El Día
Columna Se alza el telón
Alfonso Paso descubre la vanguardia
Malkah Rabell
Hace unos años, el comediógrafo español Alfonso Paso descubrió a Stekel –el popularizador de ciertos problemas sexuales– y escribió El armario. Ahora descubrió la "vanguardia", una vanguardia muy sui géneris, y escribió: ¡Papá, tú no! ... Y Alfonso Paso que tiene un extremado instinto de su público que aún permanece con un pie en el siglo pasado, y a veces hasta en la Edad Media, le dio con esta nueva comedia exactamente lo que ese público espera, necesita y exige de su comediógrafo preferido.
Así que Alfonso Paso, al darse cuenta que ciertos elementos vanguardistas están mucho más apropiados para el burlesque que para un teatro experimental, se apoderó de ellos. Antes el desnudismo y los actos sexuales a plena luz se consideraban "pornografía", y el homosexualismo un pecado. Hoy la pornografía se considera "mesiánica", el homosexualismo es un acto "revolucionario", y el desnudismo está en la onda. Y el señor Paso reflexionó –y no le faltaba razón– que si los experimentales le quitan al cabaret y al burlesque sus mejores elementos, ¿por qué no hacer lo mismo? Por lo tanto, en su ¡Papá, tú no!... Se apoderó de la pornografía y del homosexualismo y los sirvió abundantemente adornados con una "audacia moralizante".
Si papá y mamá están enojados. con la conducta de sus hijos, y sobre todo de sus hijas, pues les voy a mostrar lo que hacen sus hijos de ambos sexos en la intimidad, para que papá y mamá se diviertan, pero al mismo tiempo los voy a criticar para que la generación de los mayores se sienta contenta y con la conciencia tranquila. ¿Qué marido no tiene algo que reprochar a su esposa y no se siente atraído por algunas aventuras? Pues les voy a mostrar a un papá muy, pero muy macho, que puede hacer lo mismo que sus descendientes, pero que vuelve a la senda del deber cuando la mujer admite sus faltas y la hija renuncia a sus pecados. ¿Exhibir a los homosexuales y hasta a los ambidiestros? ¡Qué buena onda! Pues nos burlaremos un poco de ellos, para hacer reír a los espectadores, pero, pobrecitos, los admitiremos al final cuando son honrados consigo mismos. En resumen todo el mundo contento con toda esta mezcla de grosería, de moral y de sentimentalismo melodramático. La buena señora oyó los mismos reproches que ella lanza a sus hijos cuando salen de noche y vuelven tarde, y que la dama con indignación repite a sus amigas mientras juegan a la canasta. El marido vio una reproducción de su propia esposa, y secretamente se siente vengado, además se divirtió mucho con las muchachas semi-desnudas (en bikini, ya que la desnudez total la prohibe la censura) y con las exageraciones del "jotismo".
Podríamos tal vez admitir toda esa hipocresía de la que se sirve Alfonso Paso para moralizar. En fin de cuentas es la hipocresía de una clase social que es la suya. Es la "moral" de que "si tú puedes, también lo puede hacer tu papá... y verás cómo te duele cuando encuentres la misma conducta en tus progenitores". Pero al mismo tiempo, toda la acción y el desarrollo de la obra está basada en tal grosería, en tal obviedad, en tal cantidad de verdades primarias, en tales exageraciones pornográficas, que todo se vuelve de un "mal gusto", que hasta quienes desprecian semejante expresión, tendrán que reconocer su existencia.
Si en los teatros experimentales a veces admitimos el desnudismo y las escenas sexuales, es cuando están realizadas con mucha finura y belleza artística. Nada más lejos del arte que lo que nos demuestra Alfonso Paso, y lo que reproduce el director de escena: Miguel Córcega. Este además emplea algunos elementos que le parecen muy modernos, pero que se hallan aquí completamente fuera de lugar, como ciertos juegos de luces y la coreografía. Los actores parecen desatados, ignoran sus papeles, se olvidan del texto, gritan sin ton ni son, o bien se lanzan en un sentimentalismo melodramático que enerva. Sólo daba pena en medio de este desorden una actriz como Carmen Salas.
Mas, esta comedia, que solamente podríamos recomendar que la evite todo espectador con inquietudes artísticas, pues me temo que tendrá un éxito igual a La pulquería.