho éxito, y es necesario buscar obras populares, de dignidad y de calidad, para ofrecerlas al público.